Ernesto Villar: “El asesinato de Carrero fue la gran campaña de marketing de ETA”
El 20 de diciembre de 1973, el coche en el que viajaban el presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco, su chófer y su escolta saltaba por los aires tras explotar una bomba que ETA había colocado bajo el asfalto, en un túnel excavado en el número 104 de la calle Claudio Coello.
“Carrero Blanco era una persona que necesitaba un jefe de prensa”, nos dice Ernesto Villar, porque tenía una imagen distinta de lo que era. Según Villar, el sumario era la gran incógnita de este caso, “es muy largo, muy prolijo e incluye pistas que no se sabe muy bien por qué se desatendieron”. “Nadie avisó a los escoltas de los planes que existían para asesinarle y se conocían”, asegura.
¿Cómo es posible que nadie se diera cuenta de la preparación de un atentado tan complejo, cometido a unos metros de la embajada americana y un día después de la visita del secretario de Estado, Henry Kissinger? ¿Cómo pudo pasearse por Madrid, durante más de un año, un grupo de etarras fichados por la Policía, que hicieron ruido, cometieron todo tipo de imprudencias, dejaron huellas por doquier y se dedicaron a entrenarse asaltando tiendas y comisarías? Son algunas de las cuestiones que se plantean en la obra de Ernesto Villar, “Todos quieren matar a Carrero”.
Para Villar elasesinato de carrero Blanco fue para ETA “su gran campaña de marketing, ETA no cambió nada”. “Carrero ya había prometido quitarse de escena cuando Franco muriese”, añade.