Imágenes de las avalanchas en la Madrugada de Sevilla

Pese a todas las evidencias que apuntan al móvil ideológico como desencadenante del caos producido en la Madrugada del Viernes Santo de Sevilla, con más de un centenar de heridos, ni la policía ni las autoridades se atreven a mencionar el más que probable ideario ultraizquierdista de sus autores. Se sabe por ejemplo que dos jóvenes detenidos en la Plaza del Salvador realizaron comentarios ofensivos. Uno de ellos colgó en una red social una foto suya acompañada del «hastag»: «#Avalancha. #Putasemanasanta». Como es habitual cada vez que se produce un hecho violento presuntamente protagonizado por personas de ideología considerada “antifascista”, se tiende a camuflar los hechos como simple fruto de una “gamberrada”. La prensa participa activamente en esa ceremonia de la confusión. Parecen simples “gamberros”, ha sido la opinión generalizada al describir unos hechos sobre los que pesarían los más severos correctivos de haberse intuido la ideología “nazi” de sus responsables. Ni siquiera el hecho de que la Policía maneje indicios que le empujan a pensar en la posibilidad de un complot perfectamente planificado ha servido para que los medios dejen de considerar la tesis del gamberrismo como coartada exculpatoria del móvil político. Tampoco se ha considerado relevante los vítores a ETA ni de que uno de los detenidos, de origen senegalés, gritase “Alá es grande”, como aseguran varios testigos, para acentuar el terror entre las víctimas. Imagínese el lector las reacciones de la prensa ante un hecho similar en el que uno de sus protagonistas hubiese gritado algunas de las frases comúnmente identificadas con la ultraderecha.

“Hay muy pocos datos irrefutables”, destacan las fuentes oficiales. Sí los hay en cambio cuando voluntarios de Hogar Social Madrid colocan unas inofensivas pegatinas en algunos establecimientos de una franquicia hostelera reclamando trabajo para los españoles. O cuando pegaron carteles contra el adoctrinamiento en la Universidad Complutense de Madrid. En ambos casos, los hechos pasaron a ser oficialmente reconocidos como “ataques neonazis” en toda regla. En este caso, los únicos instrumentos punibles utilizados por los “peligrosos neonazis” fueron papel y pegamento.

Sólo tres de los terroristas urbanos detenidos en Sevilla están en prisión. Son delincuentes que utilizaron barras de hierro para golpear contenedores al grito de «así suenan las bombas de ETA». Todos se acogieron a su derecho a no declarar, lo que a juicio de los investigadores resulta muy sorprendente, ya que se trata de maleantes acostumbrados al trato con la Policía. Este detalle está intensificando la investigación del posible acuerdo previo. Ninguna de estas circunstancias sin embargo ha servido a los medios para dejar de considerar los hechos como una simple “gamberrada”. ¿Cuánto habrían deseado los enjuiciados por el “caso Blanquerna” merecer tan conmiserativa consideración, en vez de la de “violentos ultras”, pese a la inexistencia de daños?

Cuatro tuiteros detenidos

Que en España se criminalizan socialmente o no determinados actos dependiendo de la presunta ideología de sus autores no parece discutible a estas alturas. Mientras son muy pocas las voces que se han atrevido a denunciar la naturaleza ideológica de los que “reventaron” la Madrugá sevillana, a la prensa le ha faltado tiempo para ilustrar con todo lujo de detalles la detención en Madrid y Málaga de cuatro tuiteros que amenazaron y simularon la «subasta» del presidente de SOS Racismo Madrid, Mohamed Gerehou, que había denunciado los hechos. En una nota, la policía subraya que los tuiteros arrestados son “todos de ideología nazi y de extrema derecha”. En el habitual correlato de hechos dependiendo del ideario de la víctima, se da por probado que el ataque verbal contra un destacado miembro de SOS Racismo sólo puede proceder de elementos “de ideología nazi y de extrema derecha”. En cambio, si las víctimas se cuentan por decenas, sufrieron daños físicos y asistían a un acontecimiento católico, en este caso lo que dicta la prudencia deontológica es considerar la supuesta ideología de los delincuentes como una cuestión irrelevante.

Sorprende asimismo la diligencia policial dependiendo del asunto. Cualquiera que se asome a las redes sociales contemplará hasta qué punto se ha convertido en un hervidero de odio y en un foco de amenazas contra cualquiera que disienta del pensamiento único de la izquierda. El propio subinspector de policía Alfredo Perdiguero denunció en “La ratonera” la sucesión de insultos y amenazas que sufre y que quedan impunes.

En el caso del activista de SOS Racismo, los investigadores especializados en delitos tecnológicos rastrearon cientos de conexiones y analizaron numerosos perfiles en varias redes sociales para identificar a los autores. Al parecer, el hilo de “comentarios xenófobos” se inició en respuesta a la publicación de un tuit por parte del denunciante -en su cuenta personal- que mostraba su apoyo a una campaña contra la discriminación por razones de color de piel.

“Desde ese momento, se sucedieron numerosos tuits por parte de los arrestados entre los que, entre otros, proponían la ‘subasta’ de la víctima instando a los internautas a realizar una puja para ‘cazarle’, lo que justificaban porque se trataba de una persona de raza negra. El menoscabo que supuso esta situación para su integridad moral y su honor se sumaba a la vejación y humillación pública que supuso el hacerlo a través de las redes sociales”, subraya la Policía.

Los agentes especializados en delitos tecnológicos rastrearon cientos de conexiones y analizaron numerosos perfiles en varias redes sociales para identificar a los autores, “quienes compartían también en las redes contenidos con simbología nazi y de extrema derecha”. Plenamente identificados, los agentes detuvieron a tres de los autores en Madrid -de 18, 20 y 26 años- y a un cuarto en Málaga, éste último menor de edad.

La Policía recuerda que si una persona se muestra hostil hacia otra por su raza, orientación e identidad sexual, creencias o discapacidad, ha cometido un delito de odio. Desde sus propios perfiles, la Policía anima a las víctimas de este delito a que lo denuncien y aconseja: «No obvies los mensajes u ofensas recibidos en tus perfiles en redes sociales, tu correo electrónico o tu teléfono móvil» o «Cuando denuncies los hechos, no omitas los comentarios y palabras concretas empleadas por el autor».

Y aconseja contactar con la Policía para comunicar todo lo que pueda ser importante como anagramas, símbolos, tatuajes o vestimenta del autor.

De haberse tomado tales precauciones con los autores de los hechos acaecidos en Sevilla, tal vez, sólo tal vez, a estas horas no estaríamos lamentando la existencia de decenas de heridos y de incalculables daños materiales. Pero ya se sabe. En la arbitraria escala de valores del Sistema, que el perro muerda a su amo hace ya tiempo que dejó de ser noticia.