Un Tribunal para los criminales sionistas
Iosu Perales.- Un Estado que ataca indiscriminadamente a la población civil de Gaza, mata a más de 1.100 personas, la inmensa mayoría civiles inocentes, destruye 2.655 viviendas, bombardea a 116 escuelas y a 18 centros de salud, desaloja a más de 200.000 personas de sus casas, pulveriza mezquitas, plantas eléctricas, parques infantiles, comisarías de policía, y por si quedara duda de su brutalidad, bombardea un local de la ONU matando a 17 personas, es peor que una organización terrorista: es un Estado criminal gobernado por criminales. Y, ¿cómo llamarles a quienes actúan como cómplices de los criminales? ¿Al señor Barak Obama? ¿A los gobiernos de la Unión Europea?
Al menos los gobiernos de Brasil, Argentina, Cuba, Venezuela, El Salvador, Ecuador, Nicaragua y Bolivia han tenido la valentía y la decencia de condenar a Israel. Todavía hay espacio para la dignidad.
Lo que está ocurriendo bajo el pretexto de legítima defensa es la historia de siempre. Ya antes de comenzar esta matanza hace tres semanas, Israel había matado a 42 palestinos en lo que va de año 2014. Por cierto, la opinión pública mundial debería saber que en los últimos cincuenta años el Ejército de Israel ha matado a centenares de menores de edad. Es una extraña obsesión que tal vez se explique por el testimonio que en 2008 daba un periodista español, miembro de la ONG Vacaciones en Paz, en Radio Nacional de España: «En la frontera con Jordania los militares israelíes se han afanado en revisar los equipajes de los niños y niñas que vienen de vacaciones a España. Cuando les he dicho que son solo niños un oficial me ha respondido que son futuros terroristas». El periodista, experto en la región, estaba vivamente impresionado. La bomba que en esos días de verano mató a más de veinte niños que ocupaban un edificio en el sur del Líbano, siendo terrible, no fue sino una manifestación más de un estado terrorista que desafía al mundo.
Los crímenes de Israel son justificados por su Gobierno y por Estados Unidos y la Unión Europea, bajo el pretexto de la legítima defensa. Pero en realidad todos ellos saben perfectamente cuál es la causa de esta terrible crisis: la ocupación de los territorios palestinos por una fuerza militar y por más de doscientas colonias de judíos. Esta es la herida abierta en Oriente Medio que la manipulación de los hechos pretende que olvidemos. El sionismo no renuncia a conquistar más territorio en la Palestina ocupada, pues en su agenda oculta se contempla dominar toda la Palestina histórica, desde el río Jordán hasta el Mediterráneo, por lo menos. En su particular hoja de ruta el Estado de Israel no contempla someterse al derecho internacional y al derecho humanitario. Para seguir siendo un Estado díscolo cuenta con el apoyo incondicional de Estados Unidos, donde el sionismo y la Nueva Derecha Cristiana mantienen una alianza teológica y militar.
En palabras del intelectual judío Michael Warschawski, «los sionistas han asumido el concepto de choque de civilizaciones y ven la necesidad de una guerra de anticipación permanente». El árabe, lo musulmán, enemigo histórico en la lucha por la sobrevivencia del Estado de Israel, se convierte ahora en un enemigo aún mayor que lucha por derrotar al mundo civilizado. Esta tesis hecha paranoia justifica absolutamente toda la violencia que se pueda desplegar contra el mundo musulmán. Ya hace muchos años la intelectual judía Hannah Arendt percibió que el sionismo sería una desgracia para los judíos.
“Lo lamentable, lo dramático, es comprobar las similitudes entre nazismo y sionismo: la idea de pueblo superior, de raza que debe cumplir una misión sagrada, sus métodos de limpieza étnica…”
No, realmente, por mucho que se diga esta no es una batalla contra el terrorismo: es una guerra que pretende cambiar el mapa político de la región, de estados debilitados y gobiernos títeres, con Israel como gran gendarme.
