Fernando Sempere.- El PP da por descontado que perderá la Generalitat valenciana: la cuestión es por cuánto. La confirmación de Alberto Fabra como candidato a la presidencia de la Generalitat confirma simplemente que el PP de Valencia no tiene alternativa a un hombre gris, al que no quieren ni los suyos.

Alberto Fabra carecía de la legitimidad de las urnas –llegó a la presidencia de la Generalitat por la dimisión de Francisco Camps- y eso explica en buena medida los problemas que ha tenido en su propio partido, las continuas faltas de respeto. La última ha sido la de Génova que no lo ha confirmado hasta el último momento después de que Fabra se pusiera en evidencia mendigando la confirmación. Fabra llegó a intentar promover una recogida de firmas entre las bases del partido solicitando a la dirección nacional que le designara como candidato. Tuvo que dar marcha atrás ante la completa falta de entusiasmo y ante la negativa taxativa de los tres presidentes provinciales. En los últimos tiempos, ha sido la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá la que ha intensificado los desaires a través de los medios de comunicación.

El PP de Valencia sabe que Alberto Fabra es un mal candidato, pero no tiene a otro. El propio Fabra no se ha cansado de decir por activa y por pasiva que si alguien quería disputarle el puesto que diera el paso adelante. Y la realidad es que la degradación del nivel del PP en la región que ha venido siendo un feudo fundamental para los peperos en la última década ha hecho que no haya nadie con un mínimo de nivel para responder al reto.

Que Fabra es un mal candidato parece saberlo hasta él, fuera de estas pugnas internas de partido que no han hecho más que deteriorarle. Al menos es consciente de su falta de liderazgo, porque una de sus iniciativas, que terminó en polémica, fue fichar a un coaching, una especie de entrenador de líderes, en realidad, una horterada. Pero demostró que le falta hechura por todas partes pues decidió contratarle con cargo al Presupuesto, porque esta gente se ha instalado en la cultura de lo gratis y no se apea. Ante la polémica, tuvo que desistir.

El PP de toda la Comunidad Valencia afronta las próximas elecciones municipales y autonómicas desfondado y sin capacidad de iniciativa. La legislatura ha estado marcada por los problemas judiciales y las numerosas imputaciones de cargos y diputados autonómicos del PP. Y por el cierre de Canal 9. En honor a la verdad, el gris Fabra ha quedado inédito porque tenía una herencia envenenada, pero en este caso no era una herencia socialista sino pepera: un cúmulo de proyectos fracasados que, eso sí, sirvieron para llenar los bolsillos a unos cuantos sinvergüenzas con carnet del PP.

No quedan aquí las incógnitas o los errores en la designación de candidatos del PP, un partido en el que la ausencia de democracia interna es total. El PP había encontrado un buen candidato para la alcaldía de Alicante, Miguel Valor, pero Alberto Fabra ha impuesto a una completa inutilidad: Asunción Sánchez Zaplana.