De Madrid al Walhalla, de la Almudena a Cibeles
Laureano Benítez Grande-Caballero.- Nadie duda que los tiempos cambian que son una barbaridad, como decía el mismo Bob Dylan. Quizás esto sea lo que la izquierda llama «progreso», porque parece que lo progresista es cambiar, arrasar con lo pretérito en aras de la modernidad, devastar todo lo que sea conservador, calificándolo de «facha». Incluso la misma modernidad se ha visto superada por el concepto de «posmodernidad».
Sin embargo, yo soy de los que opinan que cualquier tiempo pasado fue mejor, justamente porque he vivido ese pasado, y estoy viviendo este presente, y por esta razón puedo darme el lujo de comparar los tiempos, y fustigar esos cambios que la posmodernidad nos quiere vender como «progreso».
La última de estas posmodernidades que me ha tocado sufrir es una que golpea dolorosamente en una de mis emociones más profundas, pues se clava como una saeta envenenada en mi corazón de blanco madridista. Lo diré en plata: ¿Se fijaron ustedes en el detalle de que los faustos y pompas de la celebración de la «Duodécima» no incluyeron tampoco en esta ocasión una dedicatoria del título a la Virgen de la Almudena, que se quedó sola y abandonada mientras la «diosa» Cibeles era agasajada por todo lo alto?
Y es que desde Madrid no se va ya al cielo, sino al Walhalla de los vikingos, pues es sumamente revelador que los aficionados del Madrid se autocalifiquen como «vikingos», igual que se llama «indios» a los aficionados del Atlético de Madrid.
Cibeles no es una diosa vikinga, ni siquiera una «walkiria», ya que su origen más remoto está en Frigia, de donde se extendió por todas culturas del Próximo Oriente en la más lejana antigüedad. Representa a la Madre Tierra, a la fertilidad de la naturaleza, y por eso nunca entendí que ocupase un lugar tan privilegiado en una urbe como Madrid, que nada tiene que ver con la «Magna Mater».
El caso es que la celebración de la «Duodécima» fue un aquelarre pagano, donde el desfile del autobús que llevaba a los jugadores entre las muchedumbres que los aclamaban me recordó sobremanera a la Kabalgata esa que arrasa Madrid para exhibir el «orgullo gay», y más cuando hay un colectivo madridista que se llama «Orgullo Vikingo».
Que yo recuerde, la última vez que se ofreció un título madridista a la Virgen de la Almudena fue en el año 2012. Será por los tiempos laicos que están desmantelando nuestra civilización cristiana, pero tampoco esto es una excusa, pues dentro de las celebraciones que el Atlético de Madrid pensaba realizar en el caso de haber conseguido el título de la «Champions» en el año 2016 estaba rendir homenaje a la Virgen de la Almudena, acto que no figuraba dentro del programa de festejos del Real Madrid. Como se ve, en esto nos ganan los «colchoneros» por goleada. Qué envidia.
¿Por qué se ha eliminado la parte religiosa de las fiestas madridistas? Una cosa es la separación entre Iglesia y Estado, y otra cosa es eliminar el protocolo religioso de un ámbito como el deportivo, donde tradicionalmente había siempre un espacio para ofrecer los éxitos a los patronos de la ciudad a la que el club representa.
Podrán cambiar los tiempos todo lo que quieran, pero la patrona de la ciudad de Madrid, ?nuestra «diosa»? es ahora, como lo ha sido siempre, la Virgen de la Almudena, al igual que la virgen del Pilar lo es de Zaragoza y España, o que la virgen de Montserrat es la patrona de Cataluña.
Y ahora nos vienen diciendo que Cibeles es nuestra «diosa», una manifestación más del paganismo anticatólico que pretende destruir las raíces cristianas de España. «Diosa» colmada de besos por los capitanes del Real Madrid, agasajada con banderas y bufandas, con vítores, con «confetti» blanco, mientras nuestra patrona sufría el agravio ?un año más?, de que nadie se acordara de ella.
