Villarreal, el eterno perdedor: Adiós al sueño de Champions
No pudo ser. Para este Villarreal la Liga de Campeones todavía está muy lejos. Por sensaciones y por lo demostrado frente al Mónaco en una eliminatoria en la que los amarillos estuvieron lejos de confirmar el buen hacer de la pasada temporada. Las numerosas bajas con las que afrontó estos partidos –sufrió hasta ocho por lesión en la cita de ida- fueron una desventaja para los de Fran Escribá, que se condenaron cayendo con estrépito en El Madrigal. Hacía falta una gesta y los castellonenses no estuvieron ni siquiera cerca de lograrlo.
Pero hay una evidencia. Este Villarreal no es el del año pasado y el Mónaco lo sabía perfectamente. Conocedor de los problemas por los que pasa en las últimas semanas, Leonardo Jardim se plantó en el vetusto y coqueto Louis II con un equipo extremadamente físico y ordenado que apenas cometió errores. Un problema para los amarillos, nerviosos desde el inicio, sin demasiadas ideas y con una falta preocupante de circulación de balón. La presión alta que orquestó el equipo del principado, liderada por un magistral Bakayoko, terminó de ahogar al ‘Submarino’, que durante muchos minutos sucumbió en una plaza que, en principio, no se presumía demasiado compleja.
Mucho más cómodos se mostraban los locales en un choque en el que las porterías parecieron más un adorno que otra cosa, pues apenas hubo oportunidades. Fue el rápido y peligroso Lemar el primero en intentarlo y a punto estuvo de besar la gloria con un balón que se le escapó a Asenjo por debajo de sus piernas. Por suerte para los españoles todo quedó en un susto, pues la reacción del guardameta evitó un nuevo disgusto. Pero como ya hizo en el partido de ida, este Villarreal parece entonarse conforme pasan los minutos.
Los nervios y la desesperación en la que se sumían los jugadores visitantes se esfumaron de golpe tras un buen desmarque de Santos Borré que a punto estuvo de ser el primer tanto del choque. Apareció entonces un magistral Jemerson cuando la pelota ya había superado a Subasic, hasta ese momento un espectador más del estadio. Una ocasión perdida en el que había sido el primer, y único a la postre, fallo grave en defensa de los franceses.
El paso de los minutos terminó diluyendo el efecto de un Villarreal incapaz de crear peligro, un equipo que no se mostró ambicioso en ataque y que dejó crecer poco a poco al Mónaco, que aprovechaba cada contragolpe para demostrar sus puntos fuertes y meter el miedo en el cuerpo a los españoles. Las sonrisas y las esperanzas se iban asentando en el principado hasta la explosión de júbilo del minuto 90, cuando el árbitro fue el único en ver un penalti de Musacchio por una supuesta mano. Amargamente y con razón se quejaba el argentino, pues el balón le golpeó en la espalda. De nuevo Fabinho fue el encargado de transformar la pena máxima ante un incrédulo Asenjo. Una eliminatoria que acabó exactamente de la misma forma que dio comienzo. Se esfumó el sueño de la ‘Champions’, aunque la Liga Europa ya espera al Villarreal.