Los racistas son ellos
Xavier Rius*.- El pasado sábado TV3 informó de que dos de los terroristas de Alcanar habían recibido ayudas sociales. Concretamente una ayuda alimentaria concedida por el ayuntamieto de esta localidad. En e-notícies lo recogimos.
La cadena explicaba también que afectados por la explosión tuvieron que pagarse de su bolsillo -en algunos casos ascendía la factura a 8.500 euros- los desperfectos de la deflagración. El hombre que salió en pantalla todavía padece secuelas por el susto.
El propio consistorio debía tener remordimientos de conciencia porque el dato sólo ha trascendido cuando se ha levantado el secreto de sumario. De hecho otorgó ayudas a dos personas que habían ocupado una propiedad ilegalmente.
Al día siguiente La Vanguardia aportó más detalles: habían conseguido empadronarse a pesar de ser okupas. ¿No se necesita pasaporte en vigor y contrato de alguiler?. También habían pinchado la luz a un vecino sin ningún impedimento.
Uno era Younes Abouyaaquob, el autor del atropello de las Ramblas y de la muerte del joven de Vilafranca. El otro Youssef Aallaa, que falleció en la explosión.
Aproveché para hacer un tuit en el que me preguntaba: “¿No nos estaremos pasando con las ayudas sociales?”. Ni siquiera afirmaba, preguntaba. La reacción de algunos lectores fuy inmediata. Empar Moliner me respondió con un escueto no. Otros fueron más beligerantes.
Pero curiosamente nadie aportó datos o agumentos en contra. Se limitaron a insultar. He intentado agruparlos todos por categorías. Ha sido en balde. Había demasiados.
Para Oscar García-Fraile Pueyo -de Podemos Barcelona- era un “miserable”. Miré su perfil y estaba preparando un viaje a Finlandia. Así cualquiera. La izquierda pija.
Me llamaron también “miserable”, que daba pena, “gilipollas” “tonto” -este muy flojo, la verdad- zumbado, “paleto demagogo” o “escoria”. Alguno se idenficaba como antisistema o incluso antifascista. También había de los de “això va de democràcia”.
Estoy especialmente agradecido a los insultos de colegas: Victor Rodrigo, de Nació Digital, me tachó de supremacista. Me suena el chico. Creo que no es la primera vez. En las redes son muy valientes. Luego, presencialmente, se acojonan. Lo digo por experiencia.
A Enric Rodon, del grupo de periodistas soberanistas Ramon Barnils, le provoqué “repugnancia”. Eso sí, él vivía en Sant Cugat. Como dijo otro seguidor -éste a favor- esto se cura con un par de días en Salt. En cuanto le pregunté si lo que había difundido TV3 era mentira sacó a colación las subvenciones a e-notícies. Un clásico. Pero ni respondió.
Ya me gustaría recibir -en subvenciones o en publicidad institucional- lo que reciben El Nacional, Vilaweb o el citado Nació Digital. Los había que se metían directamente con mi condición profesional o con el medio. Esto sí que me duele por todos los que trabajan en él. No estábamos a la altura o publicábamos “basura”.
Uno o una se quejaba de que era un “plumilla con corbata”. Confieso que dejé de ponérmela en cuanto la CUP impuso la camiseta y las chancletas en el Parlament. Años atrás la hermana de Guardiola -cuando desempeñaba funciones de protocolo en la cámara- me confundió con un alto cargo antes de un acto institucional. La industria catalana de la corbata debe haber entrado definitivamente en crisis.
Alguno consideraba que el problema es que era “calvo” pero no acabé de entender la relación entre la calvície y una opinión personal. Había otro que opinaba que el problema eran las ayudas sociales “a tanto hijo de puta” y citaba, en concreto, a “políticos, reyes, grandes empresarios”. Me asusté: creo que era policía porque pertenecía a la Agrupación Reformista de Policías. Más bien parecía del Komintern.
