¿Qué pasará con Cataluña?
El problema actual se define por un golpismo permanente contra la Constitución y contra España, amparado por el gobierno del PP, que a su vez y por eso pisotea la ley, en una autonomía donde el estado central ha dejado de existir prácticamente, “es residual”, desde el último estatuto propiciado por el PSOE y sostenido de hecho por el PP. Si los separatistas quieren dar el empujón definitivo es por el fondo racista, hoy disimulado pero tan real como siempre en el separatismo, tanto catalán como vasco. Con todo lo ridículo que sea ese racismo, tiene evidentes efectos políticos: “no imaginas el odio a España y los españoles que han logrado sembrar entre la gente, sobre todo entre los jóvenes”, me decía un amigo catalán. Y van a fondo porque perciben que los cuatro partidos “españoles” son política, moral e intelectualmente una miseria, no sienten a España ni a la democracia y pueden ser chantajeados y ofendidos como, en definitiva, merecen. Los separatistas no son tan locos como algunos los pintan: saben que pueden llegar a una independencia real y completa con un ligerísimo barniz que les permita seguir aprovechándose del resto de España, porque esa es también la postura del gobierno y de los cuatro partidos.
Esta situación no ha aparecido de pronto. Una de las causas del hundimiento de la república fue la presión separatista, en colusión con partidos totalitarios como el PSOE o el PCE, y golpistas como el de Azaña. Al morir Franco el problema estaba resuelto en lo esencial: los separatistas eran pocos y se presentaban como simples autonomistas; los odios republicanos estaban superados y España era el país de Europa que más rápido venía creciendo en lo económico. Sin embargo el designio separatista seguía en pie, y lo definió bien Pujol: “Primero paciencia, después independencia”. Realmente no engañaban a nadie, eran los políticos tipo Suárez y compañía quienes querían engañarse a sí mismos y al pueblo, debido a su incultura, ignorancia de la historia y a un oportunismo y frivolidad sin límites.
Si los separatistas han llegado tan lejos se debe, mucho más que a sus esfuerzos, a la inestimable ayuda de los gobiernos sucesivos que, sin excepción, les han facilitado todos los medios, muy en especial la enseñanza, para ir cambiando radicalmente el ambiente social y cargarlo del odio necesario. Los gobiernos, socialistas o de derecha, hicieron algo más: dejaron totalmente abandonados y marginaron a quienes seguían defendiendo allí a España y la ley. Peor aún, imitaron la política separatista no solo en Cataluña o Vascongadas, sino en aquellas comunidades donde gobernaban. Y ofendieron a los andaluces promoviendo “padre de la patria andaluza” a un orate proislámico, Blas Infante, e imponiendo su bandera islámica para la región, asunto al que la frívola necedad de estos políticos no dio importancia, pero que sí la tiene y más hoy, con los atentados yijadistas. Podríamos seguir mucho rato, también con el rescate y recompensa a la ETA por sus atentados, la totalitaria ley de memoria histórica, el despotismo LGTBI, otro foco de odios, etc.
Yo espero que esos políticos tengan que pagar alguna vez, penalmente, unas fechorías que están destruyendo el estado de derecho, la democracia y la propia España, llenándola de rencores e impidiendo una normal convivencia en libertad. Uno podría preguntarse cómo ha aguantado el país tantos años de podredumbre creciente sin desmoronarse. La causa no es difícil de entender: el magnífico legado del franquismo y la inercia histórica. Sin embargo todo se acaba si no es renovado, y hoy estamos llegando a situaciones límite.
Por lo tanto, la situación actual no tiene arreglo previsible, porque todas las fuerzas políticas presionan en la misma dirección. La única esperanza es que la inercia histórica de un país y una cultura milenaria resistan todos los ataques, que haya una reacción enérgica que de momento no se ve por ninguna parte, o que las propias mafias políticas, separatistas y no separatistas, terminen a tortas entre ellas. En la república y la guerra civil — precedentes a no olvidar—los partidos de izquierda y separatistas se detestaban entre sí, solo les unía el común odio a la Iglesia y, en definitiva, a la nación española… que no resultó suficiente: en plena guerra civil se asesinaron entre ellos y montaron dos miniguerras civiles dentro de la general.
¿Qué pasará, entonces? Seguirá la putrefacción de una democracia fallida. Los separatismos y la aversión a España han avanzado ya demasiado, de modo que aunque sufran reveses con su “referéndum”, el problema seguirá, corroyendo y pudriendo a la sociedad española. Mientras no surja un partido capaz de luchar de manera efectiva contra esta miseria sin fin.
Parece que Pio es de los pocos que tiene todo bien claro.Es asi.Yo he vivido 20 años en Cataluña y la conozco bien.Tan sólo añadir que el cainismo,la indiferencia,la comodonería,la absoluta imposibilidad de llegar a acuerdos de los españoles es tambien un gran aliado de los separatistas.
La fecha inicial para llegar hasta donde les permitieran fue,cuando unos pocos vieron que Franco se moría o sea 1975
En efecto. Desde la transición se ha puesto el acento en lo que nos separa a los españoles, y no en lo que nos une. Toda nación nación debe ponderar su patriotismo.
Señor Moa ¿sigue con Luís del Pino?
Visto en una escala geológica España lleva 40 años dando bandazos como pollo sin cabeza debido a lo que el Sr. Moa llama magistralmente “inercia histórica”. Es decir que hemos estado viviendo aprovechándonos de los réditos y automatismos de los 40 años anteriores a 1978. El gran problema es que no existe ninguna solución amable a esta mutilación.Todas pasan invariablemente por un cambio de sistema mas o menos doloroso o será el fin de nuestra historia.