Del Tamayazo a la ‘Cassona’ de Málaga
Por Gonzalo Sichar.- Pocos días después de declarado el estado de alarma Koldo Leoz (EH Bildu) consiguió de nuevo ser alcalde de Estella, la carismática ciudad navarra para el mundo proetarra porque fue allí donde se establecieron los pactos entre diferentes fuerzas nacionalistas y algunas de izquierda para trabajar hacia la independencia. Hay que recordar que en aquella época (12 de septiembre de 1998) ETA seguía actuando, o sea, matando hasta 2010. Leoz ocupó la alcaldía entre 2015 y 2019 y la recuperó mediante una moción de censura acordada con Geroa Bai y dos concejales tránsfugas expulsados del PSN precisamente por su intención de hacer alcalde al candidato de la izquierda abertzale.
Había quien pensaba que tendrían la decencia de esperar a que se terminara el estado de alarma. Pensar que a esa gentuza le podía quedar algo de miramientos es no conocer la trayectoria de quienes conforman EH Bildu.
Estella (o Lizarra en euskera) tiene poco más de 13.000 habitantes. Pero hay que remontarse a 2003 para asistir a una moción de censura con protagonismo de tránsfugas en un cambio de gobierno de una entidad de embergadura. Recuerden el Tamayazo de la Comunidad de Madrid.
La semana pasada con un alcalde aún convaleciente y con el país en estado de alarma en medio de una pandemia en los cinco continentes, nos despertamos con un tránsfuga en el consistorio de Málaga, la sexta ciudad más poblada de España. A partir de ese día todos nos preguntamos si el preámbulo a una posible moción de censura. Habrá quien piense que quizá esta moción pueda esperar a salir del estado de alarma y a que el alcalde esté recuperado de su salud. Pero pensar que al protagonista de esta previsible moción le puede quedar algo de miramientos es no conocer al personaje.
Todo movimiento político tiene un objetivo y un medio para alcanzarlo. Juan Cassá arguye que Ciudadanos ya no está dirigido por la misma gente que cuando él entró. Creo que un partido político es un proyecto más amplio que su simple cabeza. Pero es que además el partido naranja sigue dirigido por los mismos, salvo Albert Rivera y alguno que otro como Fernando de Páramo y Jose Manuel Villegas. Pero Inés Arrimadas ya estaba; sigue José María Espejo-Saavedra (el amiguísimo de Rivera que le acompañó al primer acto de Cs); continúa Carlos Cuadrado, el responsable de finanzas que obligaba (y quizá continúe obligando) a cada grupo institucional a pagar un peaje al partido (algo a lo que me negué y por lo que cuando yo me fui había ahorrado más de 130.000 euros cuyo destino final desconozco)… en fin, el partido sigue siendo el mismo. Que ahora Inés Arrimadas empieza a mirar al PSOE en vez de al PP no es un cambio de rumbo nuevo, sino que entra dentro de su comportamiento veleta habitual. Juan Cassá por tanto no puede tener como móvil que ahora el partido sea distinto.
El asturiano se quedó fuera de seguir siendo miembro del Consejo General. Perderse un viaje mensual a Madrid para levantar la mano cuando se lo digan no creo que tampoco sea motivo para irse de una formación política, más allá de que ya no pueda presumir de ser miembro de un órgano ideado para controlar a la ejecutiva del partido pero diseñado en la práctica para llevar políticas a la búlgara.
Así que habrá que seguir urdiendo otros argumentos para conocer por qué al ex portavoz de Ciudadanos le ha podido interesar salirse del partido que le aupó políticamente. Él es uno de tantos políticos que presume de haber ganado más dinero en la esfera privada que en al pública. Y es otro de los muchos de los que dudo bastante que sea cierto. A alguien que gana mucho dinero no se le hacen los ojos chirivitas por recibir 1.000 euros, que es lo que ganamos más o menos en nuestra primera nómina del medio mes de junio de 2015.
Uno de mis primeros enfrentamientos con él en el grupo municipal era porque yo quería que fuera obligatorio que publicásemos nuestros CV y vidas laborales (que además yo sí publiqué voluntariamente poniendo en evidencia al resto de concejales). Él presumía de haber dirigido en Costa Rica un hotel de no sé cuántas estrellas. Viendo lo mal que maneja grupos humanos —con gritos, contratando por cuatro perras a desesperados laborales y echándoles cuando ya nos les servía…— dudaba mucho que eso fuera cierto pero quería ver si se atrevía a plasmarlo por escrito en un CV. En Ciudadanos, solo teóricamente, falsificar un CV era motivo de expulsión y por entonces yo lo creía.
Alguien que ha tratado de comprar a las cofradías regándolas de dinero pero con la torpeza de exigir tocar la campana a la salida, demuestra dos cosas: que practica la vieja política y que no tiene la menor sensibilidad cultural al saltarse un protocolo muy arraigado y poniéndose por encima de gente honorable.
Alguien que va prometiendo a distintos afiliados el mismo puesto está claro que lo único que quiere es garantizarse una victoria ante unas primarias —que finalmente no se celebraron en ‘el partido de las primarias’—, es decir, quiere seguir aferrado a su sillón. Y habiendo demostrado tanta falta de respeto ante demasiados colectivos y compañeros de partido, solo deja entrever que lo que le interesa es tener un sueldo. Si los políticos cobran mucho o poco para mí es un debate con mucha relatividad, yo hablaría más de sueldos merecidos o inmerecidos. Que nos explique él o alguien de su equipo el trabajo que ha desarrollado en los pueblos en su último año, porque teniendo la fuerza que da estar en el equipo de gobierno —aunque hasta en eso estaba medio apartado— ha tenido una nula visibilidad como diputado provincial.
