La hostilidad contra los católicos ha llegado a tales extremos de odio que es preciso señalar también a los que amparan y camuflan esos ataques confundiendo deliberadamente los hechos como cuestiones de orden público. Esta Semana Santa estamos viviendo en España una de esas eclosiones de fervor católico que nos retrotrae a los años en los que fuimos considerados la reserva espiritual del entero Occidente.

Imposible que quienes habían previsto el desistimiento por parte de la población española de sus ideales religiosos pudieran permanecer impasibles ante las multitudinarias oleadas de fe convertidas en tsunamis a su paso por pueblos y ciudades de nuestra vieja geografía peninsular.

Era previsible que las instancias mundialistas hicieran algo para alterar la crónica del entusiasmo popular hacia sus cristos y sus vírgenes. Era previsible por consiguiente que pretendiesen mutilar el fervor católico de la muchedumbre para reducirlo a triste crónica de sucesos. De entrada, los sucesos de Sevilla que ya han matado a una persona y herida a más de 100, fue perpetrado por grupos vinculados a la extrema izquierda, según consta por los testimonios de innumerables testigos que, sin embargo, no están siendo siquiera mencionados por los medios informativos. Si en el resto de Europa se oculta tras cada atentado la motivación religiosa de los terroristas, aquí se nos oculta la motivación política de los que llevaron el caos a las calles de Sevilla en su “madrugá” más especial y multitudinaria de todo el año.

Que se nos oculte la motivación ideológica de los criminales nos plantea al mismo tiempo un inquietante asunto: los islamistas no atentan en España gracias sobre todo al eficacísimo trabajo de los cuerpos y fuerzas de seguridad, sin duda los mejores del continente. Pero los islamistas han encontrado en la extrema izquierda a gente dispuesta a hacerles el trabajo sucio. No es casualidad los actos violentos de cristianofobia perpetrados por grupos ultras en los dos últimos años en España. Lo de ayer en Sevilla fue la consumación de una escalada violenta que debe ser atajada por el Estado con la misma determinación que si se trataran de yihadistas dispuestos a inmolarse.

Cada día parece más evidente el odio de la izquierda contra los católicos, a veces en estrecho y siniestro consorcio con representantes islamistas. De hecho, los responsables de esta nueva modalidad de terrorismo callejero mezclaron los vírores a ETA con las típicas proclamas utilizadas por los yihadistas en sus atentados.

Nos parece inexplicable el furor obsesivo por bajar los crucifijos de los colegios. No vemos qué daño causan los símbolos de una fe que asiste a millones de personas y que ilustra nuestro paisaje histórico y emocional. No concebimos que el Estado español no se enfrente a la creciente violencia e incluso mantenga en sus instituciones a muchos de sus inductores.

No hay persecución en España comparable a la que sufren los católicos. Una persecución psicológica, similar a esos malos tratos por los que se lleva a los tribunales a algunos energúmenos y a ninguna mujer. Preguntamos si es hora de que cesen los maltratos psicológicos a los católicos. Y si el Estado no se preocupa de nosotros, si la casta política nos ignora, si los fundamentos legales y morales de nuestras sociedades proporcionan legitimidad a nuestros enemigos, nos preguntamos si no será hora de que los católicos asuman la responsabilidad de su propia supervivencia. Algunos de nuestros heroes nos mostraron el camino ante un escenario similar al vivido en Sevilla por miles de católicos la noche del Jueves Santo. La diferencia es que aquellos heroes no solían correr en histérica desbandada tras los embites lanzados por los enemigos de Dios y de España.

Un muerto y más de cien heridos

Elementos metálicos receptados por la Policía Local

Según relata ABC, los disturbios empezaron al filo de las 4 de la mañana, cuando en varios puntos de la ciudad se dieron conatos de carreras y pequeñas avalanchas de gente. En el balance facilitado por las fuentes oficiales, los incidentes se han saldado con un total de ocho detenidos y más de un centenar de personas heridas. Entre los afectados de mayor gravedad, una persona de unos 70 años afectado con un traumatismo craneoencefálico, mientras las demás han sufrido heridas de menor consideración en articulaciones como muñecas, tobillos o caderas, así como numerosos ataques de ansiedad. En total, 17 personas fueron ingresadas en centros sanitarios de Sevilla, de las cuáles cuatro siguen hospitalizadas.

