La generosidad con dinero ajeno
Por Hana Fischer.- El socialismo es una ideología cuya esencia es la desvalorización de la propiedad privada. Entre los que profesan esa corriente de pensamiento, es posible diferenciar entre dos clases de sujetos.
Por un lado, están aquellas personas que son desprendidas, que le otorgan poco valor a los bienes materiales y al dinero. Son generosos en el sentido genuino de esta palabra. En ocasiones pecan de ingenuos porque hay gente que se aprovecha de ellos pero lo que no se les podrá negar, es que son intelectualmente honestos: practican con lo propio aquello que proclaman con las palabras.
El otro grupo es el más numeroso. Posiblemente abarque al 95 % o más de los socialistas, a juzgar por lo que observamos en la vida cotidiana. Hablan de “solidaridad”, que en los hechos, significa quitarle a “otros” lo que les pertenece para “distribuirlo” con los demás. Persiguen el poder con el objeto de ser ellos los “que parten y reparten”, cuya consecuencia es -como advierte el dicho popular- “quedarse con la mejor parte”. Así lo indican las escasas investigaciones realizadas acerca de qué proporción del “gasto social” realmente llega a sus supuestos beneficiarios y cuánto “se drena” por el camino (quedando en manos de burócratas, políticos, intermediarios y ONGs “compañeras”).
Hay un chiste que ilustra nítidamente el comportamiento de la mayoría de los socialistas, que reza así:
– Si usted tuviera dos casas, ¿qué haría?
– Me quedaría con una y la otra la regalaría.
– ¿Y si tuviera dos autos?
– Me quedaría con uno y el otro lo daría.
– ¿Y con dos gallinas?
– ¡Ah no, con las gallinas no se meta que gallinas tengo!, responde el socialista indignado.