El Atlético se consagra como líder en la Catedral (1-2)
No fue un partido, fue una película de acción. Una buenísima. Un espectáculo grandioso con un protagonista, el Atleti, acorralado por un enemigo imponente, el Athletic, en un escenario inmejorable, La Catedral. Y engrandeciendo lo que ya era gigante, un héroe épico en una actuación tan portentosa que rozó lo increíble: Diego Costa, mil carreras, cien detalles, un gol y retirado del campo exhausto tras un despliegue antinatural. El Atleti de Simeone abandona San Mamés, su partido más temido, como líder reforzado y ya es un clamor: hay equipos con más talento, pero no lo hay mejor.
Porque los peores temores colchoneros se hicieron carne a los 6 minutos, cuando un pelotazo larguísimo de San José desnudó contra pronóstico a la defensa más segura de Primera. Godín se dejó ganar la partida por Aduriz, que rozó lo justo para habilitar a un Muniain lanzado a la carrera. Juanfran llegaba a taparle, pero Courtois se precipitó en la salida. Mucha ventaja para un talento así: Muniain se la picó por encima poniendo el 1-0. Era la prueba del algodón definitiva para el Atleti. Respondió.
Mejor dicho, respondió Diego Costa. Había sorprendido Simeone poniendo a Sosa en lugar de Arda, lo que dejaba al Atleti con muchos lanzadores en largo y ningún juego en corto. La receta fue sencilla: balones largos y que corra la fiera. Estrategia abocada al fracaso con casi todos, no con Costa. La baja de Gurpegui, colocó a San José como Bambi indefenso ante el rugido de una pantera. Cada vez que el delantero le atacaba en carrera te entraban ganas de cerrar los ojos para no verlo, como cuando los padres se ponen cariñosos.
Antes de empatar, Costa dio dos avisos gemelos. Balón al espacio que él convierte en pase medido, momento gacela Thompson con San José y frustración final: el primer mano a mano se lo ganó Iraizoz y el segundo remate, complicado, se le fue alto. No habría más perdón. En el minuto 23, Koke corta un mal pase de Iturraspe y le asiste de nuevo en carrera. San José lo vio pasar como una exhalación y el remate cruzado con la zurda se convierte en su 25º gol de la Liga.
El empate dio paso a un ir y venir de ocasiones en el que ninguno perdía el tiempo. Pelotazo a Aduriz va, balonazo a Costa viene. Pudieron marcar ambos antes del descanso, pero Raúl García remató mal una gran combinación entre Filipe y Costa y Susaeta cabeceó fuera por poco después de otro extraño error en cadena de Godín y Courtois.
Parecía que la segunda parte no podía mejorar. Nos equivocábamos. El Atleti, tantas veces cauteloso a domicilio, decidió que, llegados a este punto, si la aventura ha de acabar en desastre, que sea esplendoroso: Redford y Newman lanzándose contra un ejército en Dos hombres y un destino, el Grupo Salvaje afrontando sin miedo un destino incierto. Salió en tromba y a los 20 segundos, Diego Costa se plantó en otra carrera loca ante Iraizoz. Rozó el palo. Cuatro minutos después repitió y Laporte le hizo un penalti clarísimo que Teixeira II, de los Teixeira de toda la vida, obvió ante la estupefacción de San Mamés.
El desenfrenó siguió en un regalo de Godín que De Marcos desaprovechó, antes de que Koke y Filipe Luis, seguramente en el mejor partido con el Atlético de ambos, se juntasen para que el canterano cabecease el 1-2. Quiso Simeone poner pausa al partido dando entrada a Arda, pero fue intentar frenar un tornado con un contrachapado. Mejor, la última media hora fue una preciosidad. Si tu corazón es fuerte, claro.
Diego Costa siguió luchando contra el mundo (y ganando) hasta que el cuerpo le dijo basta. Tal vez sea humano. Tal vez. Y Courtois, que había tenido 80 minutos impropios de él, se ganó el perdón eterno de los suyos con una parada antológica a cabezazo a bocajarro de Aduriz a la escuadra. De no creer. Y aunque Teixeira II hizo lo posible con una marcianada (por expulsar justamente a Laporte, no dio una ley de la ventaja clarísima cuando Cebolla se plantaba ante Iraizoz y acabó pidiendo perdón) no había nada capaz de estropear semejante espectáculo. acabó el partido con todos agotados y el Atleti, líder. Ganará o no la Liga, pero la admiración ya la tiene. Toda la del mundo.