O sea, que ahora resulta que el Real Madrid también es laico, contaminado por el espíritu pagano de la posmodernidad. A este paso, los vikingos madridistas acabaremos bebiendo hidromiel en Copas «orejonas» y en tugurios nórdicos, jurando por Thor y Odín, aclamando a carrozas blancas tiradas por walkirias, mientras muchedumbres de aficionados hacen genuflexiones al paso de sus héroes, los modernos gladiadores de este gran circo donde ya no quedan cristianos.
La progresía laica y anticatólica dirá que no se puede ir a la Almudena porque no todos los madridistas son católicos, y que el deporte no tiene nada que ver con la religión. Pero, por lo que yo he comprobado, hay jugadores de la plantilla madridista que son fervientes creyentes. En todo caso, no creo que haya ninguno que ponga varillas de incienso a la diosa Cibeles en sus lujosas villas, conjurándola para que ayude al Real Madrid a ganar más títulos.
El caso es que Real Madrid representa a una ciudad que se confiesa abrumadoramente católica, y por esta razón me parece de obligado cumplimiento que los éxitos deportivos deberían ser agradecidos a la Virgen de la Almudena, en vez de a una diosa oriental que fue venerada por pueblos muy lejanos en el tiempo y la geografía, y cuya cultura nada tiene que ver con la nuestra.
Con esto no estoy diciendo que se debería quitar el festejo en la Cibeles cada vez que el Real Madrid gana un título, sino que éste debería ofrendarse a la Almudena, dejando los saraos más lúdicos a la fuente de la diosa.
Porque debemos andarnos con mucho cuidado, pues, si de la Almudena se va a Cibeles, es muy posible que dentro de poco de Madrid no se vaya ni al cielo ni al Walhalla, sino al «Nirvana» de la nada más absoluta… o a la «Gehenna», donde será el llanto y crujir de dientes.
Siempre me ha parecido absurdo que muchos madridistas se autocalifiquen de vikingos. Una muestra de un país sin conciencia de su historia, inculto, y falto de patriotismo. Lo curioso es que este autocalificativo fue inventado por el grupo “Ultra Sur”, que nunca se caracterizó presisamente por militar a la izquierda. Las celebraciones junto a la fuente de Cibeles también tienen su origen en este grupo. Pero el culpable de hacer esta diosa, fue Carlos III. Y curiosamente sí está relacionada con la Virgen. Cuando en el siglo IV el catolicismo se convierte en la religión oficial del Imperio Romano. Para… Leer más »
Fue un partido estupendo sobre todo la segunda parte, a Cibeles la copa a Dios el rezo y la humildad, el Madrid Campeón, Hala Madrid.
Y que carajo le importa a o las vírgenes las Cibeles de turno el fútbol? ?No se trata de una catarsis colectiva? Ya lo inventaron los romanos: Al “pueblo pan y circo”
pues si el “filántropo” está detrás de todo esto, lo triste como se compran a las personas por un puñado de acciones información priviligiaday a todo un grupo de comunicación para que organice toda la ingeniería social al igual que la “la roja” ejemplos de la pérdida total de indentidad , el propósito que siguen sin tregua , el morado tampoco fue casualidad .
Los “otros grandes”, llevaban en su cinturón “DIOS CON NOSOTROS”. Nuestros “grandes” llevaban DIOS PATRIA Y JUSTICIA. Los involucionados, dejan de ofrecer los trofeos a la Virgen de la Almudena para ofrecerlos a una diosa de piedra, siguiendo la hoja de ruta de la destrución de los valores cristianos que hicieron grande la cultura occidental, asociados a nuestra raza blanca, que pretende el NOM. Soros estaría encantadísimo con la celebración. Todos los días nace un tonto. En España no caba un tonto más. Y el resto los importamos. ¿Y con esos mimbres buscan Uds. el hombre nuevo? ¿Con estos mimbres… Leer más »