EM.- Desde la misma noche electoral, Susana Díaz mide al máximo cada palabra. Si ningún mensaje en ella es casual, en estos momentos de confusión y desconcierto interno, mayor es el cuidado, si cabe, en sus declaraciones. El 26-J llevaba por escrito su intervención y no admitió preguntas. En la mañana del lunes no se salió ni un milímetro del guión establecido con sus asesores. Ante la insistencia de los periodistas, ha evitado dar pistas sobre sus intenciones. “No estoy en cuestiones orgánicas ni me parece lo oportuno. Tenemos que abrir una reflexión profunda y sosegada para reconstruir el PSOE”. “No estoy en cuestiones individuales sino en un proyecto colectivo. Me preocupa España”, ha reiterado.

No obstante, ha advertido a su Ejecutiva de que probablemente celebren otra reunión antes del Comité Federal del 9 de julio. Hasta entonces prima la cautela.

Ese guión marca unos pasos para cuestionar la figura de Pedro Sánchez hasta que resulte evidente la conclusión: el partido necesita un nuevo liderazgo fuerte, auténtico y creíble que recupere su posición histórica en el país. Posteriormente deben ser barones y referentes históricos quienes señalen a la elegida para esa misión, Susana Díaz, que asumiría ese sacrificio personal por el PSOE y por España.

Una estrategia similar ya se puso en marcha en verano de 2014, pero se vio frustrada por la operación de Alfredo Pérez Rubalcaba para lanzar la candidatura de Eduardo Madina y establecer unas primarias entre los militantes para elegir al secretario general.

Esa batalla interna disuadió a Susana Díaz, que decidió no asumir el desgaste, ya que prefería una elección por aclamación. En su lugar, y como vendetta, aupó a Pedro Sánchez como nuevo líder del partido.

En este caso, y tras tres amagos de dar el salto a la política nacional, la presidenta de la Junta tiene asumido que habrá guerra con Pedro Sánchez. Antes del 26-J se comprometió con poderes fácticos y referentes de su partido a medirse en las urnas con el secretario general, por lo que, de momento, parece que no habrá vuelta atrás. Su objetivo es compatibilizar la Secretaría General del PSOE con la Presidencia de la Junta hasta las próximas elecciones, calculando una legislatura corta de unos dos años. En ese periodo reconstruiría el partido desde la oposición, liderada desde Andalucía, y organizaría su propia sucesión.

Bajo ese prisma toman sentido sus declaraciones desde el 26-J. Según la presidenta, ahora “toca reconstruir un proyecto auténticamente atractivo y con credibilidad suficiente para salir de la oposición en la que nos han situado los ciudadanos”. “Este país merece que el PSOE se reconstruya, se levante y vuelva a ser un proyecto mayoritario que le ofrezca a este país un gobierno distinto, alternativo, que sea capaz de recuperar derechos, de situar a España en el contexto europeo y en el mundo, que garantice la cohesión territorial y, sobretodo, la recuperación social de quienes tanto han sufrido”, ha insistido.

De esta manera, Susana Díaz ha descartado que el PSOE forme parte de cualquier tipo de coalición de Gobierno, cerrando el paso a Pedro Sánchez.

“No hemos entrado a valorar los escenarios postelectorales, pero parece evidente que, sin con 90 escaños no fuimos capaces de formar Gobierno, pues con 85 nos han mandado a la oposición. Tenemos que ser coherentes y ver por qué después de tanto daño, los ciudadanos le han dado más votos al PP”, ha insistido.

“No se puede poner la responsabilidad de formar gobierno en hombros del PSOE. Con 85 escaños no hay dudas: nos han mandado a la oposición. No seré yo quien enmiende la voluntad de los ciudadanos el pasado domingo”, ha insistido este mismo martes en una entrevista en la Ser.

En segundo lugar, Díaz se sacude cualquier responsabilidad en su propia derrota en Andalucía y señala a Ferraz como culpable de que el PSOE haya logrado los peores resultados de su historia.

“Éstas han sido unas elecciones generales, los ciudadanos han votado en esa clave y la derrota del PSOE se produce en toda España. No he sido la candidata, pero me he dejado la piel como si lo fuera, he trabajado como la que más por mi partido y por mi país”, ha defendido.

En esta línea, las causas de la debacle serían, por tanto, responsabilidad de Sánchez. Entre ellas, la presidenta destaca que el PSOE carece de un “proyecto creíble que merezca confianza mayoritaria de los ciudadanos”, y que su partido “no ha sabido conectar con la mayoría que otras veces sí nos ha dado el Gobierno”.

“El miedo al populismo ha beneficiado al PP”, ha añadido, para cerrar el cerco: “La mera hipótesis de un acuerdo con Podemos ha restado mucha credibilidad a nuestro proyecto político”, ha advertido. Según Díaz, Podemos es “incompatible” con la “idea de España” que tienen los socialistas y la “inmensa mayoría” de los ciudadanos.

En contraposición, la dirigente sevillana saca pecho de sus resultados como contención de Podemos y como sustento del PSOE nacional. “Hemos logrado evitar el sorpasso, que hubiera sido letal para nuestro partido y muy nocivo para España. Ha sido posible gracias a los 530.000 votos de ventaja que le hemos sacado a Podemos en Andalucía”, ha destacado. Como muestra, ha asegurado que uno de cada cuatro votos y uno de cada cuatro escaños en el Congreso pertenecen al PSOE-A, así como uno de cada tres senadores.