L’appetit vient mangeant
Los ultrajacobinos, los comunistas del pelo de la dehesa –extemporáneos ellos- caminan hacia las atarjeas. Van, arrastrados, hacia las alcantarillas, por la debida ley de vida. No es fácil cambiar de régimen alimenticio y mantener esa ideología en puridad, cuando el entorno es muy otro que el supuesto y este les gana la partida. Les pierde. Eso está archidemostrado. De ahí vienen los elogios sincopados, los lameculeos diplomáticos, para hacerse perdonar aquellas formas, aquellos besicos, aquellos mamados y más tarde llegarán las corruptelas, los queos sottovoce y los saqueos en lontananza. Ay, amigos y allí les espera la ley cegada, con la romana en ristre y sus desnudeces tan igualitarias. ¡Mala puñalada!
¿Qué se hizo aquel danzar,
aquellas ropas chapadas
que traían?
Dejan, paulatinamente, de pedir cabezas, dejan la pana y el ralladillo y comienzan a saborear lo que tanto denunciaban, y que hace vicio, como las gambas y la lavanda inglesa. Pobriños, les viene l’appetit. Unos tiran para la socialdemocracia y se dan con el PSOE –o debieran- y otros van hacia la silla, vaciada, de IU, donde sobra Garçon, garçon, y allí, a morir al palo.
…y llegamos
al tiempo que fenecemos…
Comienzan las cuestiones intestinales, se subleva la tropa de la anarquía, de boca endurecida y estómago atrasado, se hacen contestones y no obedecen a la suave y sabia rienda del líder doctorado, que todo lo sabe y se oye eso tan espantoso y tan vulgar del “quítate tu, para ponerme yo, tío” ¿pourquoi pas?
Ha sido una mañana de reyes fascinante. Olía a juguete, recién desempaquetado con alborozo.
Unos, por poco valer,
¡Por cuan bajos y abatidos
que los tienen!
otros, que por no tener
con oficios no debidos
se mantienen.
Y así, a poquitos, pierden la línea, echan barriga, se peinan, se lavan, se atusan y bajan el tono hasta perderse en la nada, con el fin de pasar inadvertidos. Fugacidad, es el término. Amanecerán vandeanos. Han perdido el pelaje hirsuto y debajo queda la gualdrapa y el cartón, que no van a ningún sitio. El pueblo soberano lo sabe, y les va a quitar el crédito. Primero un golpe, luego otro, y así hasta el puro nivel visceral, el suelo, de los de toda la vida, que no dan para mucho más, que para cuatro sandeces manidas.
Esta es la historia de algo extemporáneo, de algo anacrónico, de algo vinculado al cine mudo y a las fotografías sepia, que ha reverdecido y florecido con unas lluvias que, gracias a Dios, tardarán en volver a producirse, o que no se volverán a producir.
Si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
Esta es la lamentable historia de una pesadilla de libro rancio, que, una vez arruinados algunos municipios, remite. Lo más lamentable, es que su origen esté en aquellos que han renunciado a la competitividad, al buen hacer y al esfuerzo y se hayan decantado por la molicie de la vagancia, del déjame estar y del “que este se quede tuerto, aunque yo pierda el ojo que me queda” y que sean tantos y tan tontos. De esa filosofía, no cabe esperar más que el desastre, máxime cuando acabamos de comenzar la era Acuario.
Si no, que le pregunten a Jorge Manrique, que está de guardia. ¿Será verdad que los manteros le cantan albadas a la Carmena, a pie de obra y ella les escucha, en onda corta, asomada a la balaustrada?
¿Hasta cuando esta pesadilla?
Al principio creía que se inventaba todas esas palabras, pero, !coño!, voy al diccionario, y allí están. Con su definición y todo.
Es usted un Maestro
L’appétit vient “EN” mangeant