Un hombre infectado con el VIH fue condenado este meses a dos años y diez meses de cárcel tras reconocer que mantuvo relaciones sexuales con más de 100 mujeres y menores, que desconocían que estaba enfermo, como parte de un ritual de “purificación”.

El procesado, conocido como “la hiena”, practicó sexo con las víctimas en cumplimiento de un tradición casi extinguida en algunas zonas del sur del país y que está prohibida por las leyes de Malawi.

Según admitió Eric Aniva, fue contratado por algunas comunidades para llevar a cabo la “purificación sexual” de viudas, que según esta tradición deben acostarse con un hombre antes de enterrar a su marido o tras tener un aborto para evitar la mala suerte.

“La hiena” también tuvo sexo con adolescentes tras su primera menstruación, a quienes se obligó a mantener relaciones con el acusado para marcar el paso de la niñez a la edad adulta.

Un tribunal de Nsanje, en el sur de Malawi, dictó la sentencia condenatoria, una semana después de encontrarlo culpable. Sin embargo, la decisión no fue por el ataque sexual a menores, como pedían algunas organizaciones sociales, sino por participar en una práctica “ilegal” y “dañina”, bajo la ley local de igualdad de género.

“El acusado no tiene en absoluto ninguna consideración hacia las viudas, ninguna dignidad ante las mujeres, y hay incluso dudas de que haya usado preservativos”, explicó el juez, en una sala abarrotada de público.

Aniva fue detenido en julio tras un reportaje de la BBC

El acusado, de 45 años, fue detenido por orden del presidente de malauí, Peter Mutharika, el pasado julio, después de que la cadena británica BBC publicara una entrevista con él.

“La hiena” no solo admitió haber mantenido sexo con menores, sino que reconoció que no había informado a sus compañeras sexuales de que tenía el virus del VIH.

“Algunas niñas tienen solo 12 o 13 años, pero las prefiero mayores. Todas encuentran placer en tenerme como hienas y se enorgullecen de contarle a otras personas que soy un verdadero hombre”, relató Aniva en el reportaje de julio. Cada familia le pagaba entre 4 y 7 dólares por su ritual.

Por entonces, la cadena también contactó a una de las menores que sufrieron el ritual. “No podía hacer nada. Tenía que hacerlo por mis padres. Si lo rechazaba, mi familia podría enfermarse o morir. Tenía miedo”, explicó María, temorosa de la supersticiones locales.

El hombre se declaró no culpable en el proceso y se mostró decepcionado con la decisión: “Creí que tendría una sentencia en suspenso”. Por su parte, sus abogados anunciaron que apelarán la condena.

Según datos de la ONU, Malawi tiene uno de los índices de infección de sida más altos del mundo, con un 9 por ciento entre las personas de 15 a 49 años.