Marx o el espíritu de la clase obrera contra el progreso
José Andrés García Feito.- El marxismo introdujo conceptos como la plusvalía desposeída a la mano de obra y la alienación económica del trabajador, queriendo expresar con aquella la divergencia entre el obrero y el valor añadido que incorpora éste al producto final y con ésta la consideración del obrero como mera mano de obra por el patrón y no como persona, como si Marx estuviese en la mente de cada empresario. Dice también el filósofo alemán que injustamente, el dueño de esa plusvalía termina siendo el patrón en lugar del trabajador. Si Marx hubiese asistido alguna vez en su vida a una clase de Contabilidad Analítica, de Gestión, Interna o de Costes o al menos hubiese leído algo al respecto, seguro no aparecería en su obra filosófica semejante majadería.
Marx inoculó, fundamentalmente en su público analfabeto e indocumentado (del que se nutría para alcanzar el éxito de sus teorías del materialismo histórico), una vacuna de fácil absorción contra la iniciativa privada de los medios de producción y el Capitalismo industrial en “pacientes” con excelentes receptores a la misma, por hablar del asunto en clave clínica, valga la metáfora.
Cuando un individuo no tiene qué perder, no es beneficiario de herencia alguna y su patrimonio es su pobre currículum vitae, todo lo que lee o escucha sobre Marx y sus teorías, le suena a música celestial. El reparto de la riqueza que quiere Iglesias y que aprendió supuestamente muy bien leyendo El Capital en la Universidad, le interesa a cualquier individuo que no aporte nada al “reparto social”, pero poco o nada al que contribuiría al mismo con su herencia, a la postre el resultado del trabajo de sus antepasados o a quienes lo harían con el trabajo duro diario encaminado a constituir un patrimonio para sus hijos. Más que una cuestión política o social esta, se antoja una de naturaleza antropológica, donde entra en juego uno de los pecados capitales; la envidia.
La plusvalía de la mano de obra queda incorporada al producto final y su hipotético reclamo no debería dirigirse al empresario, sino a cada uno de los consumidores finales de bienes o servicios, que disfrutarán de los mismos cuando finalicen su circuito en el mercado. Entonces, para dejar tranquilo al señor Marx, ¿cómo prorratear entonces la reivindicación de esa plusvalía?, ¿Son entonces los obreros acreedores permanentes del consumidor y de ellos mismos en su rol de consumidores? y ¿lo son porque éste se ha atrevido a adquirir y pagar el valor de un bien o servicio puesto a la venta en el mercado y no como los amigos de Cañamero y Sánchez Gordillo, que se sirven en los supermercados y se llevan el género sin pagar?
El precio final del producto o servicio retribuye todos los costes del proceso, incluido el salario del trabajador que interviene en el proceso de producción y en el proceso de distribución y por supuesto también incluye el margen o beneficio, básicamente porque el empresario no vive solo del aire que respira, pero si un individuo del Sindicato Agrario o cualquier otro comunista, socialista o anarquista de Podemos, coge de un establecimiento comercial una mercancía sin pagarla, entonces sí que la plusvalía deja de ser retribuida, sin embargo no es el trabajador quien soporta este quebranto, sino el empresario que sigue pagando el salario a sus empleados, aunque técnicamente ha sido el propio “obrero” el que ha actuado en contra de sus propios intereses que defiende su padrino Marx, un auténtico contrasentido digno de películas surrealistas.
Marx no habló de la desposesión sufrida por el empresario capitalista, pero los robos a supermercados “Tipo Cañamero” son un buen ejemplo de ello, practicando una clara extorsión el propio obrero al patrón, una particular forma de agradecer el salario y el empleo que le dispensa. Tampoco habló Marx de la plusvalía fundamental que implica la dirección y coordinación de todo el proceso productivo.
