La España de Podemos, la Barcelona de Ada Colau, al natural. Bienvenidos al zoológico. Podría ser un reportaje de Aminal Discovery, pero es algo más cercano. Es el ritual de apareamiento en Barcelona, concretamente en el metro, ante decenas de testigos, sin cortejo preliminar previo a la cópula… ¡Bendito libertinaje, exhaltante muestra de una población sin rumbo! ¡Eramos tan pobres, tan tristes, tan rancios, antes de este despelote democrático!

Las chocantes y grotescas imágenes nos muestran en toda su crudeza la verdadera cara de la animalización de España, la implantación sin freno de la barbarie y el salvajismo, que han echado raíces en nuestra desgraciada nación. Muchos nos preguntamos qué cabía esperar tras este derrumbe moral si muchos de los actuales representantes públicos se dieron a conocer asaltando capillas con las tetas al aire, miccionando en la calle, amamantando en el Congreso, ultrajando a los católicos, agrediendo a policías, colocando artefactos o haciendo chistes sobre las víctimas de ETA.

La despreocupada pareja fue grabados por un teléfono celular. No les importó demasiado.

La excrecencia humana se ha hecho un nido en España ante la pasividad e indiferencia de la mayoría de los españoles e incluso la complicidad de millones de ellos. Es la mejor imagen del nivel de cretinización al que han sido conducidos miles de españoles, desposeídos de cualquier idea trascendente, carentes de referencias éticas y estéticas y también del más elemental sentido de la dignidad. Llama a reflexión esa aceptación, por parte de la franja más decaída y degenerada de la población, de este derrumbe civilizacional, de esta enfermiza alabanza de la cloaca moral que exhala sus pestilencias como un contenedor de basura en pleno agosto, pero lo más increíble es sin duda el rechazo masivo de los españoles y europeos a ver la realidad de frente. No queremos ver para no tener que actuar.

¿Qué sociedad, que país se puede construir con semejantes desechos humanos? No es necesario esforzarse mucho para imaginárselo: echemos una mirada al mundo animal, el modelo original, para prefigurar nuestro inmediato futuro. ¿Qué podemos esperar de quienes han sido aleccionados por el Sistema para adoptar las formas más primitivas de vida humana? ¿Es razonable esperar algo importante de una sociedad atiborrada de tan gran cantidad de escoria humana prescindible? ¡Locura, insensatez, delirio, químera, desvarío!

La irresponsabilidad de nuestros gobernantes y la apatía de los españoles y europeos han llevado al borde del abismo a España y a la civilización que nos alumbró durante siglos.

Somos tanto más culpables cuanto que las inteligencias más preclaras de nuestra nación ya habían, hace tiempo, descubierto las claves de la interpretación y la comprensión de este asqueroso engendro democrático. En todo caso, de estas repugnantes imágenes surge un epitafio inevitable: “Aquí hubo una vez una civilización”.

Sexo en el metro

Los ‘amantes’ fueron grabados por una mujer indignada. No les importó la presencia de decenas de personas a su alrededor.

Una despreocupada pareja de jóvenes decidió inclinarse desenfrenadamente a la pasión durante la madrugada del domingo. El hecho no ocuparía ningún titular si no fuera porque el encuentro sexual tuvo como escenario nada menos que una concurrida estación de metro de Barcelona: Liceu.

Fue allí, en una de las banquetas que se encuentran en ese lugar y colindando con un cofre de emergencias para incendios, donde la pareja comenzó a copular sin importarle nada del universo a su alrededor. Otra usuaria, indignada, comenzó a grabar la escena que pronto se ha viralizado por cuanta red social existe.

Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) ha hecho la consiguiente denuncia a las autoridades que intentan identificar a los acaramelados protagonistas. La idea de los ejecutivos del medio público es que se sancione a ambos usuarios por “incivismo” (sic).

Los despreocupados “amantes”, en apariencia drogados, fueron grabados por un teléfono celular. No les importó demasiado.

En el video puede verse pasajeros esperando el tren que se sorprenden, otros que alientan al amor desenfrenado y otros indiferentes, como si se tratara de algo frecuente en la vía pública. Quien resolvió grabar la escena en su teléfono celular formó parte de los que se indignaron y publicó el video como forma de denuncia penal.