Santiago Agrelo.

FD.- Bien, pues sí no te gustan las fronteras derriba los muros de tu casa. Las fronteras son razonables, de hecho la ley es la frontera que entre otras cosas le impide a los demás robar tu ordenador. A lo mejor lo que te protege a ti de que te roben tu ordenador portátil y cosas más importantes es una frontera. Y si tú dices que las fronteras deberían estar abiertas y dejar pasar a todo aquel que quiera, entonces tú debes estar dispuesto a abrir tu casa y dejarla abierta de manera que quien quiera pueda entrar y quitarte el ordenador y todo lo que te pertenezca, inclusive el episcopado, el orden sacerdotal y la misma iglesia. Así que, franciscano Santiago Agrelo, si no te gustan las fronteras, te puedes librar de los malditos muros de tu casa y de la puerta de tu dormitorio que tampoco la necesitas, de manera que podamos tenerte a la vista siempre que lo queramos; todo esto por el NO A LAS FRONTERAS.

Una cosa que diferencia a los progresistas de los conservadores, a la izquierda de la derecha, es que a la derecha le gusta las fronteras ajustadas a un sentido razonable de poner límites, ya conceptualmente, ya sexualmente, en las familias, a nivel provincial o a nivel nacional, etc.

En cambio la izquierda dice: sí, es lógico, aunque a lo mejor algunas de esas fronteras no son correctas y debe haber fluidez y libertad de paso. Bien, ambos tienen razones, es ahí donde tienen que hablar y ser razonables acordando si en un lugar determinado tiene que haber fronteras, de qué tipo o simplemente no haberlas. Pero las fronteras en sí no son una mala idea, son una idea genial, tan útil y razonable que hasta tu Papa, tus hermanos franciscanos, tu iglesia y tú mismo, tenéis implantadas en numerosas partes y aspectos de vuestra vida de manera que os protejan.

*Licenciado en Teología Dogmática por la Universidad. Pontificia de Salamanca