Conocer al PSOE para regenerar el país
Un fraude inmediato en la transición consistió en ignorar la realidad histórica del PSOE. La impresión general era que, dado que no había hecho oposición real al franquismo y que venía auspiciado por otros socialistas más moderados de Europa, en particular el alemán, era un partido necesario para una democracia en la que, como dijo un ultraderechista alemán, podía cortar el paso a los comunistas.
Este “olvido” permitió a los socialistas presentarse, con la mayor desvergüenza, como el partido de “los cien años de honradez”, reivindicando un pasado verdaderamente repulsivo, de guerracivilismo, totalitarismo, latrocinios gigantescos y cobardía. Sin embargo, aunque su debilidad inicial le impedía, como a los separatistas, presentar se con su verdadera faz, las ideas básicas continuaban informando sus actitudes. Julián Marías acertó a resumirlo: “tiene una idea negativa de la historia de España”.
Una idea basada por una parte en la leyenda negra y por otra en la suposición de que representaba a los trabajadores y a una sociedad feliz. No consiguió entonces la ruptura con el franquismo para enlazar con la legitimidad supuesta del Frente Popular, hasta que con Zapatero el PSOE se sintió lo bastante fuerte para realizar su anhelo con la ley de memoria histórica, y su sucesor para llevarla a cabo contra las libertades democráticas.
Por eso es muy importante una Comisión de la verdad sobre ese partido, el más nefasto de la historia reciente de España, una labor que hemos comenzado en el programa “Una hora con la Historia”. Todas las personas conscientes del problema deberían aportar su esfuerzo en esta dirección.
En el primer manifiesto que propuse contra la “memoria histórica” me extendía brevemente sobre el historial de este partido:
Es muy preciso, por tanto, que la opinión pública conozca la ocultada historia de ese partido, hoy bastante bien estudiada, aunque todavía pocos la conozcan. Muy en breve, en los años 30 el PSOE quiso, buscó y organizó la guerra civil, textualmente, para imponer en España un régimen de tipo soviético. La preparación de la guerra incluyó abundante uso del terrorismo. Fracasado el intento en octubre de 1934, volvió a la violencia tras las elecciones de febrero de 1936, demostradamente fraudulentas, para destruir la legalidad republicana, con uso abundante de un terrorismo que culminó en el asesinato del líder de la oposición Calvo Sotelo; y ya durante la guerra fueron actos suyos el terror de las chekas, el envío de las reservas de oro a Moscú — haciendo de Stalin el jefe real del bando llamado republicano– y el robo sistemático de bienes nacionales y particulares, que suscitaría luego peleas sórdidas entre sus líderes en el exilio.
Si hay alguien responsable de la guerra civil, es el partido que ahora intenta arruinar del todo la democracia mediante la violencia del estado combinada con lo que definió Besteiro como un “Himalaya de falsedades”. Besteiro fue el socialista demócrata que denunció los proyectos del PSOE de empujar al país a un baño de sangre, y que por eso fue aislado y calumniado en su partido. Lo dicho aquí sobre el PSOE no es un panfleto del tipo de los de la memoria histórica, subvencionados con dinero que nos obligan a pagar a todos. Es un resumen de hechos abundantemente investigados y documentados.
Luego, durante el franquismo, el PSOE no hizo la menor oposición digna de reseña, al revés que los comunistas. Y es ahora, ochenta años después de la guerra y cuarenta de la transición a la democracia, cuando este partido intenta derrotar a aquel régimen a base de derrotar al mismo tiempo la libertad de los españoles e instalar en la sociedad los mismos odios que llevaron a la destrucción de la república.
El PSOE se ha venido presentando como partido democrático, cuando la verdad es que solo se ha resignado a una democracia llegada históricamente desde el franquismo, “de la ley a la ley”. La democracia no debe nada al PSOE, sino que, al revés, ese partido debe todo a una democracia a la que en cambio ha aportado grandes dosis de corrupción, “comprensión” hacia los separatismos y los crímenes de la ETA, y leyes siniestras como las de su fantástica memoria histórica. Por falta de fuerza ha tenido que aceptar un régimen de libertades, pero manteniendo su ideología contraria en espera de ocasión, que parece creer llegada ahora.
Estamos, por tanto, ante un proyecto de ley orientado directamente contra los derechos de los españoles, contra las libertades más elementales y contra la verdad mejor documentada sobre nuestro pasado. Un proyecto hecho, como no podía ser menos, por un partido de historial e ideología radicalmente antidemocráticos.
Y contra estas derivas nos toca movilizarnos muy en serio a cuantos amamos la libertad, la verdad y a España. Es preciso demostrar a los totalitarios que no somos un pueblo de borregos que se deje embaucar por su turbia charlatanería ni amedrentar por sus amenazas.
De acuerdo en que se hace necesaria una Comisión de la Verdad; el problema es que se empeñarán en formar parte de ella los mismos, los únicos, que rizarán más el rizo.
En cuanto al chaqueterismo del PSOE, en pleno acuerdo con usted. Ojalá todos analizasen la política con la misma profundidad.