Sin justicia para Dao, una víctima tailandesa de la trata de personas
Dao, una tailandesa que fue obligada a prostituirse en Italia, lucha para que la justicia tailandesa ejecute la pena de 12 años de cárcel contra la mujer que la embaucó con la falsa promesa de un trabajo en un restaurante.
“Una pariente lejana de mi madre nos dijo que podría encontrar un trabajo en un restaurante tailandés que tenía su hija en Italia”, relata Dao en una entrevista en la oficina en Bangkok de la ONG Live Our Lives (“Vivir nuestras vidas”).
Dao sobrevivió a la terrible experiencia de caer en las manos de una mafia de prostitución y Jomsri Srisamang, la “pariente” que la engañó, fue condenada en 2013 a 12 años de prisión, pero hasta hoy no ha ingresado en la cárcel.
La odisea de Dao, que utiliza un pseudónimo para proteger su identidad, empezó en 2006, cuando decidió viajar a Italia motivada por las promesas de trabajo de Jomsri, que se encargó de los costes del viaje.
Dao vivía con su familia en la provincia de Sisaket, situada en el noreste del país, una de las zonas más áridas y pobres de Tailandia.
Dao afirma que llegó junto con otra tailandesa a un aeropuerto de Francia, donde fueron recibidas por otra tailandesa, la hija de la pariente de su madre, y dos hombres italianos.
Las tailandesas recién llegadas tuvieron que entregar sus pasaportes a sus acompañantes y juntos se dirigieron en coche a una ciudad, de la que Dao sólo sabe que estaba en Italia.
“En el coche, me preguntó la mujer tailandesa si sabía qué trabajo iba a hacer. Le respondí que en un restaurante. Dijo que no, que lo que tenía que hacer era irme a la cama con hombres”, relató Dao.
Una vez en la ciudad italiana, las dos víctimas tailandesas fueron confinadas en un apartamento.
“Al principio quise negarme a prestar servicios sexuales, pero me amenazaron”, lamenta la miembro de Live Our Lives, también conocida como Ying Su Chiwit (“Mujeres que luchan por su vida”).
Le dijeron que había contraído una deuda por la “gestión” y los gastos del viaje de más de 500.000 bat (14.500 dólares o 12.400 euros) y la amenazaron con exigirle el dinero a su madre en Sisaket.
Desesperada, pensó en pedir ayuda al primer cliente, pero vio que hablaba con mucha confianza con los proxenetas y no se atrevió.
“No perdí la esperanza. Estaba esperando la oportunidad de poder escaparme y pedir ayuda. Quizá cuando aprendiera algo de italiano”, afirma Dao con voz suave pero firme.
Por suerte, a la primera semana, un policía de paisano llamó a la puerta y, con ayuda de un diccionario que la tailandesa tenía en su habitación, le explicó que venía a rescatarlas a ella y la otra tailandesa encerrada.
Según Dao, la Policía italiana había decidido lanzar una operación contra la inmigración ilegal y la trata de personas, justo después del Mundial de Fútbol, que se celebró en Alemania y cuya final ganó Italia en junio de 2006.
En total, rescataron a dos centenares de tailandesas que habían sido prostituidas por las mafias de trata de personas en todo el país.
Dao fue repatriada y recibió del Ministerio de Asuntos Sociales tailandés una compensación de 30.000 bat (unos 850 dólares o 750 euros).
Se unió a otras víctimas para formar en 2006 Live Our Lives, que presta ayuda a mujeres u hombres que han sufrido la trata o el tráfico de personas para rehacer sus vidas cuando vuelven a Tailandia.
Muchas de las víctimas, en su mayoría mujeres, no sólo padecen el estigma en sus entornos sociales y familiares, sino que en ocasiones tienen dificultades para recibir indemnizaciones o se enfrentan a una justicia lenta y poco eficiente.
Cuando Dao volvió a su provincia, denunció a la pariente de su madre y a su familia por considerarlos los “agentes” que la engañaron.
Ati Tan Dao, es el nombre completo.