Cientos de venezolanos residentes en España se manifiestan contra Podemos y su apoyo a la dictadura comunista de Venezuela.

Por Ezra Orbán.- Hace tres meses, en pleno fervor electoral, las noticias y documentales sobre lo mal que estaba Venezuela eran constantes, todo ese “interés” sólo era para atacar a Podemos pero ni ese filón fue convenientemente explotado, por algún “extraño” motivo nunca se analizó lo que estaba -y está- ocurriendo allí en profundidad, como siempre el capitalismo encubriendo los crímenes comunistas.

Hace unos días, la TVG informó de que la esposa de un gallego fue asesinada a tiros en Caracas. El mismo día, por la tarde, el Ministerio de Defensa informó que un Brigada del Ejército destinado en la Embajada de España en Caracas había sido herido de bala en su coche cuando lo querían atracar.

Esto, señores, es el pan de cada día en Venezuela, y lo que es peor: obedece a un plan diseñado desde el Gobierno chavista. La idea es que todos los que “molestan” se vayan de Venezuela… y no puedan votar, porque ya en las elecciones parlamentarias de diciembre pasado los venezolanos no pudieron votar desde el extranjero. Los que aún conservamos conocidos allí sabemos que todo el que conserva un pasaporte europeo se está marchando, -allí el ser blanco es como llevar un cartel que diga “atrácame” porque saben que los blancos siempre tienen algo que robarles-. Primero fueron las expropiaciones, después la miseria y como algunos aún se resisten a marcharse, ha llegado la hora de permitirle a la delincuencia que campe a sus anchas para que todos los opositores se marchen. Y no lo dudéis: todo el que es útil, el que trabaja, el que crea riqueza, el que tiene negocios, o simplemente es blanco, es un opositor, por lo tanto, los que siempre se van a marchar son opositores, el chavismo se nutre exclusivamente del lumpen y del hampa. Es llamativo como la propia izquierda española llama la atención sobre el hecho de que los dirigentes opositores son blancos, mientras los dirigentes chavistas en su mayoría no lo son.

El goteo de personas que abandonan Venezuela es constante desde hace mucho tiempo, incluso desde antes de que Chávez llegara al poder. Aún así se llegó a un punto en que el chavismo no podía ganar las elecciones poniendo trabas a los venezolanos que estaban en el exterior para votar, porque Venezuela es el único país del mundo que cierra única y exclusivamente el Consulado donde hay más nacionales inscritos, que era el de Miami, lo que supuso 300.000 ó 400.000 votos perdidos para la oposición. Aunque algunos héroes se pagaron un billete de avión ¡o de autobús! para ir a votar a Nueva Orleans. En las elecciones de diciembre pasado -las primeras en las que no se podía votar desde el extranjero- otro grupo de héroes viajó en avión a Caracas exclusivamente para votar.

Si rebobinamos atrás en la Historia vemos cómo durante la revolución rusa simplemente se asesinaba a los “antirrevolucionarios”. Ya durante la revolución cubana, los “antirrevolucionarios” eran subidos a aviones -después de robarles todo lo que tuvieran de valor- y expulsados a EE.UU. Esto ya no es posible hoy en día, así que la única manera de expulsar a los que se han resistido a marcharse es la anteriormente descrita.
Pero la reducción del censo no es la única manera que ha utilizado el chavismo para perpetuarse en el poder; una muy popular es la que dice que en Venezuela “votan los muertos”. Puedo asegurar que es así porque uno de los muertos que en Venezuela siguen votando es mi padre, que para más inri nunca se nacionalizó venezolano y ese fue el motivo por el que lo descubrí. Ocurre que en la web del Consejo Nacional Electoral puedes consultar los datos de cualquiera simplemente introduciendo su número de cédula. Primero eliges “V” para venezolanos o “E” para extranjeros y después metes el número. Pues bien, al introducir el número de mi padre me salió su nombre y una nota al final: “Este número de cédula está inhabilitado para votar, pues su titular se ha nacionalizado venezolano y ha recibido un nuevo número de cédula”. Todo lógico salvo que mi padre nunca se había nacionalizado venezolano, ya que hacía más de 20 años que se había marchado de Venezuela y, por lo tanto, su número de cédula de extranjero tendría que estar anulado por no renovar el permiso de residencia y, además, hacía más de 10 años que había muerto en España.