EL BARÇA SE LLEVA EL DERBI DE PENALTI Y CON POLÉMICA (0-1)
El Barça arrancó este sábado tres puntos de oro en su visita a Cornellà-El Prat. Y lo hizo gracias a un penalti, transformado por Messi, que dará mucho que hablar. Fue en el minuto 76, por mano clara de Javi López, aunque los jugadores del Espanyol reclamaron al árbitro que en la misma jugada, instantes antes, Neymar tocó el balón con el brazo al intentar controlar la pelota.
Ni viendo cinco repeticiones estaba claro. Pero la Liga está tan justa y hay tanta igualdad entre los tres primeros que un mínimo detalle, como el de la jugada que marcó el derbi catalán, puede resultar decisivo. La polémica rodeó una vez más la victoria azulgrana y los de Martino continúan con paso firme hacia la conquista del título. Frente al Valladolid, en el Zorrilla, tocaron fondo y desde entonces han encadenado un cuatro de cuatro que les permite depender de sí mismos para levantar la Liga. Lo tienen todo de cara, cuando parecía que lo tenían todo perdido. Ya lo dijo Mascherano: «No nos den por muertos antes de tiempo».
El derbi barcelonés tuvo un sabor añejo. Polémica, intensidad, penalti, tarjetas, un expulsado (Casilla), un jugador de campo (Javi López) que tuvo que ponerse de portero, faltas subidas de tono y piques entre los jugadores. La gracia habitual de un clásico regional, que como la mayoría de las veces ganó el equipo blaugrana. Los hombres de Tata no hicieron su mejor partido, en parte porque el rival neutralizó su juego, pero los culés supieron adaptarse al encuentro, dejarse de florituras y ponerse el mono de trabajo, que es lo que tocaba ante un adversario que apretó y mordió de lo lindo.
Más trabajo que estética
El Barça sufrió, dejó la estética para otra ocasión y se encomendó a sus estrellas, Neymar y Messi, a ver si eran capaces de pescar alguna ocasión aislada y resolvían el choque. Más o menos fue así, aunque los pericos podrán decir que con la colaboración arbitral, ya a Clos Gómez le piden un posible penalti de Mascherano a Javi López en la primera mitad.
El derbi fue eléctrico, emocionante y de alguna manera se planteó como una lucha de estilos. El Barça intentaba tocar, abrir el campo, controlar la pelota, frente a un Espanyol que no da tanta importancia a la posesión y que prefiere jugar a robar para lanzar a las contras.
Con Iniesta en el banquillo y Cesc y Pedro en el once, el cuadro azulgrana no combinó como le gusta. Los laterales periquitos sujetaban bien a Neymar y Pedro y entre Stuani y Simao impedían que Alba y Alves subieran por las bandas como acostumbran. Sin juego exterior, el equipo de Martino no carburaba demasiado y además sufría cada vez que perdía la pelota.
Sergio García está de dulce. Ha madurado, se ha echado el equipo a la espalda y recuerda al delantero letal que Luis Aragonés se llevó a la Eurocopa de 2008. Le acompaña Pizzi, que también es peligroso, aunque frente al Barça pudo resolver mediada la primera parte, tras una gran asistencia del nueve barcelonés. Poco antes, Neymar había emulado a Cardeñosa.
El partido no tenía brillo, pero sí una intensidad casi estresante y el despliegue físico de ambos recordaba al de un partido de la Bundesliga. Y en esas circunstancias, el Barça no está cómodo, aunque los artistas también tienen que bajar al barro de vez en cuando y realizar encargos que no son de su agrado.
Tras la reanudación, la tónica fue más o menos similar, con la diferencia de que el ritmo de la primera parte empezaba a pesar en las piernas. David López y Víctor Sánchez llegaban a todos los balones y seguían dominando el centro del campo, frente a Xavi, Cesc y Busquets, que en esta ocasión tuvieron que emplearse en labores más ingratas.
Los azulgrana no circulaban la pelota como deseaban porque el Espanyol ponía una presión muy fuerte, porque sabía romper el ritmo con faltas y cerraba todos los huecos. Con dos pivotes muy consistentes y un tridente de interiores que también trabaja mirando hacia atrás, aunque sin renunciar a salir como balas, el equipo de Martino no veía por dónde podía hincarle el diente al derbi.
