P. de Bárcino/GG.- El mundo al revés. No es el Rotary Club de Barcelona la entidad que ayuda a la Iglesia de Barcelona a su programa de ayuda a los necesitados, sino la Archidiócesis de Barcelona la que apoya y ayuda al programa ALPAN (Alimentos para necesitados). Porque de otra manera no se entiende que el reconocimiento le llegue al Cardenal como cabeza visible de todas las entidades católicas que ayudan a los necesitados. Dejando de lado cualquier otra consideración sobre el origen, el talante, los medios y fines de tal organización, sobre la que se han hecho correr ríos de tinta, resulta vergonzosamente impresentable que el Cardenal Arzobispo de Barcelona, víctima de su vanidad, caiga tan fácilmente en esa trampa.

Al aceptar Sistach la insignia de Miembro de Honor del Rotary, avala la trayectoria de esta asociación que hace profesión de laicismo absoluto, de una indiferencia religiosa universal, intentando moralizar prescindiendo de la Iglesia. Su programa de ayuda en alimentos no es otra cosa que un trabajo de coordinación con cadenas de Hoteles y Restaurantes, facilitando el transporte y la distribución, eso sí, de menús confeccionados por esas empresas para los más necesitados. Para ello tres furgonetas.

Furgoneta, colaboradores y voluntarias de la Caixa

Si alguna distinción tuviera que concederse, es la Archidiócesis o Cáritas la que debería agradecer con una medalla la labor humanitaria de Rotary. ¿Por qué se hace al revés? Sencillamente porque lo que siempre ha buscado el Rotary es distinguir a líderes con el pretexto de su filantropía, para publicitarse y aparecer ante la sociedad como una organización respetable y digna de crédito. Bienhechores de la Humanidad, dicen.

Proyecto ALPAN con el alcalde Trias

Los rotarios de Barcelona, además, le tienen tomada la medida a nuestro Cardenal y han sabido jugar con él. Como se hace jugar al gatito con la madeja de lana. Sistach, pagado de sí mismo, uniforma a sus curiales como Dios manda, con clergyman de alto standing, y se los lleva a la velada de gala. Al final, como podemos apreciar en el video, sus mismos “capitanes” le rinden homenaje de pleitesía: el Canciller Secretario, los vicarios episcopales Galtés y Sanz, el auxiliar Taltavull, con todo el resto de la Curia. ¡Dios mío, qué tropa! Para después rajar contra él a sus espaldas y despellejarlo vivo.

Conchabados con los que mandan y cuentan, ¿qué hacen las izquierdas eclesiales de nuestra diócesis? ¿No levantan indignados su voz contra esa manipulación que recibe la Iglesia de manos de esa élite señoritinga “De Diagonal hacia arriba”?

¿Nada que decir contra esos “pijolindos” del Círculo Ecuestre y del Club de Polo que se lavan la cara a costa de la miseria y la pobreza de los que no cuentan? ¿No hay reprobación contra esa peña “de gente fina y de casa bien” que ejercen de filántropos un ratito a la semana gastando las mismas monedas que dejan de propina en el Bar Mandri de Sant Gervasi, en el Tomás de Sarrià o cuando van a hacer el vermut el domingo con sus hijos vestidos con polos de Ralph Lauren y pullovers de Karl Lagerfelda las “12 en Jose Luís” Diagonal con Tuset? Para nada. Aquí todos hacen el papelote. Hipócritas y sepulcros blanqueados. Abandonaron el Bar Velódromo de Muntaner porque se había llenado “de yayos y de chusma que jugaba al futbolín” y no volvieron a él hasta que a Carles Abellán, el chef, le dieron la estrella Michelin y ahora van de salvapobres a fuerza de sopa boba. Y obispos, curiales y curas progres haciéndoles la pelota y callando con pose de estatua babilónica. Días vendrán, dice el oráculo del Señor…

¿Creen acaso que nuestro Papa Francisco, listo como es y “animal político” por excelencia (en el mejor sentido de la afirmación) se dejaría pillar, y con él a la Iglesia, por una tan burda manipulación? Aún con toda esa santa ingenuidad que le caracteriza y de la que hace pública confesión en la entrevista publicada en “La Civiltà Cattolica”, el Papa jamás hubiera caído en la fácil trampa de los rotarios. Ni lo desea para sus obispos, que obrando de esta manera hacen gala de esa entente cordial con los poderosos de este mundo que tanto afea la imagen de la Iglesia.

¡Y qué vergüenza para el clero nacionalprogresista que lo sustenta en el poder, y lo vitorea y halaga y aclama como antaño la claca del gallinero del Liceo!