Para el norteamericano medio que represente los valores genuinos del país que alcanzó el liderato mundial durante el siglo XX, la opción tendría que estar igual de clara que elegir entre un pandillero del Bronx y un granjero blanco de Minnesota. Donald Trump y Hilllary Clinton representan los dos polos opuestos en esa encrucijada mundial entre el amor a las patrias y el sometimiento al mundialismo. Donald Trump apela al orgullo de la América hecha a sí misma, en contraste a la América “hamlerizada” con la que cifra sus expectativas de triunfo su previsible oponente republicana. El country frente al rap. Mark Twain versus Michael Moore. David Duke en pugna con George Soros. El Medio Oeste salpicado de iglesias en contraste con Wall Street salpicado de logias. La Cruz sureña en el anverso de la bandera del arcoíris. La Biblia frente al vacío.

Donald Trump, con la Biblia en uno de sus mítines

Por si no está claro lo que está en juego, el propio George Soros se aviene a explicarlo con sus declaraciones diarias contra Trump y sus llamadas a sus seguidores y votantes para que no le voten. Soros apuesta por Clinton, la candidata demócrata. También el omnipotente ‘lobby’ judío. No es extraño entonces que un enorme número de republicanos estén empeñados en que Trump no debe ganar. Muchos de ellos ya han declarado que jamás, en ningún caso, votarán por el empresario y algunos que lo harán por Clinton. Un grupo especialmente hostil al probable candidato es el formado por los neoconservadores, los ideólogos de todas las guerras americanas desde la invasión de Irak que siguen teniendo influencia en la Administración Obama y cuentan con Hillary como una de los suyos a efectos de política exterior.

George Soros y Hillary Clinton.

La eminencia gris de la Administración Bush, Karl Rove, está detrás del intento de parar a Trump a toda costa, y asegura a quien quiera oírle que todavía no es demasiado tarde. En marzo se formó un superPAC -un consorcio de donantes- que ha invertido diez millones de dólares en publicidad televisiva contra Trump. La expresión maldita ‘convención negociada’ -robarle la candidatura a Trump- todavía planea, aunque ya con sordina.

Señala el politólogo Javier Rodríguez Carrasco que aquellos que le “pondrán palos en las ruedas a Trump” son “el aparato burocrático de EE UU, los líderes del Partido Republicano criticados por Trump y la gente que lleva a cabo actividades ilegales en EE.UU. y acumula capitales demasiado grandes”. Tampoco hay que olvidar los lazos financieros con los países árabes productores de petróleo.

Rechazan asimismo a Donald Trump porque accedería a la Presidencia del país habiéndose costeado su propia campaña y, por consiguiente, sin la engorrosa carga de tener que enajenar en forma de normas y leyes las millonarias aportaciones de ‘lobbys’ y multinacionales. Y una cuestión más importante aún: Donald Trump cree que “es primordial auditar la Reserva Federal”, que es tanto como mentar la soga en la casa del ahorcado.

Por primera vez en décadas, un candidato a la Presidencia estadounidense habla a calzón quitado de cosas muy políticamente incorrectas. Trump sabe bien que Europa, con sus más de cincuenta millones de musulmanes, podría alcanzar su destrucción como parte de la lucha global del sionismo por la dominación mundial y en contra de los valores centrales de la comunidad nacional. Trump representa esencialmente lo mismo que las organizaciones identitarias europeas que pretenden, con todo en contra, evitar el naufragio de la civilización que ha sido punta de lanza de la humanidad.

Evitar que Trump prohíba la entrada a musulmanes

Cámara de Representantes de EE UU

En ese contexto, era predecible que los demócratas de la Cámara de Representantes de EE UU presentaran este miércoles un proyecto de ley que impediría al virtual nominado del Partido Republicano para la Presidencia, Donald Trump, sacar adelante su propuesta de prohibir la entrada en el país a los musulmanes.

La medida, presentada por el representante demócrata por Virginia Don Beyer, prohíbe específicamente negar la admisión en EE UU a inmigrantes, refugiados y turistas en base a sus creencias o ausencia de creencias religiosas. “Simplemente, una prohibición de viaje en base a la religión traicionaría la promesa de libertad que dio nacimiento a nuestro país y heriría nuestros intereses nacionales”, indicó el congresista al presentar la medida en una rueda de prensa en el Capitolio.

“Pese a lo que piense Donald Trump, prohibir a miembros de un grupo religioso particular entrar al país es inconstitucional y jamás lograría el apoyo del Congreso o las cortes”, añadió en un comunicado el representante por Maryland Steny Hoyer.

El pasado 7 de diciembre, tras los atentados islamistas que dejaron 130 muertos en París y 14 en San Bernardino (EE UU), Trump llamó a prohibir la entrada en Estados Unidos de todos los musulmanes en respuesta al odio que, según él, siente parte de esa comunidad contra los estadounidenses. Trump abogó por un bloqueo “completo y total” a la entrada de musulmanes en el país hasta que las autoridades “averigüen lo que está pasando”. “Sin mirar a los diferentes datos de las encuestas, es obvio para cualquiera que este odio va más allá de lo comprensible. De dónde viene ese odio y por qué es algo que tenemos que determinar”, señaló Trump. “Hasta que logremos determinar y comprender este problema y la peligrosa amenaza que plantea, nuestro país no puede ser víctima de horrendos ataques de gente que solo cree en la yihad (guerra santa) y que no tiene ningún sentido de la razón o respeto por la vida humana”, añadió.