El presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha criticado la difusión de la comida “halal” -la carne cortada según el ritual islámico- en los colegios públicos franceses, y ha pedido que se “clarifique el etiquetado” para que los alumnos sepan lo que toman, “sea halal o no”.

Sus declaraciones se producen un día después de que su ministro del Interior, Claude Gueant, criticase las consecuencias del multiculturalismo en los liceos, y sugiriera limitaciones a la difusión de la carne “halal” en los comedores de los colegios. Según la norma musulmana, los animales que permite la ley deben ser sacrificados con un corte en el cuello, y ser previamente desangrados.

Hace un mes, la candidata del Frente Nacional, Marine Le Pen, incidió en la misma preocupación de muchos franceses, y afirmó que la mayor parte de la carne que se vende en París es “halal”. La Asociación de la Industria Cárnica Francesa negó esas alegaciones.

La izquierda ha criticado con acritud las declaraciones de Sarkozy, calificándolas de “oportunistas”. El presidente sigue por detrás en las encuestas frente al socialista Hollande ante las elecciones de junio, y necesita embolsarse una buena partida del voto de Le Pen, que en estos momentos apoya el 20 por ciento del electorado.

Crítica sin fundamento

No obstante, el entorno de Sarkozy recuerda que las críticas de éste al “fracaso del multiculturalismo” vienen de antiguo. En su discurso, el presidente francés no sólo criticó la difusión sutil de la carne “halal” en Francia, sino otras pérdidas de la identidad francesa y europea, sacrificadas en el altar del concepto laicista del Estado.

“Tenemos que considerar nuestras festividades, las torres de iglesias y catedrales en nuestros pueblos y ciudades, nuestras costumbres gastronómicas, nuestra moral, como aspectos de nuestra civilización, no solo de nuestra religión: la civilización de la República Francesa”, ha argumentado Sarkozy, utilizando una vieja aspiración que ha reflejado en algunos libros.