Ada Colau dice a dos militares que no son bienvenidos en el Salón de la Enseñanza

J.L. Picard.- Muy Sra. mía: Recientemente, he podido leer, que al parecer dijo usted a dos altos mandos del Ejército, que estaban en el Salón de la Enseñanza, que su presencia no era grata en el mismo y expresó usted su incomodidad por la misma en un espacio educativo. Algo que hasta la fecha había venido siendo algo normal, año tras año, puesto que el Ejército supone una “opción” laboral para muchos jóvenes españoles y su labor de formación, a estas alturas, no necesita demostración.

Permitame que le diga, como guardia civil (retirado) y por tanto perteneciente al Ejército de Tierra y como militar que he sido, lo siguiente:

A usted empezamos a conocerla como adalid y portavoz de los afectados por las hipotecas, un colectivo en el que entró usted de “rondón” y en plan oportunista, ya que no ha tenido una hipoteca en su vida; es más, siempre disfrutó de una situación económica, digamos, privilegiada.

Se montó usted el chiringuito del que ha estado viviendo hasta que ha ocupado el cargo de alcaldesa en Barcelona.

No fue usted capaz de terminar la carrera de Filisofía y, desde entonces, ha estado dando tumbos y haciendo papelitos de comedianta en televisión, pero de las malas, llevando a cabo un cursito en Milán con una beca Erasmus (¿quién paga esas becas?) para luego pasar a ser actriz, pero en la vida real. Estuvo en movimientos okupas y tuvo como profesión la de “activista” y experta en correr delante de la policía y rebelarse contra el Sistema, del cual se ha servido para llegar al puesto que ahora “okupa”.

Claro que ser la alcaldesa de la ciudad que representa a la comunidad más endeudada de España (mientras con la mano izquierda enarbolan ustedes la bandera independentista, con la derecha mendigan más dinero a la España que, segun ustedes, les roba), le da a usted la opción de colocarse ante dos caballeros, ambos coroneles del Ejército español, que, a diferencia de usted, sí acabaron la carrera militar en Zaragoza y que acreditaron tener más educación que usted hasta cuando duermen. Usted les llamó la atención por cumplir con su obligación de ofrecer a los españoles que viven en Cataluña, cuyo indice de desempleo juvenil alcanza récords históricos, un empleo y una formación.

¡Qué demócratas son ustedes! ¡Qué lecciones de tolerancia dan ustedes siempre!

Pero yo la entiendo, entiendo esa aversión que nos tiene. Aunque usted nació en 1974, está claro que ha vivido la represion franquista, luchó contra Franco y todas esas memeces que sueltan de cuando en cuando para intentar justificar ese odio insuperable que le tienen a España, a la bandera, al Ejército, Guardia Civil, a la Policía… Vamos, que odian ustedes a aquellos que hacen respetar la Ley y proporcionan libertad, porque ustedes se pasan la Ley por el forro de sus respetos y en cuanto a la libertad, sólo respetan la suya propia.

Ya ha demostrado usted sobradamente cómo trata a los trabajadores que se ponen en huelga reclamando sus derechos; es decir, a patadas. De ahí la magnifica impresión que se llevaron los organizadores del Barcelona Mobile World Congress 2016, que se quedaron anonadados con la forma que tuvo usted de gestionar la huelga del metro.

Pues bien, aún lamentando que sea usted un cargo político, porque en internet pone que su profesión es la de “político y activista”, cuando, Dios no lo quiera, pues no deseo mal a los españoles que viven en Barcelona, sufran ustedes alguna catástrofe, eviten llamar a la Unidad Militar de Emergencia (U.M.E) ni a la Guardia Civil, aunque si los llama usted, no dude que irán a socorrerla, no porque usted lo merezca como alcaldesa, que deja mucho que desear y ha demostrado sobradamente su sectarismo, sino porque son “profesionales” y esclavos del deber. Eso es precisamente lo que querían enseñar y dar a conocer a los ciudadanos barceloneses en el Salón de la Enseñanza: su profesión y su labor más que honorable.

Tengo claro una cosa, usted no se merece como española el Ejército que tiene y, desde luego, nosotros no merecemos a una alcaldesa como usted, aunque supongo que tendremos que sufrirnos mutuamente. Con Dios señora.

Perdón, se me olvidaba que ustedes tampoco creen en Dios, ni dejan a los demás creer, pero ese es otro tema.