El número de suicidios aumentó el 11% en España en el 2012. El incremento, revelado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en el informe anual Defunciones según la causa de muerte, coincidió con una etapa dura y avanzada de la crisis en la que muchos parados ya habían extinguido el subsidio de desempleo, de modo que parece difícil no relacionarlo de algún modo con la situación de una población cada vez más vulnerable. Aunque no todos los expertos coinciden en ver una relación de causa efecto, algunos incluso apuntan como un factor del incremento los recortes que se generalizaron en el 2012 en esa atención social que a veces evita el paso de pensar en quitarse la vida a hacerlo.

Sea cual sea la explicación, la cifra es aterradora: 3.539 fallecidos. Casi diez personas se suicidan cada día en España. Al revés que en otros campos, donde se llevan a cabo campañas de prevención, como en el tráfico, las muertes no solo no descienden sino que aumentan. En el 2011 fueron 3.180 y en el 2010, 3.158.

Para algunos, el aumento no ha supuesto ninguna sorpresa. “Sabíamos que iba a pasar. Jueces, policías y bomberos, las personas que intervienen en este tipo de situaciones, ya nos habían advertido del incremento de casos. Se veía venir”. Quien lo cuenta es Míriam González, la coordinadora de emergencias del Colegio de Psicológos de Madrid, que por su cargo vive el día a día de un problema que todavía es tabú en muchos ámbitos.

Su percepción es que la crisis “agrava cada vez más la situación de personas ya de por sí vulnerables que ahora encima tienen limitada la ayuda social”.

Tanto esta psicóloga como el resto de expertos, coinciden en denunciar una cuestión clave: salvo en Cataluña, que en diciembre del año pasado puso en marcha el denominado Código Riesgo de Suicido, no existe ningún plan global de prevención como el que rige en determinados sectores, como es el caso de los militares y la población reclusa. “En todos los lugares donde se han puesto en marcha planes de prevención, las cifras han bajado. Su eficacia está más que demostrada”, sostiene González.

La tasa española de suicidios por cada 100.000 habitantes ha sido tradicionalmente muy inferior a la del resto de países europeos, pero ahora alcanza ya el 7,6. Por encima de Reino Unido (6,5) y cerca de Portugal (8,5), Holanda (9,5) o Alemania (10,8), aunque aún muy lejos de Corea (33) y Japón (20), países en los que la cultura tradicional considera honorable quitarse la vida como método de expiar un comportamiento socialmente reprochable.

Las personas de 25 a 34 años fueron el grupo de edad más afectado por los suicidios en el 2012, hasta el punto de que fue la segunda causa de muerte tras los tumores. Ente los hombre de esa franja de edad el suicidio llegó a ser incluso la primera causa de muerte. Nada menos que el 17,8% de la muertes de varones de 25 a 34 años fueron suicidios.

Los hombres son mucho más proclives a esta conducta. 2.724 fueron los fallecidos en el 2012 frente a 815 mujeres. Un desequilibrio que se explica, entre otros factores, porque “los hombres están menos preparados culturalmente para pedir ayuda externa ante problemas psicológicos, son menos proclives a reconocer su vulnerabilidad”, según la psicóloga y perito judicial madrileña Marina Fernández.

Este factor es, para la experta, una prueba del papel clave que puede tener la atención social, ahora reducida por los recortes, como también lamenta.

SIN TABLA DE SALVACIÓN

“La mayoría de los suicidios se deben a situaciones desagradables a las que no encuentran salida. Es como la definición misma de una crisis a la que no se le ve final”, argumenta Fernández. Para ella lo que ocurre es que la “tabla de salvación” que hasta ahora era el entorno familiar y social ya no está en condiciones de ejercer esta función. “Con lo que nos estamos encontrando es que muchas personas están solas con su situación y desde la Administración tampoco se les está dando respuesta”, indica.

Quizá la limitación autoimpuesta por los medios de comunicación a la hora de informar de los casos concretos –se considera que causan efecto imitación–, haya influido en la falta de debate público y a su vez en el escaso interés que los poderes públicos muestran por abordar decididamente la problemática. Aunque fue precisamente en el 2012 cuando empezaron a saltar a los titulares los suicidios causados por los desahucios instados por los bancos. Los directamente provocados por uno de los dramas de la crisis.