Las claves de todo lo que estamos viviendo a día de hoy no pueden resumirse mejor, ni en menos palabras, que las pronunciadas por el inefable Jordi Pujol en su comparecencia ante la Cámara Calalana a raíz de su implicación el los casos de corrupción de la familia del mismo nombre; “si cortáis la rama del árbol, este caerá entero”.

Desde los comienzos de la mal llamada democracia, es decir, desde que Felipe González aniquiló los contrapesos del poder y lo certificó Alfonso Guerra con su declaración de: “Montesquieu ha muerto”, asistimos impotentes a las más altas cuotas de corrupción de un régimen mafioso que todo lo ha infectado cual Ébola español.

El incremento de gastos desproporcionados de las comunidades autónomas, la creación de más de 15.000 empresas públicas, las subvenciones a toda clase de organizaciones políticas, sindicales, autonómicas o locales, son consecuencia del proteccionismo a los fieles y amigos que viven del cuento y colgados del presupuesto. Para mantener este despropósito, el resto de españolitos sufrimos impuestos sin fin que nos empobrecen y hacen nacer el espíritu “lazarillo” que todos llevamos dentro. ¿Lo quiere con factura o en negro?. Pues en negro, claro está.

No solamente ocurre esta situación inmoral en la clase pública, en las empresas privadas se da otro tanto y los contratos de suministros van al quien mejor pague a los jefes de compras de las mencionadas empresas. La corruptela es total por mucho que los dirigentes políticos digan lo contrario.

Hoy sabemos y sufrimos en nuestras carnes estos comportamientos. El fontanero, el taller de coches, el albañil, todos van a ver como te pueden engañar y sacarte hasta la hiel. Y el que no robe, es que es gilipollas del todo.

Me refería al ex honorabilísimo Pujol, porque si a el lo trincan, hará caer a toda la casta corrupta que lo ha respaldado en sus tropelías a sabiendas de que dispone de documentación suficiente como para hacerlos temblar, al igual que un tal Barcenas hace con un PP ya casi inexistente.

Lo tenemos muy mal, pero que muy mal dado que a quien denuncie el estado de esta situación, nos tildan de “fachas”, etiqueta fácil y ramplona que tiende a excluir a todos aquellos que no participan del festín. Y amigos, esto no hay forma de cambiarlo mientras el poder judicial se encuentre infectado de la miseria política que hoy nos domina y exprime.

Podemos decir sin temor a equivocarnos que el señor Rajoy y su Gobierno no aplicarán la ley que juraron o prometieron a la toma de sus cargos. Ni tan siquiera el Fiscal General del Estado, ni el mismo Jefe del Estado, hacen valer la Ley de leyes, La Constitución, y así entre unos y otros, con la ayuda subvencionada de los medios de comunicación, manipulan y engañan a los ciudadanos, siendo unos perjuros y unos corruptos, no sea que el corte de una rama de ese árbol al que hacía referencia Pujol, caiga sin remedio en el fango de sus propias raíces.

La alternativa que se nos presenta, con la ayuda de dos cadenas de televisión, la Cuatro y La Sexta, se llama Podemos. Dios no coja confesados, pues al alternativa es cien veces peor que lo que hoy soportamos. El “Leninismo agradable” que promueve esta formación de indocumentados al sonido de la flauta de Amelín, no tiene ni idea de lo que se les viene, se nos viene, encima. Y se les votará por hartazgo de lo que en la actualidad vivimos, son ellos mismos, la casta, la que alimenta al monstruo que pronto nos comerá con patatas y nos perseguirá como indeseables. Al tiempo.

A la juventud se le ha privado del conocimiento de la historia y de la filosofía, de las consecuencias de ciertas ideologías y de las verdades aprendidas con millones de muertos. Hoy solo vale la venganza a tanto despropósito y tanto abuso.

Para colmo de males, se acepta que todo un presidente de gobierno haga vejación de su juramento y no tome acción alguna contra quienes vulneran las leyes descarada y chulescamente. Mal, muy mal estamos, la verdad.

Pero amigos, si tocan las ramas, el árbol entero caerá y eso les hace saltarse promesas, juramentos, proyectos y programas políticos. La cuestión es salvarse de la quema.