Por “Justicia”, en sentido platónico, se entiende la Ley Universal, la que vela por la virtud del Bien y que encierra los principios fundamentales de equidad, salvaguardia de la vida , del individuo , de la familia y de la propiedad, en su caso; es la que enarbola o contiene las arterias fundamentales de su posterior ejercicio.

Por “Derecho” se entiende el conjunto de disciplinas teóricas que enseñan las leyes y la práctica de las mismas, en manos de los diferentes profesionales, encargados de aplicar la ley, con el menor grado posible de interpretación personal de la misma, ley que parece últimamente el Gobierno aplica beneplácitamente a cualquier ser humano exógeno a España, pero no a los españoles , por cierto, ni en la procura de sus derechos en este Estado, el suyo.

Por “Ley” se comprende el conjunto de principios, inspirados en la Justicia, que rigen las diferentes comunidades humanas, principios redactados, o no, en función de las particularidades y las especificidades de cada comunidad, pero siempre con la primacía de la Ley Universal, la Ética. Habrá Ley Madre o Constitución, Estatutos, Decretos, aplicados a ámbitos más especializados o concretos…, pero se entiende que las leyes menores no han de contravenir la Ley Madre, ni que ésta ha de contradecir la Ley Universal, pues el relativismo es altamente peligroso.

Como peligroso es un principio del Derecho español, y de otros varios: se podrá ser sentenciado por el delito imputado al acusado, pero no por otro. Pues bien, dichosa ley positiva, ley optativa que debiera ser imperativa, y dejar menos margen a las interpretaciones personales: ¿y en caso de que un acusado de homicidio resulte culpable no de tal , sino de asesinato, mayor delito? ¿Y en el caso de que un acusado sea inculpado de agresión, a la inversa, y luego resulte en quedar un delito de menor grado, de abuso?

Parece ser que, en cualquiera de los casos, por paradójico que parezca, se recurra a Tribunales Superiores o Segundas Instancias y que el preso provisional, aun con pena pendiente, pueda disfrutar de su libertad, como en el caso de “La manada”.

Si a ello unimos la interpretación personal que los jueces han aplicado acerca de su riesgo de fuga a lo cura de “Cuéntame”, pues nada, que se presenten los cinco maromos, si les cae cerca, tres veces por semana en los Juzgados y que recurran mientras tanto.

No opino sobre la sentencia, sino sobre la ejecución de la misma y, en este sentido, una nacional convencida preferiría la libertad de unos cuantos separatistas a la de estos cinco machos ibéricos. Y es que parece que estas sentencias favorecen más la estética que la Ética.