Todas las opiniones cuentan…mientras no molesten
Montse Gil-Delgado Fernández.- En el proceso de consolidación de un grupo de poder como opción representativa viable, capaz de llevar a las instituciones un mensaje que simbolice el sentir mayoritario de un sector de población, se van sucediendo diversos obstáculos. A medida que ese grupo obtiene el beneplácito del sistema y se constata su posibilidad de crecimiento, se encuentra con la dificultad de distinguir entre los advenedizos que se acercan al proyecto para subirse a un tren en marcha con el objetivo exclusivo de sacar provecho personal, de las personas que realmente sienten la llamada para unirse a sus afines, ideológicamente hablando, con el firme propósito trabajar por mejorar la sociedad en la que vivimos. Difícil tarea, propia más bien de un departamento de selección de personal.
Otra dificultad se presenta cuando los grupos crecen incontroladamente y el mensaje que realmente se quiere trasmitir se difumina entre dimes, diretes, cotilleos, luchas de poder, enfrentamientos personales, etc. Somos humanos, hay cosas difíciles de evitar. Y con esa excusa empieza la censura. Los grupos divulgativos en redes sociales se bloquean y se convierten en meros reportes de actividad y propaganda. Las opiniones personales dejan de ser tenidas en cuenta. Cualquiera que ofrezca una voz crítica respecto a las acciones o ideas que se ponen en práctica dentro de la actividad cotidiana, se silencia. Y esas voces surgen, inevitablemente. Se entra entonces en un círculo vicioso: el malestar generado entre las personas que se sienten ninguneadas y/o silenciadas provoca más quejas que a su vez son objeto de una mayor censura y más control. Puede ocurrir que estas cuestiones acaben aireándose en la prensa, que gracias a las leyes que aún imperan en nuestro país y a las instituciones que nos hemos dado es libre de hacerse eco de lo que considere oportuno.
En algunos casos, esos medios deben su lealtad a fuentes de ingresos ajenas a los mismos lectores, algo que convierte a quienes ejercen la tarea periodística en una especie de mercenarios a sueldo. Sin embargo, en pocas ocasiones pequeños medios consiguen mantener su independencia y pese a que su crecimiento siempre va a estar limitado por sus modestas posibilidades económicas siempre podrán presumir de que son libres para decir o publicar lo que les venga en gana. Y mantenerse fieles a su público. También ellos sufren los zarpazos de la censura: cuantas más posibilidades tengan de influir en las personas más férreo será el intento de controlar la información.
Los partidos políticos son el ejemplo más claro de estas actitudes dictatoriales. Cuesta mucho tiempo, esfuerzo y dinero hacerse un nombre en la escena pública y crear una imagen que consiga atraer votos: no pueden tolerar que todo ese trabajo se tire por la borda por culpa de unos militantes indisciplinados y unos medios que les den voz. Los afiliados deben acatar la disciplina de partido y las ideas propias no cuentan para la dirección. La marca es lo primero y las estrategias se diseñan arriba. En la mayoría de los casos ni siquiera los militantes de base conocen las verdaderas intenciones del partido por el que creen sentirse representados, eso es información privilegiada que solo está al alcance de unos pocos. El objetivo es trasmitir a los ciudadanos la ilusión por unas siglas que defienden sus ideas y sus legítimos -o no- intereses allá donde obtengan representación, así que para muchos la inversión material o inmaterial en pro de esa causa está más que justificada.
Y a medida que más personas se van colocando en los puestos relevantes el control se vuelve más fuerte. Porque ya no solo hay que mantener la marca a salvo de críticas malévolas, también hay que proteger a aquellos que, prácticamente de la noche a la mañana ocupan puestos de responsabilidad y cuya acción política va a repercutir de forma importante en la imagen del partido. Algunos de ellos, en su trayectoria hacia el poder, habrán hecho enemigos que estarán esperando su momento para devolver el golpe. La política es un despiadado juego de poder. Muchos cargos no estarán a la altura y quizás hayan escalado puestos no precisamente por méritos propios. A más mediocridad, más censura. Hay que compensar la falta de eficiencia con campañas de imagen que arreglen lo que el talento, que en ocasiones brilla por su ausencia, no puede conseguir. Así que no es de extrañar que se llame al boicot a los medios incómodos, a los que sirven como vehículo de expresión de la militancia descontenta y a los que ponen frente al espejo a los dirigentes que una vez prometieron que lo más importante sería escuchar la voz de los afiliados y sin embargo, una vez que se van cumpliendo objetivos, se olvidan de los que han dedicado su tiempo y su dinero para llevarlos a lo más alto.
La libertad de expresión es un derecho definido como fundamental en la Constitución y en varios acuerdos jurídicos internacionales. Pero no son esos tratados los que le confieren su valor como elemento imprescindible e irrenunciable para la sana convivencia entre personas. El pensamiento libre, precursor de esa libertad de expresión, es una herramienta poderosa capaz de cambiar la Historia; no es de extrañar que los de arriba inviertan cuantiosos recursos para que impere la uniformidad al servicio de unos intereses determinados, anulando al discrepante y apartando a todo aquel que tenga una visión crítica con la corriente oficial. La censura es inherente al poder porque como dijo Lord Acton, “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.
Jajaja pero que morro tenéis.
Yo creo que el enemigo a batir es el socialismo económico en toda la hispanidad. Quizás me salga un poco de tema, pero yo creo que lo importante es lograr cambiar las cosas, y entre tanto caos de luchas de poder, la gente en general, tiene que recibir un mensaje potente de transformación. Y se debe insistir en ese mensaje, para que funcione y porque es la verdad. El socialismo tantas veces ha demostrado ser una vía para dar poder a una clase política corrupta, crear un círculo vicioso de pobreza y ayudas basadas en impuestos, con sus chiringuitos, su… Leer más »
La libertad de expresion es fundamental y no debemos permitir que nos la roben, mucha gente murio desangrada en zanjas llenas de barro para que tengamos esta libertad de expresion, permitir que nos la arrebaten seria una burla perversa hacia ellos, llegado el momento siempre hay que decir lo que se piensa y decirlo alto, a quien no le guste lo que dices que no te escuche y a quien intente usar la violencia para callarte pues violencia defensiva con proporcionalidad y que vuelen dientes, el que se calla cuando debe decir lo que piensa no es hombre ni es… Leer más »