Sin embargo, a falta de 20 minutos, el partido empezó a romperse, se convirtió en un ida y vuelta por culpa del cansancio y los delanteros azulgrana empezaron a afilarse los colmillos. Piqué avisó con un remate al larguero, tras un saque de esquina, y Martino tocó a rebato. Con el Espanyol casi pidiendo la hora con un cuarto de hora largo por delante, llegó la jugada que marcó el choque. Después de un control de Neymar presuntamente con el brazo, el balón salió despedido e impactó -de manera involuntaria pero clara- en la mano de Javi López. Penalti, que Messi no falló y sentenció el encuentro.
A partir de ahí, los blanquiazules perdieron el norte. Más aún tras la expulsión (minuto 82) de Kiko Casilla, que detuvo fuera del área un disparo de Messi. Javi López, que estuvo en todas las jugadas picantes, tuvo que ponerse los guantes, porque Aguirre ya había hecho los tres cambios. El partido ya estaba acabado, aunque el portero perico pudo lucirse ante una vaselina de Alexis.
EL MADRID GOLEÓ AL RAYO EN UNA NOCHE GRIS (5-0)
Como llovía en Madrid, quisimos imaginar un partido épico de estilo británico, de ida y vuelta, de caras manchadas de barro. No hubo suerte. No era esa lluvia, ni esa noche. No caía agua de la que inspira, sino de la que hace charco en los zapatos. Tampoco hay barro en la hierba de diseño. Así es la lluvia, por otro lado: puede propiciar partidos épicos o duelos tristes, como de amantes abandonados.
En la primera parte, el Madrid acumuló ocasiones para sentenciar y guarecerse, pero sólo marcó un gol, de Cristiano a pase de Benzema, magnífico contragolpe. Por si se lo preguntan, les disiparé la duda: después del gol, los protagonistas se abrazaron, diría que sinceramente.
Las siguientes ocasiones pasaron del suspiro al abucheo. Benzema acaparó los pitos. Cuando no se topó con Rubén lo hizo con su propia indeterminación. A Higuaín se le condenó por menos, o exactamente por lo mismo. Es normal que Morata se haya rasurado el flequillo: quizá así le tomen más en serio.
En los partidos extraños suceden estas cosas y otras peores. Bale es un buen ejemplo. Di María lanzó una contra y el purasangre se plantó ante Rubén con todo a favor. Quizá fue eso lo que le cegó, pues llegado el momento de rematar chutó contra el césped y rodó por el suelo como un dominguero. En la segunda mitad se hizo perdonar. Primero con un gol sin tropiezos, regalo de Di María; después con una galopada de 70 metros que culminó masticando chicle.
El Rayo cumplió con su primer objetivo, tener la pelota, pero fracasó en los siguientes. Ni las piruetas tácticas le sirvieron para corregir el rumbo. A los 23 minutos, Paco hizo su primer movimiento estratégico: José Carlos por Rochina. Nada que oponer siempre y cuando el club disponga de un solvente gabinete psicológico de atención a los sustituidos. A falta de otras aportaciones tácticas, José Carlos dejó un par de controles exquisitos con los que podría haber ganado un concurso de poesía.
En la segunda mitad, la lógica se filtró con la lluvia. Carvajal marcó el segundo al aprovechar una dejada de Cristiano. Acto seguido, el lateral se sacó una espinillera serigrafiada y le dedicó el gol a una imagen por determinar: virgen, novia o amor de madre. Jóvenes. Paciencia.
Un remate de Saúl al palo fue lo más cerca que estuvo el Rayo del gol. Después llegó el turno de Bale y más tarde el de Morata. El chico estrenó imagen patibularia con un gol estupendo, uno de esos derechazos con rosca que patentó Figo. El chaval lo celebró con rabia y si no gritó “me lo merezco” es porque todavía no había nacido en el Mundial de Italia.
Al final, lo relevante es que el Madrid sumó los tres puntos y continúa en persecución de Atlético y Barça, nada mejor que la lluvia para lavar la imagen. Queda mucho, ojo, aunque queda menos.
¿Que esperabais? Esto es el Atleti.
Aupa Atleti.
Brillante regalo del equipo colchonero a su afición, venciendo al equipo que con saña separatista pisoteó la figura de “EL SABIO DE HORTALEZA” don Luis Aragonés con motivo de su fallecimiento.
El equipo euzkaldun no quiso ponerse el brazalete negro en señal de duelo, y el público de la catedral abucheó el minuto de silencio requerido faltando al respeto de forma miserable a una figura tan emblemática del fútbol.
Desde aquí una vez más, y por esta victoria, Luis Aragonés ¡Hasta la gloria!