Por José L. Román.- Le decía Borrell a Iceta con muy buen criterio, que antes de tapar las heridas primero hay que desinfectarlas. No le faltaba razón al socialista de Abengoa. Como tampoco nos falta razón a los que venimos sosteniendo que, los que basan su discurso en base a la Unión Europea, como está haciendo Albert Rivera, deberían primero acometer con coraje y valentía la grave patología que sufre la casa común de todos los españoles.

Entiendo que millones de españoles pudiésemos estar de acuerdo en cierto modo con las autonomías descentralizadoras de la administración, ya que un estado central, absorbente y monopolista, es evidente que no puede resolver los problemas. La cercanía a los administrados y la urgencia del trámite, no puede ser detenida por la burocracia de un Estado centralista y central. Pero, una cosa es una sola administración descentralizada y ágil, barata en lo posible y próxima a los ciudadanos, y otra cosa es el monstruoso entramado político que nuestra clase dirigente ha creado en España con una nómina de tres millones y medio de funcionarios, frente a los 900.000 existentes en 1975; regiones egoístas e insolidarias y en algunos casos abiertamente antiespañolas.

El estado de las autonomías ha resultado ser un engaño y se ha convertido en el cáncer que hoy nos devora. Este diseño autonómico no fue creado para que refrendase, consolidase y fortaleciese esa unidad de España de la que nos habla la Constitución, no. Y digo que no, porque desde que se aprobó la Constitución, a ciertos personajes que llevan cuarenta años amorrados a la ubre nacional, jamás los hemos oído hablar de España, se han referido siempre al estado español, con lo cual lo sustantivo se convierte solamente en un adjetivo, algo que califica al Estado, pero que no define ni es el nombre de una nación.

Los gobiernos centrales sabían la razón por la que esos personajes evitaban la palabra España. Sabían también que hablaban únicamente de nacionalidades, pensando en naciones soberanas e independientes con su propio y personal destino, totalmente distanciado y diferenciado del destino universal de España. Y por supuesto conocían, a través de los Servicios de Información, de las intenciones de esos personajes que nunca se han sentido españoles de nacionalidad, simplemente de ciudadanía, de pasaporte y DNI., y que se han dedicado, mientras los gobiernos centrales les suministraban el alimento necesario, a mirar para otro lado mientras nuestros impuestos servían para una organización terrorista nos asesinara; a gestionar un adoctrinamiento antiespañol en los centros de enseñanza; a ir pertrechando a una Policía antiespañola, y, por supuesto, a ir preparando los mecanismos necesarios para finalmente protagonizar un golpe de estado.

Este es el principal problema que por desgracia tiene distanciados a los españoles, y que conste, que no comparto la tesis de que los nacionalismos, los independentismos y los autodeterminismos, -porque se buscan toda clase de palabras para enmascarar posturas que son en el fondo idénticas-, se dan por sistema en cualquier parte del mundo, no. Surgen en países como España, donde desde las escuelas se ha ignorado sistemáticamente nuestra historia, con la clara complicidad de los gobiernos centrales durante los últimos cuarenta años.

Por lo tanto, Albert Rivera, permíteme que te diga algo, ese discurso que te han escrito y que te están aconsejando difundir sobre las bondades de la Unión Europea, gusta mucho en Estrasburgo, pero no aquí; aquí está más que amortizado, y los resultados están a la vista. Por lo tanto, lo primero que se debe hacer a mi modo de ver, antes que volver con la eterna cantinela sobre Europa y lo que Angela Merkel y el BCE pretenden y sugieren, sería ocuparte de esa grave enfermedad que padece nuestra madre, España. Y como resulta que la grave enfermedad que sufre España, es un cáncer que la está desvitalizando y destruyendo, lo que urge acometer es una intervención quirúrgica urgente para extirpar de raíz el tumor cancerígeno (estado autonómico) que la está devorando política, social y económicamente.

Una vez practicada la intervención, se deberá administrar quimio para no dejar rastro del carcinoma. A continuación, desinfectar las heridas y suturarlas. Y por último, una buena dosis de valores y principios en los centros de enseñanza para nutrir a los niños y jóvenes de una conciencia colectiva para la unidad nacional, al objeto de que esas heridas cicatricen lo antes posible, para que España vuelva a ser una sola nación donde sus ciudadanos estén fuertemente unidos, al no existir privilegios para ninguna de las regiones que conforman esa unidad nacional.

Si “Ciudadanos”, como formación política que dice venir a regenerar la democracia, no aprovecha esta oportunidad, y cae en los errores del PP, de que todo siga como estaba para beneficio de sus palmeros y estómagos agradecidos, y continúa con el discurso sobre Europa sin escuchar el mensaje de los españoles que han salido a la calle con banderas nacionales tras el golpe de estado en Cataluña, no les quepa duda que la mayoría de esos ciudadanos españoles que por hartazgo piden a gritos un giro en las políticas impuestas por el bipartidismo, como las referentes a seguir manteniendo en estado vegetativo el estado autonómico, se quedarán de nuevo en su casa y no acudirán a votar.