Un tal Pabloork me comparó con los chicos de las Juventudes Hitlerianas a los que Hitler condecoró con medallas y pellizcos en las mejillas antes del hundimiento definitivo del III Reich. Mientras que, para otro, el problema es que era una “fascista”.
El otro día le pregunté a Pablo Casado por su máster -con referencia especial a Nixon, que tuvo que dimitir por mentir- y al día siguiente decían en youtube que era “comunista”.
Otro aseguró que me había convertido en “referencia de medio PSC”. Si que está mal el PSC si yo soy uno de sus referentes. En cambio, otro pensaba que era de Plataforma. También me decían en su día que cobraba de Unió. Cuando el partido ya había cerrado con 22 millones de deuda.
Aunque, por supuesto, el insulto mayoritario era el de “racista”. Me llamaron sucesivamente “basura racista”, que me estaba pasando con tanto racismo o que simplemente lo propagaba. En cuanto se quedan sin argumentos te llaman invariablemente “racista”, “xenófobo” o “islamófobo”. Este último es el insulto de moda.
Pero, insisto, nadie aportó datos en contra. Por eso voy a citar algunos. Espero que me perdonen la extensión del artículo. Sobre todo en plena canícula de agosto.
La primera es una anécdota personal. Reitero que es una anécdota -ya la conté en una columna anterior- aunque me quedé de piedra.
Durante una de mis visitas a can n’Anglada, uno de los barrios con más inmigración de Terrassa, vi un bar lleno de clientes -la mayoría magrebíes- sentados en la terraza. Era un día laborable. Me acerqué y, tras identificarme como periodista, intenté entablar diálogo con uno de los presentes. La cosa fue de esta manera:
– ¿Cuánto tiempo llevan en Catalunya?
– Depende: diez, doce, catorce años.
– Hay mucha gente ¿no?
– Está mal la cosa.
– ¿De qué viven? me atreví a preguntar
– Estamos en paro o en ayudas (las negritas son mías).
¿”En ayudas”?, pensé. Podría creerse que es eso, una anécdota pero mi suegra vivía en un bloque de pisos en Martorell. Debajo tenían un bar semejante. Okupado. Pinchaban la luz de la escalera. Hasta hubo problemas de drogas.
Un día hubo una operación de los Mossos. Con tiros y todos. Quedaron un par de proyectiles incrustados. Creo que siguen ahí. Al poco tiempo reabrieron. Los días laborales, en pleno horario laboral, también siempre está lleno.
Bueno, sí, es otra anécdota. Pero ya son dos. Voy a añadir unas cifras. Cuando Mas nos vendió lo del Govern dels millors fichó como consejero de Empresa a un profesor de Esade, Francesc Xavier Mena.
Mena intentó poner orden en el PIRMI, la renda social que otorga la Generalitat. Se encontraron con 4.000 beneficiados que ganaban más con este subsidio que con el salario mínimo interpofesional.
Uno de los que lo recibía era el imán salafista de Lleida -hasta Àngel Colom dijo que era salafista- y que, según confesó el propio consejero en una entrevista radiofónica “no quería volver al mercado laboral” (1). ¿Para qué?.
A mí me quedó grabado lo que escribió un día el exdiputado del PSC Mohamed Chaib en un libro: “no vamos bien cuando una persona que hace quince o veinte años que está en Catalunya se levanta cada mañana y piensa que los servicios sociales le continuarán solucionando todos los problemas”. “Estas situaciones no suponen ni la integración ni la adaptación ni nada de nada” (2). Chaib, por cierto, es nacido en Tanger.
Y recuerdo que durante la campaña del 27-S, Mas fue un día a un centro para discapacitados físicos en el barrio barcelonés de Sant Andreu. La monja Vicky Molins le confesó: “me he encontrado muchas personas la aspiración de las cuales es vivir del Pirmi”. “Personas que simplemente quieren vivir de un subsidio y sin ningún estímulo”, añadió la religiosa (3).
