Por José L. Román.- ¡Ya está bien! Estamos más que hartos de las canalladas que día tras día están llevando a cabo los marxistas y separatistas catalanes que actualmente gobiernan la Comunidad Valenciana.

Estamos hartos de la nefasta gestión de esta pandilla de lacayos del separatismo catalán, que sin haber ganado las elecciones pactaron entre ellos para conseguir el gobierno del Antiguo Reino de Valencia, cuando no serían capaces de gestionar ni una comunidad de vecinos.

Estamos hartos de la persecución obsesiva que ejercen estos marxistas contra las corridas de toros, contra la Semana Santa, contra la celebración de la Navidad tradicional cristiana y la cabalgata de los Reyes Magos, y contra la asistencia de miembros de las Fuerzas Armadas a las tradicionales procesiones patronales en nuestros pueblos y ciudades.

Estamos hartos de la imposición, por un italiano majareta, de la bicicleta como medio de transporte convirtiendo la ciudad en un caos circulatorio donde las aceras son tomadas al asalto como pistas de velocidad.

Estamos hartos de que se esté promocionando el turismo de mochileros y borrachera, que además de aprovecharse de los servicios públicos y de alterar la convivencia pacífica de los ciudadanos, es un cúmulo de males sin mezcla de bien alguno.

Estamos hartos de la persecución que se ejerce contra los automovilistas que religiosamente pagan el impuesto de circulación, reduciendo a la mínima expresión su libertad para poder circular con sus vehículos por una ciudad inundada de radares con el único fin de recaudar y “joder” a los contribuyentes.

Estamos hartos de la imposición de los postulados catalanistas en las escuelas y hospitales públicos, asemejándose cada día más al sectarismo impuesto en los servicios públicos catalanes.

Se aliaron entre ellos sin ganar las elecciones, para tomar el poder de manera “ilegítima”, amorrándose a la escuálida ubre del presupuesto que secaron sus antecesores y que se nutre actualmente del FLA, para obtener, alcanzar y tener en sus manos, lo que no habrían conseguido en su vida de ninguna otra forma. Con sueldos de cinco o seis mil euros mensuales, utilizan los resortes del poder para lograr el objetivo marcado por sus amos, que no es otro, que conseguir que la Comunidad Valenciana forme parte de “los países catalanes”.

Intentan a machamartillo acelerar la maquinaria puesta en marcha de la inmersión lingüística, que tan buenos resultados les dio a los separatistas en Cataluña, marcando como prioridad absoluta la reapertura de una televisión deficitaria y con una deuda impagable, para seguir adoctrinando a los valencianos en el separatismo y en el odio a España, aunque para ello tengan que detraer dinero de Sanidad, Educación, Justicia y Seguridad.

Son una banda. No se libra ni uno. Las mentiras y patrañas vertidas en aquel programa electoral que presentaron en las últimas elecciones, no han hecho sino corroborar sus maliciosas pretensiones. Tachar de ladrones y corruptos a sus antecesores no les exime de sus múltiples atropellos. Es cierto que aquellos sinvergüenzas se enriquecieron saqueando lo público, pero éstos, aprovechando el fango dejado por los saqueadores, lejos de sacar a los valencianos de la lamentable situación en que se encuentran, pretenden convertir a nuestra tierra en un trozo más de Cataluña, y que el glorioso Antiguo Reino de Valencia pase a ser parte residual de lo que solo fue un modesto condado.

No es momento para quejicosos ni pusilánimes. Es hora de pasar a la acción y exigir a esta corte de bufones al servicio del separatismo catalán que saquen sus sucias manos de nuestras instituciones. Es hora de que los valencianos de verdad, los auténticos, los genuinos, los “palleters” enervados por la impotencia, salgan a la calle para rescatar la Real Senyera arrancándola de las garras del marxismo y el separatismo catalán.

Los valencianos tenemos derecho a ser representados por aquellos que sepan defender unos sentimientos, unos ideales y unas exigencias, como puntos cardinales de una mayoría que queremos vivir en paz en una comunidad con su identidad, su idioma, su cultura y su historia, sin que nadie de otra región intente someternos a sus postulados. Queremos sentirnos orgullosos de pertenecer a España, una nación cuya bandera es la de todas las regiones y pueblos que la forman, sin tener que avergonzarnos de amarla y exhibirla libremente allá donde sea menester y nos apetezca.

Queremos un trato social, económico y laboral justo sin discriminación alguna, exigiendo a su vez que el gobierno central cumpla con sus obligaciones en concepto de financiación, infraestructuras y defensa de nuestros trabajadores, nuestras empresas, y especialmente de nuestra agricultura tantas veces olvidada.

Queremos pertenecer a una nación donde los españoles, sean de la región o del pueblo que sean, nos consideremos hermanos y jamás enemigos. Los valencianos queremos seguir ofrendando nuevas glorias a España sin que nadie nos llame fascistas, porque tenemos claro que las glorias de nuestra patria serán también las de nuestro amado y glorioso Antiguo Reino de Valencia.

Queremos que la Justicia Social llegue a nuestros ancianos y dependientes, porque son ellos los que se dejaron la vida para vertebrar este país, y no toleraremos ni consentiremos bajo ningún concepto, que se vean desamparados por los que han “tomado al asalto” el gobierno de la comunidad, preocupados por establecer una falsa “igualdad social” cuyo buenismo solo llega a etnias y grupos minoritarios de religión y costumbres distintas a las nuestras, y con familias numerosas que parasitan en nuestro presupuesto social acaparando todo tipo de ayudas.

Queremos vivir en una nación regida por una meritocracia fuerte y cohesionada, donde puedan gobernar los honestos y mejor preparados, y no parásitos, iletrados, mediocres, golfos y vividores, que utilizan la política como medio de lucro convirtiendo sus despachos en oficinas de colocación, y haciendo de los resortes del poder el instrumento para adoctrinar a nuestros jóvenes en el odio a España.

Queremos vivir en una nación donde nuestras Fuerzas de Seguridad y nuestras Fuerzas Armadas, con el respaldo de la Justicia y del Gobierno, sean los garantes de la convivencia pacífica de los ciudadanos y de la patria. Hay que terminar de una vez por todas con la utilización que se hace de los medios informativos como sucede en “La Secta”, donde sistemáticamente se criminaliza a nuestras Fuerzas de Seguridad y a nuestras Fuerzas Armadas, y se les coloca en el mismo plano que a los terroristas y a los asesinos.

Queremos vivir en una Comunidad cuyas señas de identidad sigan siendo las que se forjaron en el crisol de nuestro Antiguo Reino, para que las tres provincias que la conforman sigan siendo el orgullo de España, de Europa y del mundo, y donde sus ciudadanos, estrechamente unidos con un mismo objetivo, puedan seguir trabajando en paz y bienestar, orgullosos de su tierra, venerando a nuestra Virgen y Madre de los Desamparados, y pudiendo entonar libremente nuestro himno ante el ondear de la Real Senyera, finalizando con un ¡Vixca Valéncia! que ponga escalofríos en el alma.