La maldición de las judías ‘encadenadas’ por el matrimonio en Israel
Michael Blum.- Las llaman las ‘agunot’ o esposas encadenadas. Cientos o incluso miles de mujeres judías viven en Israel sin poder rehacer sus vidas porque sus maridos les deniegan el divorcio.
Es el caso de la esposa del rabino y profesor universitario Oded Guez. En enero, el tribunal rabínico supremo, una especie de corte para temas religiosos judíos, como forma de presión, decidió proscribir al hombre de toda ceremonia religiosa mientras se siga negando a otorgar el divorcio. No es la primera sentencia de este tipo, pero ésta ha tenido un eco excepcional debido a que el tribunal aceptó, como pedía la mujer, que se publicase en las redes sociales.
“No puede participar en las oraciones colectivas diarias ni recitar el Kadish (la oración de los muertos) en una sinagoga en caso de duelo por un familiar mientras siga ignorando a los rabinos y no le dé el ‘guet’ (divorcio) a su mujer”, decreta la orden. El ‘guet’ es un documento que el marido entrega a su mujer durante una ceremonia ante testigos y jueces rabínicos en el que le declara que queda libre.
Sin él, es una ‘aguná’, o mujer encadenada a su marido que no puede casarse de nuevo. Si tiene un hijo con otro hombre, será un bastardo que no podrá casarse por el rito judío.
En la actualidad hay 131 mujeres en esta situación por cada 11.000 divorcios de judíos anuales, según el director de los tribunales rabínicos, Shimon Yaakobi. Esta cifra no contabiliza los casos en los que se ha ordenado al cónyuge que acepte el divorcio.
Aliza Gellis, responsable de Yad La Isha (‘Una mano tendida a la mujer’), afirma que su asociación recibe cada año 6.000 solicitudes de ayuda.
Recobrar la libertad
También hay casos, aunque pocos, de hombres encadenados porque sus cónyuges rechazan recibir el ‘guet’.
Las mujeres que recurren a la Yad La Isha esperan un promedio de cinco años para obtener el ‘guet’, afirma Gellis. “Pero hemos tenido casos más difíciles”, con maridos que huyen al extranjero y cambian de identidad, añade.
Para una ‘aguná’ es muy difícil rehacer su vida con un hombre teniendo en cuenta el séptimo mandamiento: “No cometerás adulterio”. A veces también salen perjudicadas económicamente. Gellis menciona el caso de una mujer de unos sesenta años a la que los bancos le exigían que saldara las deudas de su marido.
Para J., la mujer de Oded Guez, lo importante es recobrar “la libertad cuanto antes”. “Hace casi cuatro años que pido el divorcio y dos años que el tribunal rabínico obligó a mi marido a concedérmelo”, afirma esta mujer de 30 años. Tienen dos hijos pero el problema no es la guardia potestad ni el dinero. Oded Guez sólo quiere que ella vuelva con él. “No escucha a ningún rabino”, se queja su mujer.
Toda religión un engaño
Mentira, la religion verdadera no es ningun engaño, “ama a Dios sobre todas las cosas y al projimo como a ti mismo”, eso es lo que dijo Jesus, esa es la esencia del cristianismo y no ninguna otra, no se habla de ceremonias ni de pagar tributo a iglesia alguna, esta es la religion verdadera que seguimos los que amamos la verdad y tu arderas en el infierno por ateo con el consuelo de que tu horno estara algo mas fresco que el de los hipocritas que se dicen creyentes y no lo son.
Las miserias sociales provocadas por las sectas que profesan religiones no verdaderas son un tema fascinante para los antropologos, pero sinceramente como ciudadano de a pie que sigue la religion verdadera (el cristianismo) a mi todos estos rollos tribales de los herejes de paises lejanos me aburren muchisimo, sobre todo cuando los herejes en cuestion practican la mutilacion genital masculina como forma de provocar traumas que faciliten la esclavizacion de sus adeptos. Sinceramente habria preferido un articulo sobre la quema anual del rastrojo en Laponia.