Esta locura no puede quedar impune, por más que Israel, aspirando al estatuto de víctima del holocausto, culpe a sus adversarios de sus propios estragos. La invocación a los males sufridos por el pueblo judío constituye la base de un discurso que pretende un pasaporte de inmunidad perpetua con el fin de ejercer una violencia despiadada.
Lo lamentable, lo dramático, es comprobar las similitudes entre nazismo y sionismo: la idea de pueblo superior, de raza que debe cumplir una misión sagrada, sus métodos de limpieza étnica, su incapacidad de sentir la mínima empatía por el otro, su conducta violenta permanente, sus métodos de castigo colectivo, de destrucción de bienes de los perseguidos… Demasiadas similitudes. La víctima aprende del verdugo y lo imita. Ya no es víctima, se mira en el espejo y ve a su propio asesino.
Benjamín Netanyahu y sus ministros y sus generales merecen un juicio internacional por crímenes contra la humanidad. Los asesinatos en masa de que son culpables no son comparables siquiera con los de organizaciones terroristas, por la sencilla razón de que un Estado está sujeto a la ley.
Cuando un Estado comete actos de terrorismo como lo hace Israel su culpabilidad es mucho mayor, pues al quebrar el derecho y violar los convenios humanitarios está poniendo en grave peligro a la sociedad mundial y las relaciones internacionales y sus normas.
¿Cómo se podrá justificar para la historia el no enjuiciamiento de líderes sionistas culpables demostrados de matanzas horribles? Hoy por hoy parece evidente que no hay ningún gobierno ni organismo internacional dispuesto a un Nuremberg para el sionismo. Al contrario, parece que EE.UU. y la Unión Europea seguirán permitiendo que el monstruo sea cada vez más grande, llevándonos de esta manera al borde de una conflagración mundial; pero la sociedad civil, las organizaciones de derechos humanos, deberíamos hacer algo, aunque sea simbólico, exigiendo al Tribunal de Justicia de La Haya la apertura de un juicio al sionismo. Entonces se les podrá pedir explicaciones sobre por qué en la estación de autobuses de Jerusalén ha lucido tanto tiempo un grafiti que dice: «¡Holocausto para los árabes!».
El día que se desclasifiquen los documentos de la II Guerra Mundial, se les acaba a los judíos el negocio del “holocausto”.
No hay tribunal para los sionistas porque todos los tribunales de la cultura occidental los controlan ellos. Desde el primer tribunal-farsa de Nüremberg hasta la fecha. El “enemigo” de los judios no son los palestinos (simplemente les molestan para lograr las fronteras bíblicas) el enemigo son los cristianos. Como lo fueron siempre. Los judios siempre se unieron a los musulmanes, a lo largo de la historia. Declaraciones recientes de los sionistas demuestran como tienen cogidos por los cataplines a los saudíes, con su “poderosisimo nivel de vida y económico”. Cuando quieran los sionistas les montan una primavera árabe en un… Leer más »
Lo que el autor atribuye al nazismo no es sino lo que dice el sionismo del nazismo, es decir, una proyección sionista.
Nadie habla de los niños asesinados por los yihadistas del Estado Islámico y todas las atrocidades a que someten a quien no se convierte al islam. Israel se defiende de los ataques del terrorismo de Hamas quien no duda de colocar como escudos humanos a niños, mujeres y ancianos. Es Hamas quien debe ser juzgado. Es Hamas quien asesina. Es Hamas quien ansía, anhela y desea cuanto más muertos mejor para su causa. El fin justifica los medios según Hamas y no han dudado ni lo harán en sacrificar a su población para lograr sus intereses. Si Israel quisiera, teniendo… Leer más »
Esta claro que los Ismaelitas (Mahometanos) para imponer el Islam, invadieron las tierras judias heredadas por los hijos de Jacob….en este enlace puede verse el mapa original de las doce tribus.
http://cosmoecologos.wordpress.com/2013/11/27/la-tribu-de-dan/