Aunque posteriormente fue restituida por orden judicial, la Cruz de Cristo fue arrancada con saña de su lugar de emplazamiento. Este acto criminal del Nuevo Frente Popular en Callosa de Segura, forma parte del plan urdido por la élite mundialista, y llevado a cabo por sus lacayos, para acabar con nuestra Civilización Cristiana y Occidental. La Cruz de los Caídos de Callosa de Segura (Alicante), no fue derribada por ser de los Caídos sino por ser de Cristo.

Con nocturnidad y alevosía fue retirada de su emplazamiento en virtud de la revanchista Ley de Memoria Histórica. Una vez derribada, se cursó por “correo ordinario” que no electrónico o burofax, la orden judicial para detener el atropello. Una milonga que no hay biennacido que se la crea, pero que demuestra una vez que nos toman por imbéciles.

De nada sirvió que decenas de ciudadanos decentes se opusieran al acto criminal. Allí estaban los cuatro gatos del Nuevo Frente Popular que, para mayor escarnio, se reían y mofaban no solo de los presentes y gentes de bien, sino que con el derribo de la Cruz “asesinaban” de nuevo a 81 víctimas masacradas por los rojos en aquella localidad alicantina.

Los vecinos que se concentraron en la céntrica plaza de España junto a la iglesia arciprestal de San Martín para expresar su rechazo a la barbarie, no solo no tuvieron el respaldo de ningún partido político de los representados en el Parlamento español, sino que dos de los vecinos que se oponían al derribo fueron detenidos por defender un derecho que afecta a millones de españoles.

¿Puede existir un español de honor que no proteste, contra este acto vandálico e incivil, que solo sirve para calificar a los que se encogen de hombros o se posicionan a favor de los que respaldan a los terroristas y a los asesinos?

Socialistas y comunistas instalados en aquel ayuntamiento, y tras cuatro intentos fallidos en poco más de un año, conseguían su objetivo

Los vecinos decentes que se han opuesto a este acto criminal, y que constituyen la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Cruz, han tenido permiso para concentrarse, pero nada más.

Y mientras, los medios tóxicos lanzan más leña al fuego buscando carnaza ¿Se puede ser más miserable? Hay quien creyéndose el cuento del Nuevo Frente Popular piensa que la historia no va con ellos; creen que la historia de la barbarie marxista, comunista y socialista es cuento inventado. Otros consideran que la mejor manera de solucionar este tipo de conflictos es dar siempre la razón a los violentos que se posicionan junto a los terroristas. La ignorancia los confunde y la desinformación les ciega. No quieren escuchar a historiadores como Pio Moa porque solo les interesa lo que dice la “tele”, y la “tele”, no les dice que los que ayer quemaban iglesias, asesinaban a curas y monjas, monaguillos, simples creyentes y a gentes de orden, hoy de momento, solo destruyen cruces, realizan pintadas, se desnudan en lugares de culto y sacan en procesión “el santísimo coño insumiso”, como paso previo a la quema de iglesias y asesinatos masivos. La “tele” no informa de las intenciones de este Nuevo Frente Popular, emperrado en querer repetir la Historia y llevarnos a una nueva guerra civil entre hermanos.

Todo este sacrilegio se está llevando a cabo al amparo cobarde de la Ley de Desmemoria Histérica y Sectaria de “buenos y malos”, parida por el indeseable Zapatero y mantenida por el no menos indeseable Rajoy durante cuatro años con mayoría absoluta en el Parlamento.

Nos encontramos ante la enconada intención de la izquierda revanchista y frentista de reabrir trincheras, mientras un partido cobarde y sin ideas sigue escondido en su más siniestra cobardía.

Pero, si lo que tiene lugar en Callosa de Segura me enerva y me indigna, hay algo que me encoleriza muchísimo más, y ha sido sin duda el decepcionante silencio de la Iglesia. Ni una sola palabra se ha dignado a pronunciar el obispo de Alicante ante este acto criminal contra la Cruz de Cristo, y, mucho menos, tras la detención de dos valientes vecinos que se oponían a semejante villanía. No me extraña por tanto, que ante estos cobardes comportamientos, y como decía el maestro del periodismo deportivo, José María García, “seguimos teniendo fe, pero perdemos afición.