Los problemas se iniciaron en Triana al paso de la Esperanza, también en El Salvador, así como en las inmediaciones de la plaza de San Francisco o en la avenida de la Constitución, donde se pudo ver gente corriendo. Según fuentes oficiales, los hechos comenzaron con tres carreras en el eje Postigo-Reyes Católicos-Julio César que produjeron un «efecto dominó» con réplicas y hechos aislados que provocaron situaciones de carreras y pánicos en otros puntos de la ciudad.

Desde el Ayuntamiento reconocían que se habían producido «varias carreras», aunque advertían que «la calma se ha recuperado progresivamente». Aunque el primer conato ha sido el más extendido, las carreras se han ido repitiendo a los largo de toda la Madrugada, aunque en menor medida y con menor incidencia. A raíz de estas incidencias, se han producido algunas lesiones de poca relevancia, así como algún ataque de ansiedad. Debido a las estampidas, la banda de San Juan Evangelista, que acompaña a la Esperanza de Triana ha abandonado al estación de penitencia, debido a «pérdida y deterioro de instrumentos». No han sido los únicos afectados. Muchos nazarenos de La Esperanza de Triana así como de El Gran Poder han abandonado su sitio y se han retirado tras los atropellos de la gente en las avalanchas.

La Policía, que se ha puesto a investigar con la primera oleada de carreras, ha conseguido detener a tres personas «por desorden público, dar golpes al suelo y gritar con amenazas». Según fuentes del Ayuntamiento de Sevilla, han sido arrestados en el entorno de Marqués de Contadero y se trata de «delincuentes comunes con antecedentes». Al parecer, estas tres personas habrían estado gritando y amenazando, así como dando golpes al suelo, lo que habría asustado a algunas de las personas que estaban cerca. Ahí sitúan en principio desde el Consistorio algunos de los primeros

A estas detenciones se han venido a sumar otras dos. «El dispositivo policial está instruyendo diligencias por desorden público contra dos personas más», informaban desde el Consistorio con las primeras luces del día. Los testimonios de los testigos presenciales en la zona de Argote de Molina han sido claves para arrestar a estas dos personas, quienes, al parecer, «estaban gritando y asustando al público».

Además, se ha procedido al arresto de otras tres personas. A los ocho detenidos «se les están instruyendo diligencias por desorden público para su posterior puesta a disposición judicial». En total se han producido cuatro intervenciones policiales distintas. Desde el Ayuntamiento insisten en que se trata de «hechos aislados de gamberrismo y vandalismo sin aparente conexión». Entre las ocho personas detenidas, la mayoría de ellos de origen español y de edades jóvenes con antecedentes policiales. Entre los detenidos se encuentra también un varón de origen senegalés, según han informado fuentes oficiales. Las mismas fuentes apuntan a que las acciones que han provocado los momentos de histeria colectiva en diferentes puntos de la ciudad no estarían coordinadas entre sí, sino que más bien las redes sociales habrían amplificado el «efecto dominó» entre los diferentes grupos implicados.

De hecho, las detenciones se han producido en diferentes momentos de la noche, según fuentes oficiales. La primera de ellas fue antes de que comenzasen las carreras por desobediencia en la calle Pastor y Landeros. Tras los primeros incidentes, a la cinco menos veinte de la madrugada, se produjo la detención de tres personas por desorden público en el entorno de la calle Arjona. Estos individuos, portaban objetos metálicos con los hacían ruidos para provocar las carreras.

Posteriormente, tras haberse producido el resto de disturbios, a las seis de la mañana, fueron detenidas dos persona en Argote de Molina y otras dos en la Plaza del Salvador tras advertir testigos de que estaban gritando y haciendo aspavientos para ocasionar nuevos incidentes.

Solo en el Virgen del Rocío se ha atendido a una treintena de personas por causas leves, como crisis de ansiedad, heridas y pequeñas lesiones. Además una persona de unos 70 años se encuentra herido con un traumatismo craneoencefálico así como un nazareno de la hermandad del Gran Poder de unos 35 años de edad, que se encuentra en estado grave tras haber sufrido una rotura de cadera de la que ha sido intervenido en el citado hospital. De igual modo, en el hospital Virgen Macarena se han atendido a en torno a unas 40 personas, algunas con fracturas en tobillos y muñecas.

En todo caso, la Policía sigue investigando y analizando lo ocurrido y llama a la calma, ya que entiende que no hay elementos de alarma más allá del «nerviosismo». De hecho, la normalidad ha vuelto a los pocos minutos e incluso el propio público asistente al paso de las hermandades ha roto a aplaudir para acallar el nerviosismo reinante.

Por último, hay que apuntar a que un hermano nazareno de la hermandad del Gran Poder perdió la vida tras los momentos de tensión y ansiedad vividos.