La teoría de los grados de separación encuentra su continuación en nuestros genes
En el mundo hay más de 7.000 millones de personas. Es una cantidad difícilmente imaginable si aceptamos la premisa de que cada ser humano conoce, de media, a unas 100 personas entre amigos y familiares. Sin embargo, a principios del siglo XX, el escritor polaco Frigyes Karinthy se planteó la posibilidad de que todos estuviéramos conectados a través de seis enlaces. Así nació la llamada teoría de los seis grados de separación.
Esta teoría se basa en el uso de funciones exponenciales dentro de un modelo teórico, con lo que es difícil su demostración. Sí existen demostraciones que han sido posibles gracias a la tecnología. La más conocida es Anatomy of Facebook. Un estudio que mostró no solo como todos los usuarios de la red social estaban conectados, sino que el número de saltos necesario para llegar de un usuario a otro era ligeramente superior a cinco.
Grados de separación, genéticos
Este mismo modelo se puede extrapolar a la genética gracias a la expansión de los análisis al consumo. El principio es el mismo, salvo que en lugar de una relación directa, se basa en las generaciones: cada uno de nosotros tiene cuatro antepasados directos, es decir, nuestros abuelos. Estos a su vez tienen otros cuatro, lo que a nosotros nos dejaría con 16. De esta manera en 10 generaciones (remontándonos al año 1763) tendríamos 1024 familiares, en 20 (año 1508) más de un millón y en 33 generaciones (año 1153) más de 8 mil millones, es decir, superior a la población total de la Tierra. Hay que recordar que no son datos reales sino proyecciones teóricas, que sí refuerzan la idea de la interrelación entre todos los seres humanos.
Esto, junto a los grandes movimientos de personas que han tenido lugar durante toda la historia de la humanidad, daría explicación a la gran cantidad de procedencias diferentes que tienen nuestros genes.
Según datos de 24Genetics, única empresa genética del mundo que puede encontrar la procedencia genética por regiones, cada uno de nosotros tiene, de media, genes de 24 de lugares diferentes.
Nuestra carga genética geográfica no depende de nuestro lugar de nacimiento ni del de nuestros padres.
El algoritmo de la empresa considera que solo, y a partir de al menos 400 años de antigüedad, ese gen pertenece a una región en concreto. Gracias a esto, puede separar, por ejemplo, las raíces latinoamericanas indígenas de las de los colonos que llegaron hace más de 400 años.
No entiendo porqué si determinada región se mantiene en adecuado equilibrio en concerniente a “flujos demográficos” “receptivos” con las regiones de su entorno y sólo incorpora invasiones esporádicas, sobre una escala de tiempo de elevado orden, tenga que ver afectadas sus “raíces” que, a partir de aquel momento, se podrían considerar como “originarias” de su población. Aplicado a la Península, se podría arrancar por ejemplo de 4500 años atrás con una “supuesta” invasión yamana, yamnaya o yamiki. No todas las regiones tendrán esta cualidad de equilibrio, pero es cuestión de encontrar la “región” y el “arranque” de su equilibrio en… Leer más »