Seguramente uno de los países que se toma como referencia con mayor asiduidad para marcar el estatus de nación ideal sea Suiza. Y es que el país alpino tiene unos indicadores de bienestar y económicos envidiables hasta para las economías más fuertes del mundo. No en vano, Suiza aparece en la mayoría de los rankings de calidad de vida en las primeras posiciones, como es el caso del Índice de Desarrollo Humano. Este ranking que se basa básicamente en las magnitudes de salud, educación y riqueza, Suiza aparece en segunda posición con 0,939 puntos sobre 1, tan solo 0,01 puntos detrás de Noruega.

Además de ello, la Confederación Helvética ha construido con el paso de los años una de las  marcas más conocidas y reputadas del mundo que repercute positivamente en todos aquellos productos con el sello ‘Swiss Made’. De hecho, esta pequeña nación de algo más de 8 millones de habitantes tiene en su haber una de las marcas país y etiqueta ‘Made in’ más poderosas y reconocidas del mundo.

En este sentido, el índice ‘Made-in-Country’ confeccionado por Statista en base a 43.034 personas de 52 países diferentes y que mide la percepción de distintos productos de diferentes países de origen, clasifica ‘Made in Switzerland’ o ‘Swiss Made’ en segunda posición. De esta manera solamente Alemania queda por delante de Suiza con 100 y 98 puntos respectivamente, y en tercera y cuarta posición, bastante por detrás, se situarían la Unión Europea y Reino Unido.

Uno de los sectores que ha contribuido a la construcción del ‘Swiss Made’, y a la vez se ha beneficiado del mismo, es el de la relojería. Y es que en este ámbito las compañías suizas dominan el panorama internacional gracias al buen hacer de firmas como Chopard, entre otras, cuyas piezas incluso cotizan a alza con el paso de los años en tiendas de relojes como esta, y que han ayudado a que la etiqueta ‘Swiss Made’ sea sinónimo de lujo, precisión y calidad.

Esta etiqueta no es baladí para industria relojera suiza, ya que los consumidores están dispuestos a pagar hasta un 50% más por un reloj con la etiqueta ‘Swiss Made’. Esta misma denominación garantiza que, en el caso de los relojes, el 60% de su precio de coste está hecho en el país alpino, aunque para algunos fabricantes esta medida se antoja insuficiente. Así pues, esta veneración por los relojes de procedencia helvética se refleja en sus cifras, que convierten a Suiza en el primer exportador relojero a nivel mundial con 19.100 millones de dólares exportados en 2016, muy lejos de Hong Kong con unas ventas al extranjero de 8.800 millones de dólares.

Pero la etiqueta ‘Swiss Made’ transciende la industria relojera haciendo que las principales exportaciones suizas no sean los relojes, sino las gemas y los metales preciosos, que sumaron el 28,2% de las exportaciones durante 2017 o los productos farmacéuticos que formaron un 23,5% del total de las ventas al extranjero. Este es una de las principales causas del éxito del modelo suizo, que cuenta entre sus principales actividades exportadoras sectores con un alto valor añadido que proporcionan una fuente de abundante riqueza para el país.