Ghislain Gilberti

Ghislain Gilberti tiene la dudosa fama de haberse convertido en uno de los escritores franceses más firmemente alineado con la extrema izquierda y el antirracismo. Defensor de la abolición de las fronteras europeas, imprescindible según él para “la lucha contra el racismo y el fascismo”, Gilberti es también uno de los más notorios detractores que tiene el Frente Nacional y en general cualquier movimiento identitario europeo.

Gracias a su última novela de suspense, Ghislain Gilberti acaso haya podido sentir la indeleble experiencia de comprobar cómo sus disparatadas teorías se asentaban sobre un lecho de mentiras. Tras referirse en su obra a la yihad (más como argumento novelístico que como modo discursivo de crítica), Gilberti comenzó a ser objeto de constantes amenazas por parte de sus defendidos musulmanes.

Las amenazas dieron paso a los hechos cuando Gilberti fue salvajemente atacado por cuatro musulmanes en una calle en Belfort (este de Francia). Los agresores le llamaron “sucio” por pertenecer a la raza blanca.

Y no sólo él. También su hija de 11 años fue golpeada en la cabeza y el estómago por los musulmanes en medio de una lluvia de insultos. Gilberti perdió el conocimiento durante el brutal ataque y ahora tiene que vivir bajo protección policial,

Lejos de condenar a los autores de la agresión tanto a él como a su hija, Gilberti “jura” que la intención de su novela no era la de ofender a los musulmanes. Lo creemos. En cambio la intención de los musulmanes sí era la de infringirles el mayor daño posible a ambos, incluso la muerte.

“Los responsables del ataque no se han leído el libro, o tienen una visión denostada del mismo. Yo no insulto al Islam en el libro. Por el contrario, defiendo todas las creencias y quiero combatir los actos de racismo como actifascista”, señala. Es decir, lo que hace Gilberti es contextualizar la violencia islámica, desvinculándola de la norma habitual, algo ya habital en los sectores progresistas europeos.

El lugar del suceso fue acordonado por la policía.

¿Servirá este brutal incidente para que Ghislain Gilberti modifique sus puntos de vista y deje de observar al Frente Nacional como la principal amenaza contra “la dignidad de los franceses”? Creemos que no. La pulsión al suicidio de los progresistas occidentales, su absoluta carencia de dignidad, su intrínseca xenofilia, su obstinada perseverancia en el error, aún cuando ese error a punto haya estado de costarle la vida a una de sus hijas, son razones suficientes para no esperar nada bueno de ellos.

A cambio de fama y dinero, Ghislain Gilberti representa en esencia todos esos ideales de los que se vale la élite mundialista para la destrucción de la identidad cultural, la polarización de los sociedad, la descristianización de la población, la destrucción del núcleo de unidad familiar, la criminalización de la disidencia patriota, la prevalencia de la masa sobre la excelencia individual, el fomento del islam, la reversión de los principios morales tradicionales y la sustitución demográfica de los europeos autóctonos.

Al menos ha tenido la ocasión de sufrir en carne propia los disparatados resultados de sus teorías. Lo sentimos por su hija, víctima de los encanallados principios de su padre, pero por lo que a él se refiere, no podemos lamentar que el fruto de lo que voluntariamente se siembra haya sido el que desde este medio venimos denunciando durante años.