En estos momentos por los que pasamos, con España intervenida y vendida a Europa, con el río revuelto que se ha generado a partir de la insatisfacción de los españoles con el gobierno anterior y el actual, que ha sido desleal a sus propuestas y habiendo mentido en todo su programa electoral, surgen a pares fundaciones de partidos políticos que son bien vistos y recibidos como una esperanza contra los recortes y demás medidas anti-sociales y anti-españolas.

Ha surgido recientemente un partido a partir de aquel movimiento de fundó Mario Conde hace poco más de un año como iniciativa para el protagonismo de la sociedad civil en la democracia. Bien, hasta aquí parece ser algo lógico. Pero si examinamos bien las propuestas de este partido que dirige el masón Mario Conde, eso sí, celebérrimo jurista, veremos diferentes puntos muy negativos e importantes. No quiero dedicar estas letras a analizar la persona de Mario Conde, pero sí quiero centrarme en las ideas que se plasmarán con su nueva formación política, Sociedad Civil y Democracia. Haré hincapié en que ya de por sí el nombre Sociedad Civil es propiamente masónico, pues es como los masones denominan a la sociedad para distinguirla de la sociedad de origen cristiano.

Esta formación habrá despertado, como líneas atrás dije, esperanza en muchos decepcionados votantes del PP o del PSOE. Deseo aclarar aquí los objetivos que tiene esta formación (en algún aspecto muy bueno) y que muchos ignorarán.

Desde un punto de vista objetivo podemos relacionar los puntos de esta formación como propios de la masonería. Es decir, la tolerancia hacia todos, la transigencia a pesar de algún objetivo bueno como la supresión del Estado autonómico.

Don Mario Conde presume de pertenecer a la masonería (en el grado 33 según afirmó Ricardo de la Cierva) y se le puede considerar como un apólogo de la masonería sobre todo cuando intenta hacer creer en entrevistas y escritos como Economía y Espíritu, Cosas del Camino o La Palabra y el Tao la compatibilidad de la masonería con el catolicismo.

Con el título de este artículo no quiero decir que aquí vaya a desvelar algo que quieren esconder (aunque sea probable) los dirigentes de Fundación Civil y de Sociedad Civil y Democracia, sino aspectos que en momentos de turbación como pasamos ahora pueden pasar inadvertidos a aquellos que se encuentran sin norte y perdidos ante la irresponsabilidad de los gobiernos que han tenido lugar desde 1978. Así es que contemplando como un paisaje lejano la iniciativa de Fundación Civil puede parecer un buen lugar e incluso acogedor. Oero si nos acercamos podremos ver su mal estado.

Por ejemplo, ¿qué propone Sociedad Civil y Democracia (iniciativa de Fundación Civil, Mario Conde) frente al aborto y a la educación? En sus puntos programáticos no se centran en estos asuntos pero lo que detrás apoyan es el una ley libre para el aborto y una educación laica en los colegios y demás centros de formación.

Cuando contemplamos esto parece estar bien relacionado con la masonería a la que tanto bendice Mario Conde que se centra en objetivos claros al respecto del aborto y la escuela laica.

Respecto a la escuela laica lo relacionaré más exhaustivamente con la masonería recurriendo a León XIII, cuando ya en su carta encíclica Humanum Genus nos advertía: “Cuidaos de las escuelas laicas y apartaros de ellas pues son el instrumento que la masonería utilizará para consumar sus objetivos desde los más jóvenes”. Creo que con esto queda aclarada la relación entre la masonería (y sociedades secretas por el estilo) y la escuela laica.

A río revuelto ganancia de pescadores, dicen por nuestras tierras hispanas, así que claramente es el momento de atrapar a las gentes decepcionadas y pérdidas en el campo político, pues ahora tenderán a pensar en diferentes alternativas apartadas del bipartidismo. Pero ¿es realmente una alternativa? ¿Es realmente fiable? Debemos, por tanto, tener muy en cuenta todos los aspectos de este nuevo partido con coherencia y prudencia. Ya fue Rosa Díez, ahora Mario Conde. Lo peligroso es que el proyecto de Mario Conde no se autodefine y es más ambiguo para muchos, pero examinándolo bien se trata de un ultra liberalismo en todos los aspectos con gran influencia de ideas masónicas.

En el artículo segundo del manifiesto de Sociedad Civil (término masón) y Democracia se dice “que tanto desde una perspectiva cristiana del hombre como desde cualquier otra que considere que el individuo tiene una dignidad inalienable, como fundamento del orden político y de la paz social, no se puede abdicar de aspirar a vivir en una sociedad justa, única forma de convivencia inseparable de la condición humana. Consideramos que la persona debe ser el eje y pilar de todo proyecto social, económico, político y cultural”.

Respecto a este artículo del manifiesto surgen diferentes incongruencias pues si lo que se busca es la dignidad de la persona sea quien esta sea parece ya tratarse de una injusticia pues sin advertir que la persona posee una dignidad y un fin sobrenatural desde AB initio. ¿Es entonces igual de digno Lucifer que San Miguel Arcángel, San Pelayo que Anderramán el rey de los sarracenos? Y es que la indignidad del hombre, como la del hijo pródigo, se convierte en dignidad cuando este se arrepiente y acude a su padre. Por otra parte, si se reconoce la dignidad de toda persona ¿no es una contradictio in termini que reconociendo esa dignidad se considere y se permita el asesinato del nasciturus como parece querer dejar abierto esta nueva formación política? ¿Es que no surge realmente del cristianismo esa dignidad cuando en el libro del Génesis dice Dios “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” (Gn. 1, 26)?

Es entonces necesario que en el Estado en que se vaya a reconocer dicha dignidad sea reconocida o bien como surge realmente en el cristianismo siendo corrompida por el pecado o esa dignidad enciclopedista que rechaza cualquier orden sobrenatural y por ende da la espalda también al orden natural dejando cabida al mero derecho positivo.

Es por tanto conditio sine qua non que si en España se quiere reconocer la dignidad de la persona realmente sea reconocida también la dignidad del no nacido, sea reconocida la importancia de la catolicidad en España y se inspiren las leyes a través de esa verdad, llegando a lo que Francisco Suárez llamaría “el bien común completo”. Lo que no se haga desde una concepción católica de la sociedad, de la economía y de la Patria no conducirá más que a un retorno hermético que como consecuencia tendrá de facto un orden anti-natura.