El jefe de policía belga Pierre Vandersmissen yace en el suelo tras ser atacado.

La manifestación contra los ajustes económicos celebrada ayer en Bruselas se desarrolló con tranquilidad hasta que al final de la protesta, cerca de la estación de trenes de “Midi”, grupos de violentos se enfrentaron a los policías, que cargaron para disolverlos. Una tradición en las manifestaciones en Bélgica, que suelen terminar a las carreras porque al final aparecen pequeños grupos de anarquistas, sindicalistas descontrolados o directamente quienes buscan una excusa para la bronca. (VER VIDEO)

Pero el martes, al final de la manifestación, estuvo a punto de producirse una tragedia. Un hombre con una chaqueta roja del sindicato socialista flamenco (ABVV) atacó por la espalda al comisario de Policía Pierre Vandersmissen, golpeándolo en la cabeza con una piedra. El sindicato negó que el agresor fuera miembro de su organización y se solidarizó con el agredido.

El comisario, que iba decenas de metros por delante de sus hombres, sin protección y enfrentándose con un spray de gas pimienta a los sindicalistas que retrocedían, cayó inconsciente al suelo y fue ingresado de urgencias en el hospital universitario del Jette, del que pudo salir la tarde del miércoles con 24 puntos en la cabeza.

Un grupo de manifestantes atacan al policía belga Pierre Vandersmissen.

Vandersmissen es el jefe del grupo de intervención del cuerpo de Policía local de los distritos del centro de Bruselas. A sus órdenes están los antidisturbios, los hombres de casco y porra que cargan cuando las manifestaciones que desembocan en actos violentos. Vandersmissen es el ogro de los sindicalistas.

El diario “La Libre Belgique” cuenta que es policía de vocación y que se formó en la escuela de gendarmes de un famoso coronel, Guido Torrez. Un duro –y polémico- que defiende a sus hombres en cualquier circunstancia.

En el diario belga varios de los agentes a sus órdenes aseguran que “no retrocede ante ningún obstáculo” pero que trata a los agentes “aplicando el reglamento a la letra y no soporta que nadie le falte al respeto”. Otros agentes critican desde el anonimato que el jefe de los antidisturbios, conocido de los sindicalistas, aparezca sin protección en primera línea, porque consideran que puede entenderse como una provocación y porque en el momento de la agresión estaba demasiado lejos de la línea policial para poder ser defendido.

Pierre Vandersmissen cae y queda inerte en el piso tras ser golpeado en la cabeza.

Vandersmissen, de 49 años y que lleva 15 años en el puesto, recibió en el pasado denuncias por tratos degradantes, abuso de autoridad y racismo tras una manifestación en 2012. En 2015 fue absuelto. En marzo detuvo al director de la Liga de Derechos Humanos de Bélgica, Alexis Deswaef, que protestaba porque los policías a las órdenes de Vandersmissen habían permitido que un grupo de patriotas aparecieran en el lugar de concentración por las víctimas de los atentados del 22 de marzo.

El agresor, identificado como T.F., de 43 años y sin antecedentes penales, se entregó el miércoles a la Policía y pasó a disposición judicial. La Policía había pedido colaboración ciudadana para detenerlo y había difundido una fotografía. T.F. será juzgado por “rebelión armada, utilización de arma prohibida y golpes y heridas voluntarias con incapacidad laboral contra una autoridad pública”.

El abogado de Vandersmissen, Sven Mary –el mismo que defendió en Bélgica a Salah Abdeslam, el único terrorista superviviente del comando yihadista que atacó París el 13 de noviembre- dijo que acusará al agresor de intento de homicidio. De ser declarado culpable, podría enfrentar una pena de hasta 20 años de prisión.

Al salir del hospital, Vandersmissen dijo a la agencia Belga que “hay gente que va a por mí, soy un objetivo privilegiado, hay una campaña para acabar conmigo, con artículos, la Liga de Derechos Humanos, todo eso”.

Después de la agresión al jefe de Policía, la prensa belga se pregunta quiénes son los grupos que atacan cada vez más a los agentes de Policía. Divide varios grupos:

Los anarquistas antisistema. Visten de negro, suelen ir enmascarados y llevan banderas negras. Atacan a los policías –y los cristales de los comercios, autos de lujo y oficinas de bancos- de forma organizada, con piedras o barras de hierro. Han llegado a usar cócteles molotov.

Los atacantes miran a su víctima tendida en el piso.

Otro grupo que destaca son los grupúsculos extremistas que están apareciendo dentro de los sindicatos clásicos. Al contrario que el sindicalismo más tradicional –que veía en los agentes de policía simples trabajadores-, no dudan en atacar a los policías.

Grupos de jóvenes islamistas que pretenden implantar la sharia o ley islámica en zonas de mayoría musulmana.

El cuarto grupo, el menor y por ahora menos peligroso, es el formado por jóvenes de los barrios más desfavorecidos. Más que convicciones sociales, parecen poner su atención en romper algún cristal de alguna tienda para robar.