Repartir los depósitos bancarios fruto del ahorro de los trabajadores y de sus familias entre toda la población de forma equitativa, como propone Iglesias, realmente sí es una forma flagrante de alienación a las personas que con su trabajo y esfuerzo pretenden un futuro mejor para sus hijos y se encontrarán gracias a estos métodos mafiosos al más
puro estilo napolitano o abertzale, desprovistos de su patrimonio honradamente formado, en favor de personas que ni conocen y que no han trabajado lo suficiente para poder disfrutar de esa recompensa.
Señores, este es el Comunismo que defiende las “políticas sociales” y está en contra del “inmovilismo”, pretendiendo hacernos creer que éste representa a cualquier partido de “La Casta” que no comparte los robos institucionalizados. Este es el comunismo o la política del premio al holgazán, del regalo de la subvención a cambio de votos y del castigo al triunfador y al que se esfuerza y trabaja de verdad día a día, hablamos entonces de corrientes de movimiento político con especialidad en multiplicar el censo de vagos de un país.
Esta filosofía de economía colectivista a estas alturas del siglo XXI es la que nos quieren imponer los perdedores de la Elecciones Generales del pasado 20 de diciembre, simplemente para que una mitad de españoles trabajen para ellos mismos y también para la otra mitad, que por cierto la mano abierta para cobrar y cerrada para cantar la Internacional Socialista, éstos sí la ponen, aunque muchos de ellos cuestionen si la España que les paga continua siendo un país, teniendo en cuenta “la multi-nacionalidad” existente que ellos mismos plantean.
Esta dinámica nos lleva a un mundo al revés, donde los vagos, los no competitivos y los parados voluntarios o no, son premiados y los que trabajan y los que crean riqueza y empleo son castigados en beneficio de los primeros. Este es el progresismo que nos quieren vender y que ya han vendido inexplicablemente a muchos españoles, lo contrario dicen es inmovilismo, en fin, que Dios reparta suerte y no ellos.
Vengo a hablaros de Franco. Pero ya se equivocan de entrada quienes supongan que vengo a hablar de Franco muerto, de su pasado, de su ejemplo, de su obra. Vengo a hablar de Franco en la misma frontera del futuro y vengo a proclamar sin miedo, que si Francisco Franco cruzó para siempre, en olor de gloria, los anchos umbrales de la eternidad, la obra de Francisco Franco no tiene por qué morir, aunque lo hayan dispuesto al unísono todos los enemigos de España o la Internacional marxista o la Internacional capitalista. Franco salvó a España. Franco fortaleció a España.… Leer más »
Los japoneses empezaron a idear nuevas formas de tratar al trabajador (no como una máquina más) que tuvieron enormes consecuencias positivas, para trabajadores y empresarios, y luego fueron copiadas rápidamente por muchas empresas en todo el mundo. Ahora, con la caída del bloque soviético y la ventaja de que el trabajador no tiene otra cosa con que compararse, el capitalismo está mostrando su rostro más feroz y estamos viendo que en plena crisis las grandes empresas aumentan sus beneficios mientras revientan financieramente a las pequeñas, se quedan con todos los trabajadores, bajan los salarios y la población siente que se… Leer más »
La clase obrera no estaba contra el progreso, estaban contra el hecho de que la riqueza se acumulara cada vez en menos manos y sus consecuencias. Contra esa forma de capitalismo. Si el trabajador recibe en función de los beneficios que él logra no hay problema.
Perdona, pero nadie ha dicho que la clase obrera esté en contra del progreso, lee por favor bien el titular del artículo; a mi juicio, Marx quiere poner en contra del progreso al obrero, arengando a la masa en contra del Capital, el único que crea empleo y riqueza. Sobre los márgenes y costes, creo humildemente que más explícito y objetivo no se puede ser, no tienes más que coger un buen manual de Economía Política para comprobar si lo que estoy diciendo es cierto o no. Por otra parte, la estadística nos dice que la gran mayoría de los… Leer más »
Ni Franco ni José Antonio han muerto. Mientras los marxistas afirmen que después de Marx hay marxismo, nosotros diremos que después de Franco hay franquismo.
Sí señor, muy acertado, me parece estupenda esta apreciación.