BD.- Las personas medianamente enteradas y razonables, no cegadas por la propaganda de los medios occidentales, peones del imperialismo atlántico/sionista, y libres de la orejeras de la desinformación ambiente, no tienen ningún impedimento para ver que con Putin estamos frente a un estratega de primera línea. Se trata de un hombre cuya paciencia sólo es igualada por su habilidad de jugador de ajedrez sobre el tablero geopolítico.

Putin es un hombre que ha comprendido que no se lidera a una nación con gesticulaciones vanas y bajo el imperio de las emociones sino con estrategias bien pensadas. Todo lo contrario que nuestros dirigentes occidentales, a cada cual más grotesco e incompetente.

La agitación occidental contrasta fuertemente con la calma y la reserva rusas, y las razones de esa diferencia me parecen claras. El invierno llega, Putin lo sabe y lo espera con paciencia. Él sabe que cuando llegue el invierno, tendrá muchas cartas en las manos. Los occidentales lo saben también y tratan de hacer que las cosas se muevan lo más rápidamente posible. Podemos apostar, pues, que intentarán algunas sucias jugadas antes de que sea demasidado tarde para ellos. Son capaces de intentar incluso desestabilizar a Rusia desde el interior respaldando a sus peones sobre el terreno para provocar disturbios, atentados y alguna “revolución” de color con epicentro en la Plaza Roja. ¿Por qué no? Los enemigos de Rusia lo son también de la paz y la cooperación entre las naciones sobre bases de igualdad y respeto mutuo. Y sabemos lo que son capaces de hacer para alcanzar sus siniestros objetivos: Yugoslavia, después Serbia, Siria, Afganistán, Libia, Siria, Ucrania… La lista no es completa ni está cerrada. Pronto veremos como añaden algunos nombres más a esta serie.

La verdad es que estos fabricantes de guerras, estos destructores de naciones, estos verdugos de pueblos, están perdiendo. En este escenario como en otros. De ahí su nerviosismo creciente y su rabia apenas contenida. Eso es una buena cosa, pero también es un peligro, ya que se están volviendo cada vez más agresivos, y el peligro aumenta de que cometan agresiones aún más graves contra quienes son un impedimento a sus planes de dominación mundial. La pérdida de influencia del bloque occidental liderado por los EEUU les está provocando pesadillas y harán todo lo que esté en sus manos para evitar la eventualidad de perder el control de lo que hasta ahora está bajo su mando y decir adíos definitivamente a sus delirios imperialistas globales.

Los occidentales saben muy bien lo que se están jugando. Si pierden la partida, saldrán ineluctablemente debilitados de ella, y después ya no volverán a tener la ocasión de recuperar lo perdido antes de mucho tiempo. Los fracasos sucesivos de los estadounidenses en distintos escenarios les han restado capacidad de asustar. Y ahora que algunos países disidentes saben que pueden contar con China y Rusia para bloquear algunas cosas en el consejo de Seguridad de la ONU o para desbloquear otras (por ejemplo el banco de los BRICS), podrán reclamar con mayor fuerza su independencia. Y Putin puede aprovechar la situación para tejer interesantes relaciones de cara a futuro. Porque hay que decirlo: Putin parece mirar resueltamente el futuro mientras que los occidentales se aferran a las viejas realidades en un escenario que está cambiando, el antiguo mundo que trata desesperadamente escapar a la realidad y a la emergencia de un nuevo mundo.

Es una partida crucial la que se está actualmente jugando. Los occidentales parecen ser concientes de que tienen plazo hasta el invierno para mover sus fichas y hacer avanzar sus peones. Pronto tendremos la respuesta. Pero como en el pasado (las campañas napoleónica e hitleriana), el invierno muy bien podría aportar cosas positivas para los rusos.