Quizá podríamos recordar también que, además de los terroristas de las Ramblas, algunos terroristas islámicos se han aprovechado de nuestra buena fe: Chérif Kouachi, uno de los de la matanza de Charlie Hebdo, vivía gracias a ayudas públicas. Era beneficiario del mínimo de inserción social francés: 420 euros mensuales (4).
O que Amédy Coulibaly, el asesino del supermercado judío de París, pidió un préstamo “con el que supuestamente pagó los billetes de avión -de su mujer, su hermano y pareja, y el hijo de ambos- para , el alquiler del coche y, posiblemente, las armas” (5).
Mientras que Khalid el Bakraoui, el kamikaze del metro de Bruselas, pidió la prestación de paro once días antes del atentado y eso que tenía una orden de búsqueda y captura de la Interpol por terriorismo (6). Esta última información la publicó El Punt-Avui. Espero que ahora no les digan racistas a los colegas del diario en catalán.
Bueno, quizá todavía podrían insistir que todo esto es “basura racista”, “casos aislados, “pura demagogia”. Voy a aportar unas estadísticas.
En el 2010 el Gobierno catalán publicó las ayudas de vivienda. Una redactora de e-notícies tuvo la inmensa paciencia de contarlas una a una. De las quinientas otorgadas para ayudar al pago del alquiler -de entre 1.600 y 2.800 euros-, el 77% iban a inmigrantes y el resto a autóctonos. Creo que, desde entonces, no han vuelto a publicarlas.
Por supuesto, no estoy diciendo que la Generalitat beneficie más a los extranjeros. No, eso es una leyenda urbana. Lo que pasa es que éstos tienen un nivel más bajo y por tanto tienen más fácil el acceso a las ayudas. Pero en época de crisis y recortes los autóctonos se sienten agraviados.
Además existe la picaresca. Siempre ha existido. Francisco Candel, en su clásico Nosaltres, els catalans, también lo critica cuando afirma que, en algunos casos, se destruye “el espíritu de trabajo del hombre” (7). ¡Entonces ya había abusos!
Sospecho que es más difícil el control -o la verificación- de la documentación de los extranjeros que de los de aquí. Nadie puede escapar ya a Hacienda. Funcionarios de extranjería te lo dicen a veces en voz baja. A mí encantaría poder hablar un día con uno de ellos para ver si todo lo que se cuenta es cierto o no.
En todo caso, conozco algunos casos. Un amigo mío por ejemplo, de Esquerra por cierto, tenía alquilada una vivienda a magrebíes. Más de una vez le habían ofrecido dejar de pagar, acogerse a la ayuda de la Generalitat e ir a medias. Él se negó siempre. No sé si otros propietarios hacen lo mismo. Hecha la ley hecha la trampa.
Y me consta el caso de un exalto cargo del Gobierno catalán, ahora tertuliano de moda, que ofreció un contrato de 1.200 euros a una mujer -creo que de Europa del Este- para cuidar a su suegro. La mujer le dijo que no. Que entre ayudas y trapicheos de su marido y ella sacaban más en negro.
En Martorell había un colmado de toda la vida, los tres hermanos que lo llevaban se hacían un montón de trabajar. Ellos mismos procedían un pueblo de Teruel que había quedado sepultado por las aguas de una presa. No habían tenido la vida fácil.
En más de una ocasión me contaron que a veces iban inmigrantes con tiquests de comida -no sé si de Cáritas o del Ayuntamiento- y tenía que decirles que no eran para comprar coca-colas sino lentejas.
En cierta forma -y lamentó tener que citar a Marine Le Pen- la líder del Front National tenía razón cuando afirmó, durante una crisis migratoria en Melilla, que “mientras que Europa mantenga una política atractiva para los inmigrantes, nadie les parará” (8). Lo malo es que, de estos temas, sólo hablen los partidos extremistas. Por eso sube la ultraderecha en toda Europa.
