Aitor Esteban y Mariano Rajoy.

José L. Román.- Al portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, el presidente Rajoy le dedicó un cariñoso poema a modo de feromonas como llamada al concubinato, y que si no recuerdo mal decía así: “Si quieres grano, Aitor, te dejo mí tractor”.

Pues bien, finalmente, por el afán de salvarse él y a su partido, el presidente del Gobierno le ha regalado al señor Aitor el grano y el tractor. El apoyo de los separatistas vascos a Mariano Rajoy para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado pone de manifiesto una vez más, no la habilidad de negociar y gestionar como se nos quiere hacer creer, no. La incoherencia de Aitor Esteban ciscándose en sus condiciones para apoyar los PGE, y la bajada de pantalones del presidente del Gobierno entregando a los separatistas vascos el grano y el tractor, solo obedece a que ambos negociantes se han puesto de acuerdo para evitar un adelanto electoral. El primero, por miedo a que irrumpa un partido que ponga fin al chollo del cupo vasco. El segundo, para salvar a su partido de la más que probable desaparición.

Lo que acontece en Cataluña y en Europa con los golpistas y el supremacista Quim Torra, y el entreguismo del gobierno de la nación con los separatistas vascos y la ETA, son pruebas más que evidentes de hasta dónde están dispuestos a llegar el presidente del gobierno y su partido para no soltar la ubre del Tesoro Nacional.

Los que miden los tiempos desde los resortes del poder saben perfectamente cuando poner en escena cada una de las farsas. Si tiene lugar un acontecimiento político en el que se ven implicados personajes de la izquierda, éste es eclipsado rápidamente por otro en el que sus protagonistas son de signo contrario para que actúe como balón de oxígeno y tomen aire los primeros. Véase lo poco que ha durado la farsa sobre el casoplón de los podemitas, y cómo rápidamente ha sido puesta en escena, con la milagrosa aparición en el lugar convenido de “La Secta” y de la “Ser”, la detención de Eduardo Zaplana y las sentencias sobre Bárcenas y toda una retahíla de corruptos del Partido Popular.

La corrupción política, la inmigración invasiva e ilegal, el control de la Bahía de Algeciras por parte de las mafias del narcotráfico, el desprecio manifestado por la Unión Europea hacia España, el imparable aumento de la agresividad y los crímenes de toda índole por todo el territorio nacional, el enfrentamiento civil latente en Cataluña, el salvoconducto otorgado por el gobierno de la nación a los separatistas vascos para un nuevo estatuto que incluya el derecho a decidir, la amnistía encubierta para los terroristas vascos de la ETA, y las perspectivas sobre un futuro incierto por tanto desmadre e inseguridad, han conseguido que la nación española se encuentre huérfana y en proceso agónico de muerte lenta como unidad histórica de siglos.

Pero, sorprendentemente, y mientras todo esto tiene lugar, la castuza bosteza y se mira el ombligo fingiendo preocuparse por problemas de mayor calado, como por ejemplo, su pase a la reserva o buen retiro colocándose en consejos de administración de grandes multinacionales, al objeto de asegurarse ingresos millonarios que, unidos a las pagas vitalicias como ex dirigentes del sistema, les asegurarán una vida muy placentera hasta que les llegue la hora de rendir cuentas a Dios y a la Patria.

Es muy importante que hagamos hincapié continuamente sobre todo esto, hasta que caiga sobre las conciencias como un latigazo, pues al fin y a la postre, la codicia es el motivo principal de toda esta serie de despropósitos que nos han conducido hasta aquí. Hasta que estos episodios y estos comportamientos tan abyectos, no calen en las mentes de todos aquellos españoles honrados que se hayan sentido víctimas, el pueblo no estará lo suficientemente herido como para ponerse en pie, salir a la calle, y lanzar un grito unánime que diga ¡A por ellos!