Hospital de Malmö

Los hospitales de Malmö (Suecia) han tenido que equipar todas sus instalaciones con equipos de seguridad y vigilancia debido a las continuas agresiones que sufren médicos y enfermeras, según cuenta  Sydsvenskan. “Las amenazas a los profesionales de salud en los servicios de emergencia se producen cada día. Incluso hemos sido amenazados con armas de fuego”, denuncia una de las enfermeras del Hospital de la Universidad de Skåne.

Más alarmante aún: las amenazas en el hospital Materno de Malmö son tan frecuentes que la dirección ha decidido instalar cámaras en todas las dependencias del centro, incluidas las salas de operaciones, para que las agresiones puedan ser detectadas por los servicios de seguridad, que también se han incrementado en los establecimientos sanitarios del país.

“No sólo no somos respetados, sino que hacemos nuestro trabajo en medio de intimidaciones y amenazas”, declara Pia Teleman, jefa del servicio de Atención a la Mujer en el Hospital de la Universidad de Skåne.

Indica que la mayoría de las agresiones son perpetradas por hombres de origen extranjero. “Los motivos son varios: desde lo que consideran largas esperas, a que se haya producido un aborto involuntario o incluso a que consideren que las mujeres han sufrido un sangrado excesivo durante el parto”.

Algunas enfermeras quieren mantener el anonimato. Una de ellas vive aún aterrorizada tras ser amenazada de muerte por el marido de una paciente.  “Tardar más tiempo del que ellos quieren en una intervención o informarles de un diagnóstico que no les gusta, puede ser motivo para que te insulten y amenacen”, cuenta.

Saturación en los hospitales

Suecia se trata del segundo país del mundo en tener los impuestos más elevados y al mismo tiempo es incapaz de dar respuesta a las exigencias sanitarias de sus ciudadanos debido a la saturación que sufren los hospitales. Es un preludio de lo que pronto sucederá en el resto de Europa debido a la inclusión en la sanidad pública de millones de personas procedentes de otros países.

La enfermera Frida Reuterskiöld, de 28 años, se ha atrevido a poner el dedo en la llaga al denunciar la situación que se vive cada día en los hospitales, colapsados por el gran número de extranjeros que precisan asistencia sanitaria.

“No es exagerado cuando la gente habla de la crisis. No podemos garantizar el derecho de los suecos a ser atendidos”, manifestó.

“Me siento muy impotente cada vez que no puedo atender a los pacientes cuando más me necesitan”, dice Frida Reuterskiöld, trabajadora de la unidad de urgencias del hospital Sahlgrenska.

SVT News West también ha denunciado la situación de caos que se vive en los hospitales de la región, donde incluso algunos empleados han asegurado que la seguridad de los pacientes no está garantizada. En medio de una atmósfera caótica y de un largo tiempo de espera para los pacientes, transcurre la vida en los centros hospitalarios de un país cuya sanidad pública era considerada modélica a principios de los años 70.

Hay coincidencia a la hora de señalar que un denominador común de los problemas que sufren los pacientes es la falta de espacios. Así, muchos enfermos permanecen a la espera de ser atendidos en camillas situadas en lugares tan inverosímiles como la cocina. Se cita el caso de una mujer embarazada que estuvo a punto de perder la vida al no poder ser atendida a tiempo.

“Es un hecho que la situación en los hospitales empeora a diario y que hay momentos que creo estar trabajando en un sistema sanitario propio del tercer mundo”, se lamenta Frida Reuterskiöld.

Cuenta el caso vivido hace unos días, cuando escuchó los llantos de una paciente en una habitación. “Se trataba de una persona mayor que no podía ir al balo por ella misma. Coincidió con varias situaciones de emergencia que requerían mi presencia, así que tuve que dejarla allí con su propia orina. Fue horrible, angustioso e indigno, pero no tenemos más remedio que dar prioridad a los casos más urgentes”.

En un país donde la incorrección política puede costarte el puesto de trabajo, Frida se atreve a señalar la inmigración como la causa del colapso del sistema sanitario. “Está ocurriendo lo mismo que con las viviendas. Muchos suecos no pueden disponer de una propia porque hubo que destinarlas a los refugiados llegados de África y del Medio Oriente. Incluso se habilitaron museos y edificios públicos como albergues. Hoy el sistema de salud está fallando porque carecemos de medios materiales y humanos para hacer frente a la avalancha diaria de pacientes. Todo se está desmoronando”.

No parece que a los políticos ni a las élites financieras del país les preocupe la dramática situación en los hospitales. Ellos no tienen que enfrentarse a situación tan lamentables desde el punto de vista de la dignidad del paciente al poder disfrutar de los cómodos servicios de la sanidad privada. Si se les plantea la situación que se vive en los centros hospitalarios públicos, responderán que se trata del “pequeño precio” a pagar por disfrutar de las enriquecedoras ventajas de la diversidad cultural.