Tiene 94 años, festejó 44 de trabajo en McDonald’s y no se quiere retirar
Cuando su marido se retiró por discapacidad, ella sintió que si los dos se quedaban en la casa envejecerían a toda velocidad. “Somos jóvenes todavía”, le dijo Loraine Maurer a Kenneth y salió de la casa para comenzar a trabajar en McDonald’s. Aunque no esperaba quedarse mucho tiempo, siguió en esa empresa, en distintos restaurantes de Evansville, Indiana. Y allí, en el local de North Green River Road, esta mujer de 94 años celebró 44 de trabajo.
Sus hijos se han jubilado ya —tiene seis nietos y siete bisnietos—, pero ella no quiere siquiera pensar en eso: “Extrañaría mucho”, dijo. “No puedo dejarlo. Es una razón para levantarme a la mañana. Y las personas son agradables”.

Sus seis hijos se han jubilado, pero a ella el trabajo le representa una razón para levantarse a la mañana
Los propietarios de la franquicia hicieron una fiesta para la trabajadora, que se convirtió en una atracción en sí misma, por su presencia de décadas detrás en la atención a los clientes. “Ella trabajó en otros McDonald’s antes. Vienen de toda la ciudad para verla”, dijo Kathy Kenworthy, la dueña. “La gente quiere su café o su avena hechos al estilo de Lorraine”.
Los años han acercado tanto a los clientes y a Miss Lorraine que cuando el clima es malo, la van a buscar y casi siempre la llevan de regreso a su casa. A veces va aunque no tenga que trabajar: a pesar de su edad, contradice el consejo médico sobre la comida rápida. Le gusta sobre todo el sándwich de pescado.

Los dueños de la franquicia y los compañeros de trabajo celebraron los 44 años de empleo de Miss Loraine.
Para poder comenzar el turno del desayuno a las 5 de la mañana, los viernes y los sábados Maurer se levanta a las 3, en plena madrugada. Muchas veces espera a los clientes regulares con sus pedidos habituales en marcha. “Los conozco bien, conozco a muchos de sus hijos. Algunos me piden que rece por ellos y lo hago”, dijo. Luego de trabajar va a la iglesia y a su casa: todo le queda en la misma zona.
“Es muy confiable, nunca falta”, la describió Kenworthy. “Tiene una memoria asombrosa. Puede recordar historias de McDonald’s de hace 44 años o de hace cinco minutos. Recuerda las cosas y los rostros, y hace que la gente se sienta especial en el restaurante”.
Luego de la muerte de su marido, en 1980, Maurer comenzó a viajar con una ex compañera de colegio, también viuda: “Fui a Australia, a Rusia, a Grecia, a Roma”. En todas las ciudades buscó los arcos de la casa de fast food: “Siempre hay uno”.