Por José L. Román.- Analizando lo que nos cuentan los medios informativos respecto a lo que sucede en Cataluña, da la sensación de que el “golpe de estado” al que falsamente llaman “golpe a la democracia” llevado a cabo por los separatistas catalanes, es un plan improvisado por los secesionistas que ha pillado por sorpresa al gobierno de Rajoy. En estos momentos, para los dos principales partidos que han gobernado este país desde 1982, no existen las hemerotecas. Fingen olvidarse de sus conductas inmorales durante todo este periodo para eludir su responsabilidad, pero ese pasteleo con los separatistas ha sido sin ninguna duda lo que nos han llevado hasta los tristes episodios de los que hoy nos lamentamos.

Corría el mes de julio de 1997 cuando, tal y como muestra la fotografía, Mariano Rajoy, entonces ministro de Administraciones Públicas del gobierno de Aznar, el entonces presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, el secretario de organización de Convergencia Democrática de Cataluña (CDC) y posterior conseller por ERC, Pere Esteve, fallecido en 2005, y el subsecretario general de ERC, Joan Puigcercós, compartían amistosamente pareceres en la escuela de verano de la “Joventut Nacionalista de Catalunya” presidida por la cuatribarrada con la estrella solitaria. Algo muy parecido al cachondeo fino, que se llevaba hace unos días Puigdemont con dos de las musas más nefastas del Partido Popular, Andrea Levy y Alicia Sánchez Camacho.
Pues bien, Felipe González primero y José María Aznar después, colaboraron con el separatismo catalán ofreciéndole todo tipo de concesiones. Les transfirieron competencias en seguridad, sanidad, justicia y educación, como una manera de facilitarles la labor entregándoles los instrumentos de adoctrinamiento necesarios para llevar a cabo su plan secesionista.

Pero, si Felipe Gonzáles colaboró con Pujol con la entrega de miles y miles de millones de pesetas que salieron de los bolsillos de todos los españoles para las Olimpiadas de 1992, con objeto de que “don Corleone” y su familia pudiesen promocionar Cataluña en el exterior como una nación con su propio y singular destino, Aznar hizo lo propio suprimiendo el servicio militar obligatorio e inventándose lo del “patriotismo constitucional”, que no fue otra cosa que un eufemismo cobarde para no ser tachado de facha, mientras pactaba sin sonrojarse con los que hoy están consumando su plan de ruptura con España.

Estos del “patriotismo constitucional”, al igual que sus primos hermanos con quienes se alternaban en el poder, son responsables todos ellos por colaboradores necesarios con los secesionistas que quieren romper España. Sabían lo que se estaba cociendo en Cataluña, pero solo les preocupaba la imagen; no esgrimían realidades sino apariencia; y no velaban por los intereses nacionales sino fingían hacerlo. Y así, una legislatura tras otra, han estado bajándose los pantalones y llevando a los españoles a ser el hazmerreír de los separatistas, mientras ellos mantenían sus prebendas y privilegios, un sueldo mensual de SEIS MIL EUROS mensuales en el peor de los casos, y una pensión máxima con sólo siete años en el pesebre, también en el peor de los casos.

Y ante este dramático panorama, nosotros, los que de verdad vimos desde hace muchos años que estábamos siendo víctimas de una gran mentira, éramos tachados de fascistas y condenados al ostracismo por todos los medios informativos, y linchados y criminalizados por intentar defender nuestra dignidad como españoles.

Si hace cuatro días el actual líder socialista llamó “indecente” al presidente del gobierno en un debate televisado, y ha repetido hasta el aburrimiento que prefiere alinearse con los podemitas antes que con el Partido Popular, ¿que credibilidad puede tener ese “apoyo” ofrecido por Pedro Sánchez a Rajoy para frenar el referéndum ilegal en Cataluña? ¿Quién se puede fiar del líder de un partido (PSOE) que presta sus votos engañando a sus votantes, para que comunistas y separatistas gobiernen ayuntamientos y comunidades autónomas promocionando el independentismo catalán, adoctrinando a los niños en el odio a España, apoyando a los terroristas vascos de la ETA, y justificando la represión y los crímenes del régimen comunista de Venezuela?

Y por otra parte, ¿que respeto y fiabilidad nos merecen los del “patriotismo constitucional” cuando no han tenido ni la dignidad de honrar la memoria de su joven concejal de Ermua, Miguel Angel Blanco Garrido, vilmente asesinado por los asesinos separatistas vascos de la ETA, a la vez que dejaban en libertad a Bolinaga, criminal carcelero de Ortega Lara? ¿Cómo van a enfrentarse hoy a los separatistas catalanes si ayer fueron colaboradores necesarios de su plan secesionista?