Mesa electoral con papeletas en las elecciones generales de 2011.

Por José L. Román.- Se aproxima nuevamente la cita con las urnas, y como dice la telebasura, ¡Qué tiempo tan feliz! Los platós de televisión se visten de gala para presentarnos las cuatro opciones entre las que podremos elegir. Nos bombardean día y noche “en tu casa o en la mía” y desde “el hormiguero” más siniestro, para retarnos, casi hasta el hartazgo, a que acudamos a votar como buenos demócratas a cualquiera de esas cuatro opciones en las que los poderes económico y mediático tienen puestos sus intereses.

A mí, personalmente, me sucede con este “bombardeo” como con cualquier producto que publicite, por ejemplo, un milmillonario del balompié. Es tal la repugnancia que me produce, que ese martilleo de la “caja tonta” consigue conmigo el efecto contrario al deseado por ellos, y ese efecto no es otro que mi rechazo más absoluto por considerar ese tipo de publicidad un insulto a la inteligencia.

Nos esperan días de vértigo televisivo; días de insultos, injurias, calumnias, difamaciones, y puñaladas traperas a porrillo. Pero, entre tanto discurso y palabrería barata, estoy seguro que ningún “vendedor de crecepelo” nos hablará de lo más urgente y fundamental, como por ejemplo, de acabar con las autonomías políticas extirpándolas de raíz para vencer al cáncer que nos está devorando.

Los medios de comunicación nos recordarán como siempre la jornada de reflexión, y después, como viene siendo habitual, todos a votar como corderitos. Al día siguiente, una vez legitimados por las urnas, los elegidos dispondrán de otros cuatro años para disfrutar en el “paraíso de los inmortales”. Los votantes por un día y contribuyentes de por vida, a seguir sudando sangre para mantener el régimen insostenible de las autonomías.

Les aseguro, que no seré yo quien espere al día de reflexión para decidir que hacer con mi voto. Llevo mucho tiempo reflexionando y no precisamente sobre a qué formación otorgar ese voto, sino sobre el propio sistema y sobre todos y cada uno de los que parasitan en él. Por lo tanto, agotado por mi parte ese periodo de “reflexión y análisis” previo a depositar mi voto en la urna, la conclusión obtenida antes de adoptar tan sagrada decisión pasa por episodios y temas tan a tener en cuenta como los siguientes:

1.- Yo no puedo acudir en conciencia a votar a unas elecciones, si no he hallado un solo programa que recoja de forma clara y contundente la intención de acabar con unas autonomías políticas que nos asfixian económicamente, y que son solo el medio para sostener el clientelismo insaciable de los partidos políticos.

2.- Considero que acudir a votar no es una “fiesta” como quieren hacer creer los candidatos que optan al “paraíso de los inmortales”. Probablemente sea una fiesta para ellos, para los que resulten elegidos, pues a la vista de las prebendas, los privilegios y los chollos que alcanzan, no les faltan razones.

3.- Treinta y ocho años de ingeniería social dan para mucho. Casi cuatro décadas de meticulosa programación, adoctrinamiento y lobotomía, a través de los centros de enseñanza y la práctica totalidad de los medios de comunicación, para que hayamos visto de todo, tragado con todo, y sigamos manteniendo la “parasitocracia” sin apenas rechistar.

4.- En virtud del sistema de autonomías, la nómina de funcionarios pasó de 800.000 en 1975, a 3.500.000 con los que cuenta actualmente. Una carga demasiado pesada e insostenible para el bolsillo de los contribuyentes, que tienen que soportar para su mantenimiento una presión fiscal que llega a ser confiscatoria.

5.- Este sistema político ha permitido que los terroristas estén sentados en las instituciones, y que una región española como Cataluña haya proclamado la república catalana y su ruptura con España, sin que el Partido Popular en el gobierno de la nación y con mayoría absoluta en las Cámaras, haya movido ni un solo dedo para evitarlo.

6.- Los socialistas aprobaron “papeles para todos” provocando un “efecto llamada”, para que miles de musulmanes y subsaharianos intentaran alcanzar nuestras costas en pateras, o asaltando ilegalmente las fronteras de Ceuta y de Melilla. Resultado: que miles de inmigrantes han entrado ilegalmente en España, entre los que están siendo identificados y detenidos yihadistas dispuestos a incorporarse a las filas del terrorismo islamista.

7.- La izquierda española en general legisla contra el cristianismo y contra la Iglesia católica con una obsesión enfermiza, pero no encuentra a nadie en el Parlamento que le pare los pies, porque el Partido Popular es cómplice, cobarde y ambiguo. Sin embargo, esa izquierda tan campanuda para ofender y atacar a los católicos españoles, pasa delicadamente la mano por el lomo a los musulmanes, cuya doctrina somete y mutila a las mujeres mientras feministas españolas y grupos afines, guardan el más absoluto silencio.

8.- Se subvencionan abortos y cambios de sexo con dinero público, mientras nuestros ancianos tienen que costearse las prótesis dentales, y los niños carecen de asistencia odontológica “total”, cubierta por la Seguridad Social.

9.- Surgen formaciones como C’s, que hablan de regeneración democrática, pero no con idea de acabar con las autonomías ni con los “chollos” que les otorga el sistema, sino de situarse en la poltrona sin decir quién o quiénes financian su partido. En cuanto a Podemos, partido marxista, proabortista, anticlerical y amigo de la banda terrorista ETA, ha tenido a su disposición los micrófonos de la Conferencia Episcopal para explayarse, a pesar de estar siendo subvencionado por regímenes totalitarios y criminales como Irán y Venezuela.

10.- Y por último, están las formaciones “cenicienta”, las que molestan y de las que nadie habla, y que son condenadas al más oscuro de los ostracismos por decir las verdades del barquero, y llevar en su programa –entre otras cosas-, la imperiosa necesidad de extirpar de raíz el tumor de las autonomías.

En resumen, el bipartidismo, el régimen autonómico u origen principal de la corrupción; los contratos basura; los salarios de miseria; y la demagogia de los que hablan de regeneración democrática, son solo algunos de los elementos necesarios para abonar esta “parasitocracia” que nos chupa la sangre. Los economistas abonados a los medios del sistema, hablan de “planes de choque” en periodos de crisis con objeto de regalar los oídos a los poderosos y exprimir aún más a los productores y contribuyentes, pero, sin tocar para nada a los parásitos que viven de la política.

Por lo tanto, yo invito desde aquí, a todos los lectores que hayan agotado también su periodo de “reflexión y análisis”, a que se hagan el siguiente planteamiento: ¿Por qué los medios de comunicación están a disposición únicamente de sus CUATRO niñas bonitas? No señor. O los medios de comunicación dan voz en igualdad de condiciones a las formaciones que lleven en su programa la eliminación de las autonomías políticas, o el sufragio debe quedarse en casa ¡Así de claro!

Mientras no sean eliminadas las diecisiete autonomías que nos enfrentan, nos separan y nos asfixian económicamente, España no comenzará su recuperación verdadera ni podrá solucionar sus principales problemas. Esa es la clave. Los medios deben estar al servicio del bien común y no ser un instrumento con ánimo de lucro solo al servicio del poder económico y político. Hasta que esos medios de comunicación no den voz a formaciones, que lleven en su programa políticas que acaben no solo con el despilfarro, con el desempleo y con el separatismo, sino también con las autonomías, España no irá a parte alguna.