Cientos de miles de venezolanos coparon el jueves las calles de Caracas para pedir el fin de la dictadura bolivariana.

Esta es la manera de crear votantes sin que se note que se está inflando el censo: reciclando identidades de extranjeros que se han marchado -los “nacionalizan” venezolanos porque en Venezuela los extranjeros sólo pueden votar en las municipales- o “resucitando” cédulas de venezolanos fallecidos; esto es posible porque el chavismo lo controla todo y el funcionario que se atreva a denunciarlo acaba muerto o preso y torturado.

Yo esto lo empecé a denunciar en diversos foros y dejando comentarios en varios medios, era consciente de que los servicios de inteligencia del régimen lo estarían leyendo y efectivamente, si consultas ahora números de cédula que no están inscritos para vota, te dice: “El número de cédula ingresado no corresponde a un elector”.

Como seguramente no tienen suficiente personal afín para entregarles todas estas cédulas con identidades robadas, la oposición denuncia que hay cerca de medio millón de cédulas sin huellas digitales, porque en Venezuela todo el proceso de voto es electrónico y uno de los requisitos para votar es poner el dedo en un captahuellas… salvo que no tengas dedos. Y en Venezuela, por lo visto, hay medio millón de personas a las que les “faltan” todos los dedos.

El año pasado, en las elecciones a la Asamblea Nacional, la oposición consiguió 2/3 de los escaños, lo cual le permitía llamar a una Asamblea Constituyente y con lo cual finiquitar, no sólo el mandato de Maduro sino todo el engranaje del régimen comunista. La respuesta del régimen fue inventarse un “fraude” en el Estado Amazonas y dejar a ese Estado sin representación en el parlamento. Todos sabemos que si en España hubiese una irregularidad en alguna circunscripción, las elecciones se repetirían de urgencia, pero en Venezuela no, aunque tengan leyes simplemente no se aplican porque los jueces del Tribunal Supremo han sido todos nombrados por el régimen chavista.

Esta arbitrariedad –al ser imposible recurrir a algo parecido a un Tribunal imparcial- ha llevado a la oposición a embarcarse en el proceso revocatorio, que consiste en recoger firmas para convocar un referéndum para acabar con el mandato de un cargo electo -en este caso el Presidente de la República-, aunque el mandato de Maduro empezó en abril –por la muerte de Chávez-, los mandatos en Venezuela empiezan en enero. Sabiendo que iban a utilizar cualquier excusa para echarles abajo el proceso, laoposición decidió esperar a abril cuando se cumplían los 3 años de mandato de Maduro para solicitar la activación del revocatorio –si lo solicitaran en enero, después de recoger las firmas, les dirían que no servían, porque no se habían cumplido los plazos constitucionales-, así se las gastan los regímenes comunistas.

Lilian Tintori, esposa del dirigente opositor preso Leopoldo López y símbolo de la oposición de Venezuela al régimen de Nicolás Maduro.

En vista del apoyo masivo que tiene la oposición para echar a Maduro, éste, con la excusa de la sequía, decide limitar el horario laboral de los funcionarios a ¡2! días a la semana, objetivo: que no dé tiempo a validar las firmas del revocatorio antes de final de año, y esto es así porque si entramos en el cuarto año de mandato y el mandato del Presidente es revocado o fallece, no se convocan elecciones, sino que el vicepresidente ejecutivo, obviamente elegido por Maduro, acabaría el mandato. Esa es la fabulosa Constitución chavista que Podemos nos vende como ejemplo de “democracia”.

Todo esto que he descrito da para muchos documentales, reportajes, noticias, columnas, editoriales…, pero por algún “extraño” motivo ,como dije al principio, nadie lo ha utilizado para atacar a Podemos e IU. Simplemente se han ido a Caracas a hacer reportajes totalmente asépticos, en los que muestran colas de gente esperando para entrar en los supermercados y después hacen el ridículo mostrando imágenes captadas más o menos a escondidas en las que se ven productos que no son de primera necesidad, como botellas de bebidas alcohólicas; es decir, ellos mismos dan a entender subrepticiamente que el país “no está tan mal” cuando en los supermercados hay botellas de ron o de whisky. Eso sí, del precio no hablan, porque entonces los españoles descubrirían que con la pensión de un jubilado no se puede comprar ni una botella de whisky escocés que aquí cuesta 20 euros.