¿Por qué, en efecto, los inmigrantes prefieren la UE y no a las ricas monarquías del golfo? ¿U otros países musulmanes como Marruecos? El país vecino no está para tirar cohetes en cuanto a desarrollo económico pero el monarca tiene nueve palacios (9) y un castillo cerca de París. Tampoco debe confiar mucho en su sanidad pública porque recientemente se operó en Francia.
La UE -además de remordimientos de algunos estados miembros por su pasado colonial- tiene el Estado del Binenestar. Ofrece ayudas y subsidios en muchos casos superiores incluso a las de Estados Unidos.
Hace unos años la ministra de Integración de Dinamarca -sí, la de integración- propuso cortar drásticamente las ayudas sociales. No sé si el plan se llevó finalmente a cabo pero detectaron un documento en el que los traficantes de personas comparaban las prestaciones de todos los países de la UE y los daneses estaban arriba de todo del ránking (10).
Tampoco sé si es casualidad que ahora haya manifestaciones contra la prohibición del burka en plena calle. ¿Burkas en Dinamarca? Sí, en Dinamarca. Antaño país de vikingos. En esto caso siempre me pregunto: ¿qué voluntad de integración en la sociedad occidental demuestra una mujer que va con burka? Ella y toda su familia. Ninguna.
Mientras que en España sólo con empadronarse tienen educación y sanidad gratis. Y es relativamente fácil: ni siquiera te piden si has entrado legalmente en el país. Sólo es necesario contrato de alquiler y pasaporte. ¿Pero los ayuntamientos no forman parte también del Estado?
En fin, ¿Cómo quieren que no vengan?
PD/ Para los que sigan insistiendo en llamarme racista, les adjunto las fuentes:
(1) Entrevista en Catalunya Ràdio, 18 de Agosto del 2011
(2) Mohamed Chaib: “Ètica per a una convivència”, L’Esfera dels Llibres, Barcelona 2005 pág 28
(3) La Vanguardia: “Mas reivindica la esencia social del independentismo”, 13 de septiembre del 2016
(4) El País: “El terrorista discreto”, 11 de Enero del 2015
(5) El País: “Llamada a las filas del EI”, 16 de Enero del 2015
(6) El Punt-Avui: “Un gihadista del 22- estava reclamant l’atur”, 31 de marzo del 2016
(7) Pàgina 296
(8) El Mundo, 26 de marzo del 2014
(9) Cahterine Graciet y Éric Laurent: “Le Roi prédateur”, Seuil, París 2012, págs 22 y 23
(10) La Vanguardia: “Dinamarca planea difundir anuncios para disuadir a refugiados”, 30 de juio del 2015.
*Director de e-noticies
Fantástico artículo y estupendamente argumentado sin perder un punto de ironía y humor. Da gusto leer escritos así, espero que el Sr. Rius sea colaborador habitual de AD. No dejo de “extasiarme” cuando leo casos como el de ese tal Víctor Rodrigo, de Nació Digital. Un catalán por los cuatros costados, como su apellido demuestra (no había una política de catalanización de los apellidos castellanos? A este se le debió de olvidar) trabajando para un medio antiespañol. No hay fanatismo como el fanatismo del converso, está claro. Dice el Sr. Rius “No estoy diciendo que la Generalitat beneficie más a… Leer más »
Tengamos muy en cuenta sobretodo una cosa,y es que el enemigo,el principal,el verdadero,es el mayor enemigo de la verdad y de la realidad.
De ahí que como muy bien dice alonso,la realidad y la verdad son racistas, y anti”semitas”.
la realidad y la verdad son racistas
Así nos va.
Ayudamos al extranjero, mientras al español le denegamos todo.
¡Y Viva Honduras, o Guatemala, que no me acuerdo muy bien!