El Royo que no cesa
TLG. Para escribir sobre el fichaje de Pérez Royo por Podemos, más que un periodista quizá convendría un psicoanalista. Esto no va de rastrear datos, sino de interpretar el subconsciente. Se diría que, ya septuagenario, ha sufrido un ataque de rebeldía. Es como aquella escena de ‘Lost in translation’ en que Bob habla de sus problemas matrimoniales y la joven Charlotte le responde: «Probablemente sufres la crisis de los cincuenta, ¿te has comprado ya el Porsche?». Pérez Royo ha cumplido los setenta quizá hastiado después de tantos años casado con el poder, y Charlotte le preguntaría: ¿Te has inventado ya alguna causa nueva? Pues sí: Podemos. Parece que ha necesitado, a última hora, volver a indignarse, al modo de Stéphane Hessel, recuperando al comunista entusiasta que fue hace medio siglo. Es como si necesitara refutar al hombre que ha sido todos estos años; presentarse una enmienda a la totalidad a sí mismo después de ejercer como palanganero del chavismo durante dos décadas. Pero, claro, esto desborda la exégesis de una columna; es material de psicoanalista.
Los datos, eso sí, están ahí. Durante dos décadas largas, Pérez Royo ha sido el intelectual orgánico del socialismo andaluz. Lejos de ejercer como conciencia crítica frente al partido hegemónico en una comunidad pobre, se ha dedicado a dar una pátina de respetabilidad académica al chavismo. Tras concurrir dos veces por el PCE en los setenta y ser rector de la Hispalense en los ochenta, donde se dejó seducir por el oropel de las alfombras de seda, se pasó al PSOE como espolón de la ‘gauche divine’ andaluza. Casado con Josefina Cruz, todopoderosa directora y consejera del urbanismo andaluz, su socia es Amparo Rubiales, con quien ha compartido el bufete Itálica… la crème de la crème. Chaves le dio la medalla de oro de Andalucía y también la medalla del Parlamento. Un caso clínico: el típico tipo de la casta que se pasa a los anticasta para seguir en el machito.
No es difícil entender a Pérez Royo, porque en definitiva sólo trata de reubicarse bajo los focos tras ser relegado por el susanismo; pero la operación de Podemos casi roza lo ridículo. Usar al intelectual orgánico del PSOE como fichaje estrella en Andalucía del partido antisistema, tras ser el mayor avalista de la reforma del art.135 de Zapatero/Rajoy, es de traca. Royo no es un hit como el ex jefe del Estado Mayor de la Defensa o el filósofo Santiago Alba. Apartar a Cañamero, un genuino rebelde, por este jacobino de salón retrata a la nomenclatura podemita. Buscan titulares, pero difícilmente esto les dará votos. Eso sí, en el PSOE ya se pueden atar los machos: no hay peor enemigo que un converso. El mismo ardor que ha puesto durante años en servir de pantalla intelectual al socialismo andaluz, ahora va a ponerlo en desacreditar el régimen.
Hay quien dice que el último “fichaje” de olemos sería alpargatero. Pienso que no van muy descaminados.