Un fotógrafo frente a la entrada de la finca La Benita, donde la víctima apareció en un pozo con una piedra al cuello.

Fernando T. H, de 64 años fue asesinado en agosto de 2009 en una finca agrícola situada en la partida alicantina de Fontcalent. Su cuerpo apareció en un pozo con una piedra de 20 kilos atada al cuello. En septiembre, la Guardia Civil detuvo a un joven africano como presunto autor del homicidio. Los investigadores lo localizaron en la cárcel, donde se encontraba por otros delitos. Cuando fueron a arrestarle, descubrieron que se había escondido algo: un anillo.

Esta joya se convirtió en la principal prueba acusatoria contra el sospechoso, puesto que los investigadores no pudieron identificar ningún resto biológico. Sin embargo, la Guardia Civil se la entregó a la familia del difunto para que lo identificara, pero ellos perdieron el anillo.

Aunque juraban y perjuraban que era del difunto, la prueba acusatoria se desvaneció para siempre. Los endebles indicios que existían contra el sospechoso no han servido para mantener abierto el caso y un juzgado de instrucción de Alicante ha archivado la causa abierta contra este joven africano. Sin embargo, sí continúa imputado el dueño de la finca La Benita, puesto que, a raíz del crimen, se descubrió que tenía trabajando allí a varios extranjeros de manera irregular y a cambio de un mísero salario.

El propietario tendrá que responder ante los tribunales por un delito contra los derechos de los trabajadores, pero, de momento, el crimen de Fernando ha quedado impune.

Todo ocurrió a principios de agosto de 2009 en la casa La Benita, donde la víctima llevaba viviendo unos seis meses, ya que cuidaba de las cabras del propietario.

Allí dormían también varios trabajadores extranjeros, entre ellos el joven africano que posteriormente fue detenido. Según las manifestaciones de la familia del difunto, ambos se llevaban mal y días antes del crimen habían discutido, ya que el arrestado le reprochaba a la víctima que hablaba mal de él a su jefe para que le echaran.

La hipótesis de trabajo de la Guardia Civil es que ambos se enzarzaron en una pelea y el joven africano acabó matando a Fernando T. H. En la casa se encontraron signos de lucha y restos de sangre que alguien había tratado de borrar con agua.

El dueño de la parcela fue quien se percató de que había ocurrido algo raro, y llamó a la mujer de la víctima para preguntarle si lo había visto, ya que se había dejado el móvil en la casa y su motocicleta estaba aparcada en la puerta.

En un primer rastreo los investigadores no encontraron nada, a pesar de que se asomaron al pozo, porque el agua estaba muy turbia. Decidieron avisar al Grupo de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil. Sin embargo, al día siguiente el propietario de la hacienda vio algo flotando en el pozo. Era el cadáver, que, pese al lastre, había aflorado a la superficie por los gases que se generan al descomponerse el cuerpo.

Ahora, sin ningún imputado al que poder procesar, el crimen vuele a la lista de homicidios sin resolver en la provincia.

La víctima. Fernando T. H. tenía 64 años y llevaba unos seis meses viviendo en la finca donde fue asesinado. Cuidaba a los animales del propietario. 

Sospechoso. La Guardia Civil detuvo a un joven africano como presunto autor del crimen. lo localizaron en prisión, donde se encontraba por otro delito.

Prueba. El sospechoso intentó esconder en la boca un anillo que supuestamente pertenecía a la víctima. Cuando la familia del difunto recibió la joya para identificarla, la perdió.

Sobreseimiento. El juzgado de Alicante que investigaba el caso decidió archivarlo al no hallar más indicios contra el imputado.