Las comunidades religiosas y la clase política, empezando por el primer ministro, Manuel Valls, han condenado con firmeza el incendio el pasado viernes de una sala de rezo musulmana en la isla mediterránea de Córcega y han pedido que se respete la convivencia.

Todo comenzaba un día antes, cuando dos bomberos y un policía resultaron heridos el jueves en enfrentamientos con varios individuos de un barrio popular e inmigrante de Ajaccio, la capital corsa. Ya el viernes, se convocó una manifestación en apoyo a las fuerzas de seguridad y a los agredidos y, horas después, un grupo de unos 600 individuos que aparentemente se escindieron de la marcha de apoyo a los agentes incendiaron una sala de rezo musulmán y destrozaron varios ejemplares del Corán, al tiempo que gritaban eslóganes como Árabes, fuera de aquí o Estamos en nuestra casa.

“Haré lo posible por que sea tranquilo. Pero no quiero vivir aquí los problemas del continente. Quiero vivir en paz”, explicaba un manifestante corso a la cadena BFM TV el sábado, durante una segunda manifestación que se desarrolló, sin incidentes, rodeada de fuertes medidas de seguridad. Será la última pues el prefecto de Córcega, Christophe Mirmand, ha prohibido las manifestaciones en ese barrio sensible, que “necesita tranquilidad y calma” para que los policías puedan encontrar a los autores de la agresión con la que empezó todo.

Las tensiones islamófobas en la isla mediterránea, donde parece que la situación es aún volátil, se producen dos semanas después de que los nacionalistas corsos ganaran las elecciones regionales por primera vez desde la creación de la Asamblea corsa en 1982. Y, aunque las autoridades se han referido al ataque a la sala de rezos como “totalmente contrarios” a la idea de Córcega que quiere “construir”, lo cierto es que las tensiones de este tipo aumentan en Francia tras los atentados de Charlie Hebdo y del 13 de noviembre.
Puertas abiertas en las mezquitas

Para evitar la “amalgama” y que le gente confunda “islam” con “terrorismo”, el Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM) ha anunciado que pedirá a las mezquitas que celebren un fin de semana de puertas abiertas del 8 al 10 de enero próximos, un año después de la matanza de Charlie Hebdo. “Quienes vengan podrán hacer todas las preguntas que quieran, incluso los tabúes, sobre nuestra religión, la manera de practicarla y el rezo, alrededor de un té con pastas. El objetivo es iniciar un diálogo para conocerse mejor y no desconfiar”, dice en Le Parisien el presidente del CFMC, Anouar Kbibech.

Pero, mientras voluntarios musulmanes se ofrecieron para colaborar en la vigilancia de iglesias -susceptibles de convertirse en objetivos yihadistas en las fechas navideñas- en el norte del país, en Lens, en el sur de Francia, en la localidad de Béziers, el alcalde Robert Ménard denunció que a él no se le permitió crear milicias de exmilitares y expolicías para reforzar la seguridad durante el estado de emergencia que rige en Francia y sí se permiten ahora las “patrullas musulmanas”. “¿En qué país vivimos? ¿Qué pasa en Francia? ¿Qué dice, qué hace el Estado?”, se preguntaba.

En este ambiente de tensión y de debate sobre la identidad francesa, el partido de Marine Le Pen, el Frente Nacional, cuenta con 6,8 millones de votantes -los conseguidos en las pasadas elecciones regionales de Francia- en un país donde viven unos cinco millones de musulmanes, la mayor comunidad islámica de Europa.