Si convenimos que su motivación en política es de índole económica y por intereses privados, y al pasarse a concejal y diputado no adscrito pierde por lo menos el 25% del sueldo, alguna otra compensación tendrá que tener. ¿Y de dónde le puede venir si no es entrando en el gobierno municipal o de gerente de alguna empresa pública? Además así se venga de Francisco de la Torre, un alcalde que a la larga se ha visto que no siente ningún aprecio por quien se creía su delfín.
Hay que recordar que durante casi todo el mandato anterior para Cassá nuestro alcalde era lo mejor del mundo y diferenciaba constantemente a De la Torre del Partido Popular. Yo hace mucho que no hablo con el coletas de Málaga (hemos estado plenos de cinco o seis horas sin dirigirnos la palabra) y por eso no le aconsejaba, pero dejaba caer a quienes podían hablar con él que esa era muy mala estrategia. ¿Qué pasaría si el alcalde decidía volver a presentarse? Que se quedaba sin discurso. Pero eso a Cassá le traía al pairo. De la Torre decidió volver a presentarse y Cassá pasó ipso facto al discurso de «Paco no cumple», y a la guerra total.
En enero de 2019 me fui a Madrid a advertir a la dirección de que con Cassá Ciudadanos perdería votos. Que había una oportunidad única de tener un excelente resultado porque al alcalde le pesaban tantos años en el poder, y además simplemente también ya le pesaban sus años. Que el PSOE se presentaba con un candidato sin capacidad de liderazgo, que con tantos años de experiencia seguía recitando discursos como colegial ante un examen oral. Que además el votante de derechas cansado de De la Torre, del enchufismo en el ayuntamiento y de su política urbanística, tendría una opción más, como era la del emergente Vox.
Sobra decir que no se me hizo ni caso. A partir de ese momento decidí que no me presentaría en las listas. Y fue el adelanto electoral de las generales lo que me obligó moralmente a no terminar los tres meses que me quedaban. No podía seguir en un partido al que no iba a votar el 26 de abril.
Después se ha dicho que me fui porque el partido no contaba conmigo. No tengo ni idea de los planes del partido para mí. Solo sé que a la media hora de presentar mi dimisión un desconocido para casi todos los malagueños secretario provincial de Organización de Ciudadanos me llamó por teléfono. Era tarde. Llevaba yo dos meses pidiéndole una reunión para explicarle cómo veía que debían ser los planes de expansión del partido a nivel provincial, dado mi conocimiento de la provincia.
Después, cual novia despechada, desde el partido se dijo que me iba porque había acordado ir en la lista de otro partido con posibilidades de salir, lo cual era totalmente falso. Presenté mi dimisión el 7 de marzo y el 26 de abril estaba abriendo un nuevo negocio… como para estar pensando seriamente en saltar a otro partido. Si no hubiese actuado con ética lo lógico hubiese sido esperarme primero a ver si quizá el partido me hubiese buscado algún acomodo, pues entrando en gobiernos era un secreto a voces que les faltaba gente con preparación.
En el peor de los casos, que Ciudadanos me hubiese dado la patada, habría tenido tres meses más de sueldo y dos años donde cobrar desempleo o poder capitalizar mis seguros sociales. Pero para entender una renuncia por ética, hay que tener ética. Quizá les reconcome no haberme dado la puntilla de esa muerte anunciada y haber sido yo el que les dio la patada.
El tiempo me dio la razón, y Ciudadanos —como Vox— sacaron la mitad de los votos en las municipales de Málaga que en las europeas. Y el PP subió un concejal. Cassá hacía años que dijo que si bajaba en concejales se iría a su casa. Mintió, una vez más. Ciudadanos pasó de tres a dos, pero él en su silla se quedó.
A partir del 27 de mayo en Ciudadanos se tienen que poner a fondo para contentar a un Cassá que podía romper disciplina de voto y aupar al candidato socialista a la alcaldía. Se le manda a Diputación para que cobre más pero se le aparta de los gobiernos municipal y provincial. Con sus casi 15.000 euros anuales de premio, se queda quieto un año.
¿Por qué perder todos los privilegios conseguidos en aquella negociación de mayo o junio? Alguien sin futuro político alguno solo puede actuar a corto plazo. Por eso nunca pensé que esto llegaría tan pronto. Pero al PSOE una moción de censura a seis meses no le bastaría para borrar la huella de un alcalde tan popular como Francisco de la Torre. Es ahora o nunca. Y este PSOE no es ya el Partido Socialista que trató durante cuarenta años a Andalucía como su cortijo; este PSOE, también el de Daniel Pérez, es el que negocia con quien sea para llegar al poder. Si ha sido capaz de negociar con quienes quieren destruir a España, cómo no va a hacerlo con alguien que su vacío currículo tiene que adornarlo con su participación en consejos de administración de empresas municipales y que simplemente quiso ser alcalde con tres concejales y que una ardilla cruzase Málaga sin tocar el suelo?
*Gonzalo Sichar es profesor de Antropología Social de la UNED y ha sido portavoz de Ciudadanos en la Diputación de Málaga y concejal en Málaga
ESPAÑA NECESITA UNA RECONQUISTA TOTAL