La nueva vida del padre Apeles, el juguete roto que intentó suicidarse por culpa de la televisión
A mediados de los noventa saltó a la fama el padre Apeles, un sacerdote polémico que ganó popularidad en el programa de debate «Moros y cristianos», conducido por Javier Sardá en sus inicios y más tarde por Jordi González. Llegó a convertirse en uno de los personajes más mediáticos del siglo XX. Vestido siempre de clérigo, pese a que en 1997 fue desautorizado por la Conferencia Episcopal Española, participó en numerosos programas de televisión, como «Sálvame» o «GH Vip».
Ya sin título pero todavía con el alzacuellos, el padre Apeles se recorrió todos los programas, desde «Crónicas Marcianas» a «La Noria». Le salió alguna novia como Yola Berrocal, uno de los momentos más duros de su carrera. «Eso fue como cuando te pasa un tren por encima, que no te hace ninguna ilusión. Me defendí, puse pleitos y los gané. Pero la sentencia vino dos años y medio después y ya a nadie le interesó publicar que aquellas fotos eran un montaje y que yo no había tenido nada con esa señora», aseguró hace unos años.
Presentó el cuponazo con Carmen Sevilla, y hasta tuvo un espacio con su nombre junto a Rocío Carrasco, «Cita con Apeles» (1997), por donde desfilaron desde Terelu Campos hasta Lara Dibildos.
Como a tantos personajes, la televisión le pasó factura. Deprimido, el padre Apeles llegó a decir que vivía en la más absoluta soledad, y hasta intentó suicidarse en 2012 ingiriendo gran cantidad de somníferos y alcohol: «Soy un hombre pesimista y depresivo», reconoció en el programa «Viva la vida». «Tenía ganas de morirme. No tenía ganas de vivir. Tomaba muchos somníferos. Iba andando y me torcía mucho los pies. Llegó un momento en que solo tomaba las pastillas. Un amigo médico me inyectaba cortisona…. Fue entonces cuando decidí ir al hospital». «Estuve muy mal, a punto de fallecer», confesó en el plató del programa de Telecinco.
Huyendo de los problemas y las cámaras, se fue Italia, donde trabaja como director de un archivo histórico. «Hay cosas que no volvería a hacer. Sí me arrepiento de cosas», explicó el padre Apeles a Emma García.
Y, aunque guarda recuerdos bonitos de su pasado mediático, como las Campos –fue tertuliano en el «Día a día» presentado por la matriarca–, aseguró que la televisión le desbordó.
Este señor vestía de lo que es aunque le desautoricen los jefes. De hecho dicen que ha dado misas siempre y no al estilo más progre. Se equivocó y recibió ayuda que es lo natural.
Me alegro que lo haya superado y que no tuviera éxito en su intento supremo de ir contra la Ley de Dios, cometiendo suicidio.
Dicho esto, siempre me pareció una indecencia su aparición en programas de televisión que podían recibir muchos calificativos menos el de cristianos. Nunca entenderé qué pensaba cuando asistía ni qué pretendía conseguir, más allá de unas mundanas fama y riquezas.
¡¡¡Pero que feo es el tio!!!
Mal cura
Mal cristiano el que no practica la caridad, esencia del mandamiento de Cristo “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”, lo que nos recuerda San Pablo, porque es en la caridad donde está Dios.
De las tres virtudes teologales, fe, esperanza y caridad, la caridad es la que permanecerá para siempre.
También he tenido algunos días tristes y no lo voy contando por ahí.
Hay que saber ser feliz con nuestras pequeñas victorias y los grandes fracasos de los demás.
MAL DE MUCHOS….