María Dabán.- Los populares son conscientes de que el “no” de Rivera es definitivo, pero a ojos de la opinión pública, piensan, quedarán como aquellos que, al menos, lo han intentado. De ahí que en las últimas horas hayan tirado de una nueva idea: si Ciudadanos no ha querido sumar, esperan que sean los españoles los que sumen papeletas en favor del PP, vienen a decir.

En esta ocasión y de cara al 10N, Pablo Casado se ha aplicado el consejo de de Albert Einstein que decía que, si buscas resultados distintos, no hay que hacer siempre lo mismo. En los comicios de mayo, los populares apelaron al voto útil, al voto necesario, como lo llamaban, hicieron guiños a VOX, su candidato multiplicó hasta la saciedad su presencia en los medios, y tuvo más de un desliz que le hizo aparecer como un líder radical. La apuesta no pudo salir peor porque cosecharon los peores resultados de su historia.

El cambio era pues, necesario, comenzó a fraguarse en las municipales y autonómicas donde salvaron sus muebles. Desde entonces, Casado ha modificado radicalmente su estrategia: ha cultivado su perfil de líder moderado, de hombre de estado que ha tendido la mano a Sánchez para alcanzar grandes pactos nacionales. Ahora propone además, conformar alianzas pre-electorales que no incluyen a los de Abascal. Y con todo esto, están consiguiendo, al menos, subir en las encuestas.

Albert Rivera no ha ocultado su incomodidad por ese “cortejo” de los populares. Se ha cerrado en banda a cualquier pacto preelectoral porque considera que, las siglas de Ciudadanos quedarían diluidas en un acuerdo de este tipo con los populares, y él, a lo que aspira, es a sustituir al PP. El líder naranja, no descarta eso sí, alcanzar pactos postelectorales, como ha ocurrido en comunidades y ayuntamientos. El problema es que, según un ex-dirigente popular, con esto solo conseguirá que el 10 de noviembre haya probablemente un titular: “el PP suma, pero Rivera, resta”.