Las paradojas del paro
Bajo el mismo título que encabeza estas líneas Aris Accornero publicó en 1986 un libro donde puede leerse lo siguiente:
“El tipo de atención prestada al desempleo por periodistas, sindicalistas, políticos y economistas conduce a falsear la imagen del paro. Estas cifras que trimestre a trimestre se repiten, esas declaraciones cada vez más preocupadas, esos llamamientos solemnes a combatir el mal, esas medidas inaplazables que los organismos internacionales sacan cada día del horno no consiguen otra cosa que drogar la atención y producir hastío.
Todos parecen tener en su mano la solución y así lo prometen en sus programas electorales. Llaman la atención esas propuestas, mientras se mantiene inalterado el silogismo clásico: “El problema es tan grave que paree que no haya nada que hacer, ergo se necesita hacer algo inmediatamente”. Gente asaltada por un ataque agudo de razón tiene la solución al problema aunque, a menudo, más pavoroso que los problemas sociales suelen ser las soluciones propuestas.
Marcos Peña ha escrito a este propósito: “Conviene recordar una regla hipocrática: lo primero es no hacer daño y luego ponerse de acuerdo en lo que hay que hacer”.
En el último trimestre de 2007 trabajaban en España 20.500.000 personas, cifra jamás vista en nuestro país, cuya ocupación hasta mediados de los años noventa rondaba los 12.000.000.
Con la crisis se destruyeron de golpe 3.500.000 puestos de trabajo y el cuerpo social quedó gravemente dañado. Un mal que en los últimos dos años se ha aliviado: 477.000 ocupados más en 2014 y 524.000 en 2015.
Es indiscutible que de cara al futuro el objetivo esencial para el paro es el conocimiento. Esa será la verdadera riqueza de la nación y el factor humano es y será el factor estratégico. Formar a personas capaces de adaptarse al cambio (el 60% de los niños que entran hoy en la guardería estudiarán una carrera que hoy no existe). Apostar por el conocimiento debería ser la gran prioridad nacional, aunque sus efectos no sean inmediatos.
Otro campo de actuación, otro objetivo, habría de ser la depuración de la política laboral; de “lo laboral”, para entendernos. Esta depuración tiene una doble dimensión. La primera sería la supresión inmediata y universal de todo tipo de subvención, bonificación o ayuda contractual. No sirven para nada y son una carga para la Seguridad Social.
Deberíamos ser capaces de dejar de tirarnos los trastos a la cabeza, de aproximarnos a un diagnóstico concertado y ser conscientes de que los problemas complejos no tienen soluciones sencillas.
*Expresidente de la Comunidad de Madrid
Don Joaquín, totalmente de acuerdo con su excelente artículo. Celebro mucho coincidir con sus puntos de vista.
Dicho lo cual, y en el caso español, CREO QUE EL PROBLEMA ES UN ESTADO CON ELEFANTIASIS, que controla más del 50% de la actividad económica.
En otras palabras: que los negocios se hacen a la sombra del poder, y a base de mordidas y comisiones.
El que quiera ir por libre, es decir de forma independiente, y sin untar a nadie, lo tiene claro…
EL PROBLEMA estructural del elevado paro en España (no existe en otros países de nuestro entorno ni en este país antes de la Timocracia) es porque el vendepatrias Felipe Gónzalez desmanteló nuestro sólido sistema productivo, especialmente industrial, a favor de alemanes y franceses y a cambio de fondos europeos, favorecedores de corruptelas institucionalizadas (lo estamos viviendo). Ni más, ni menos, Sr. Leguina.
Así es.
Nuestros jóvenes tienen “grandes” posibilidades de empleo:
– emigrar al extranjero, a buscarse la vida, sobre todo si son inteligentes y trabajadores, tienen estudios, etc.
– dedicarse a trabajar de camareros, o a la “prestación” de servicios sexuales a turistas.
Y poco más.
Hemos desmantelado nuestro tejido productivo. Casi todo lo importamos. Y un país que no fabrica prácticamente nada, y donde todo o casi todo viene de fuera, TIENE MUY POCO FUTURO.
¡Y OJALÁ ME EQUIVOQUE!